La ruptura de relaciones diplomáticas entre Colombia e Israel anunciada por el presidente Gustavo Petro, que se hizo efectiva el jueves 2 de mayo, plantea serias incógnitas para las Fuerzas Militares colombianas. El país suramericano depende en cerca del 75% de su material de guerra – entre armas y tecnología – de proveedores israelíes.
Asimismo, la decisión, marcada por la calificación del Gobierno de Benjamín Netanyahu como “genocida” por parte de Petro, podría afectar significativamente la seguridad nacional debido a la incertidumbre sobre la continuidad de contratos militares esenciales en ejecución.
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Es importante mencionar que los contratos de mantenimiento militar con el país de Medio Oriente, que se negocian directamente entre gobiernos, ya no podrán firmarse nuevos debido a la suspensión de “exportaciones de seguridad a Colombia” desde el 15 de octubre de 2023, según confirmaron fuentes militares a El Tiempo.
La situación actual, inédita por la falta de diálogo diplomático, tiene a las Fuerzas Armadas (conformadas por el Ejército, Armada y Fuerza Aérea), a la espera de directrices claras. Aunque se afirma que los contratos ya establecidos seguirán, la falta de nuevos acuerdos y la incertidumbre sobre los equipos y la ayuda militar pendientes de entrega preocupan a las autoridades militares.
De otro lado, la Fuerza Aérea Colombiana podría verse particularmente afectada, especialmente en lo que respecta al mantenimiento de su flota de aviones de combate Kfir, cuyo contrato se firmó en enero de 2023 por 30.000 millones de pesos con la empresa Industria Aeroespacial Israelí (AIA). De acuerdo con el medio citado, al momento hay tres aeronaves en tierra de toda la flota Kfir, puesto que no están en condiciones óptimas para operar. De igual forma, hay alarma por la potencial pérdida de aviones supersónicos de combate que juegan un rol crucial en la soberanía y seguridad nacional, entre otras misiones.
Igualmente, componentes críticos para las operaciones estratégicas, como los helicópteros Arpía, artillados y los sistemas de inteligencia y comunicación, podrían enfrentar dificultades sin el apoyo israelí. “De no seguir con el desarrollo militar de Israel, por citar un ejemplo, los cascos de la tripulación de estas aeronaves perderían su importante aporte en comunicaciones e inteligencia”, explicó un alto mando para El Tiempo, quien a su vez añadió: “Los procesos de inteligencia, comunicaciones, radares se verán afectados si no se cuenta con apoyo de Israel, así como el intercambio offset (transferencia de conocimiento)”.
Respecto a la fabricación de fusiles Galil, las patentes se mantienen por parte de Indumil, sin embargo, los cañones y las miras dependen directamente de Israel, por lo que el armamento quedaría incompleto y se vería igualmente comprometida. Si llega a darse la terminación definitiva de ayuda militar, la entrega de unos radares a la FAC quedaría pendiente, así como equipos de comunicación para las tres fuerzas, que en caso de no cumplirse, influiría negativamente las comunicaciones en tierra, limitando las capacidades operativas.
La entrega de misiles Spike, que aparentemente no figuraba en los acuerdos originales pactados, significa que las fuerzas armadas no contarán más con estas avanzadas armas. Los misiles Spike, conocidos por su precisión y capacidad de impacto, son una herramienta crucial para las operaciones militares modernas.
Este contexto plantea no solo un desafío logístico y operativo para las fuerzas colombianas, sino también político, considerando los efectos colaterales en sus relaciones con Estados Unidos, histórico mediador de la cooperación militar entre Colombia e Israel. La eventual suspensión de asistencia o capacitación por parte de EE. UU. representaría otro golpe a la capacidad de Colombia para enfrentar amenazas a su seguridad interna y contribuir en misiones internacionales, como su rol de veedor en el Sinaí por mandato de Naciones Unidas.