En el corregimiento de El Plateado, zona rural de Argelia (Cauca), se ha transformado en la fortaleza de las disidencias de las Farc del Estado Mayor Central, que se han atrincherado en la población y la han llenado de minas, con el fin de repeler los esfuerzos del Ejército para frenar la toma subversiva del territorio.
De acuerdo con las autoridades, el grupo armado ha retomado y exacerbado las prácticas de violencia y control territorial, transformando a El Plateado en lo que el general Federico Mejía, comandante del Ejército nacional en el Cauca, denomina como “el Wall Street” de la economía ilegal de las disidencias.
“El Plateado es ‘el Wall Street’ de las economías ilegales en el Cauca; ante ese escenario, ellos tienen un área copada desde hace muchos años, hasta ahora logramos avanzar hasta inmediaciones de El Plateado, de allí para allá ellos están muy bien organizados. Nos colocaron unos 4.000 campos minados en las partes altas, porque ellos no van a permitir que nadie les llegue por las partes altas, las entradas al casco urbano están monitoreadas por cámaras de seguridad, las tres entradas vehiculares están llenas de explosivos controlados a control remoto”, le dijo a la revista Semana el general Mejía.
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El Plateado se encuentra en una ubicación privilegiada, rodeado por las montañas del cañón del Micay, lo que históricamente ha facilitado su uso como ruta de tráfico para las sustancias ilícitas producidas en el macizo colombiano hacia el Pacífico.
La geografía del terreno, junto al uso extensivo de tecnologías de vigilancia y defensas como campos minados y explosivos controlados a distancia, ha convertido a la zona en una fortaleza casi medieval, donde la fuerza pública encuentra graves dificultades para ingresar.
Tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016, las disidencias de las FARC encontraron en El Plateado un refugio y un punto de consolidación. Utilizando tácticas de intimidación y coacción sobre la población civil, estos grupos han logrado una consolidación de su poder, al punto de instaurar un régimen de terror donde los asesinatos y masacres son perpetrados con impunidad.
“Ellos, en su afán de seguir blindando a El Plateado, lo que hicieron fue poner cinco campamentos en la parte alta, que fue los que atacamos nosotros; uno de ellos está en el acueducto, que es el que suministra agua potable a más de 8.000 personas en el corregimiento, y tratan de emplear todas estas áreas donde se hace imposible entrar porque colocan campamentos al lado del colegio, al lado de las casas, plataformas de lanzamiento de armas de tiro parabólico cerca de los solares de las casas dentro del caserío”, le dijo al medio citado el uniformado.
La respuesta institucional a esta situación ha estado marcada por la cautela y la dificultad de operar en el terreno. Las declaraciones del general William Salamanca, director de la Policía Nacional, sobre la imposibilidad de acceder al corregimiento sin garantías de seguridad para los efectivos policiales, destaca la severidad de los obstáculos enfrentados.
A pesar de algunos éxitos tácticos, como operativos aéreos que han resultado en bajas significativas para los disidentes, la solución al problema de El Plateado ha demostrado requerir de un enfoque más holístico, que integre componentes tanto militares como sociales.
El general Mejía subraya la necesidad de una estrategia compleja y bien fundamentada para recuperar El Plateado, una que no se limite a la confrontación armada, sino que también promueva el desarrollo y la inclusión social de sus habitantes. Esta visión implica un reconocimiento de la multidimensionalidad del conflicto y la importancia de abordar tanto sus manifestaciones como sus raíces estructurales.