La difícil situación de las minas antipersona en Colombia cada vez se acerca más a la luz que se asoma al final del túnel. Colombia, específicamente en la región del Carmen de Bolívar, se ha logrado un significativo avance en el proceso de desminado humanitario.
Según información de Presidencia de la República, los Montes de María, área previamente asolada por el conflicto armado, han completado el proceso de desminado. Esta región, que fue un epicentro de confrontación entre las Farc y grupos paramilitares en la década de los noventa, sintió en carne propia cómo las minas antipersonales fueron utilizadas no solo como armas de guerra sino también como herramientas de terror contra la población civil.
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“¡En Carmen de Bolívar se vivió una jornada histórica Hoy se hizo entrega de la subregión de Montes de María como libre de sospecha de contaminación por minas antipersonal. Luego de un trabajo de 15 años y gracias a las labores que adelantó el Batallón de Desminado e Ingenieros Anfibios de la @ArmadaColombia, sus habitantes podrán vivir en un territorio seguro”, destacó el mensaje oficial, el 2 de mayo del año en curso.
Ese mismo día, el infante de la Marina Eider Orozco, con 15 años de experiencia en la desactivación de minas, destacó la importancia de su trabajo al afirmar que “cada día que podemos salvar vidas y devolver tierras seguras a los campesinos es una victoria contra la violencia que durante años nos ha golpeado”.
Colombia, es el segundo país del mundo con afectaciones por minas antipersona
Sin embargo, pese a estos esfuerzos, los hechos del pasado han dejado, como remanente, al país con la dolorosa ubicación del segundo lugar, detrás de Afganistán como el país más afectado por este fenómeno de violencia. Información del Centro de Memoría Histórica apunta que “hasta noviembre de 2016, Colombia era el 2° país en el mundo, después de Afganistán, en número de víctimas nuevas de Minas Antipersonal (MAP) y Remanentes Explosivos de Guerra (REG)”. Además, fue “el primero en el mundo en número de víctimas de la Fuerza Pública de estos artefactos explosivos”.
De tal manera, como indica la misma entidad, “actualmente, Colombia ocupa el sexto lugar en el mundo de víctimas general, y el segundo lugar en el número de víctimas de la Fuerza Pública”. Inclusive, información tomada de la agencia de noticias EFE destacó que, en medio de los resultados del desminado, “Colombia es, después de Afganistán, el país más afectado por las minas. De los 9,4 millones de personas inscritas en el Registro Único de Víctimas (RUV), hay 12.228 por Minas Antipersonal, Munición sin Explotar y Artefactos Explosivos Improvisados”.
El proceso de desminado humanitario
Con temperaturas promediando los 35 grados centífrados, los desminadores llevan a cabo su labor con un equipo especializado, que incluye detectores de metales y trajes protectores para enfrentar los riesgos de explosivos ocultos en el suelo. La dificultad y el peligro de su tarea no disminuyen la motivación de personas como el uniformado Orozco, quien considera su trabajo como una misión de paz y reconstrucción. Según señala, “la satisfacción de ver las tierras libres de amenazas y listas para ser cultivadas nuevamente no tiene comparación”.
Testimonios citados por EFE como el de Irene Niño Cortés, quien vio cómo su hermano perdió una pierna debido a una mina en Norte de Santander, y de José Díaz Hoyos, un exinfante de marina cuya vida cambió radicalmente al pisar una mina, subrayan la urgencia y la necesidad del desminado humanitario.
Estas historias personales no solo reflejan el dolor y el sufrimiento causado por las minas, sino también la esperanza que surge con cada área despejada.
El impacto del desminado va más allá de la seguridad física; posibilita el retorno a las actividades agrícolas tradicionales, clave para la economía local. La tierra en los Montes de María, caracterizada por su fertilidad, espera ser nuevamente cultivada con yuca, ñame, aguacate, cacao, ajonjolí, tabaco y maíz, cultivos que han sido el sustento de sus habitantes.