Pese a las recientes lluvias observadas en el territorio nacional, las cifras entregadas por XM (operador del Sistema Interconectado y administrador del Mercado de Energía Mayorista de Colombia) revelaron que la situación de los embalses utilizados para la generación de energía eléctrica continúa siendo preocupante, con niveles que, aunque alejados del umbral crítico, invitan a mantener precauciones.
Según el informe, los embalses hidroeléctricos cuentan actualmente con un 33% de sus capacidades útiles llenas, situándose apenas seis puntos porcentuales por encima del límite mínimo antes de entrar en una fase de emergencia declarada, fijado en el 27%.
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Este margen estrecho no permite un respiro en las políticas de manejo de recursos hídricos, especialmente considerando el impacto adverso del fenómeno de El Niño, el cual afectó significativamente, no solo a las reservas destinadas a la generación eléctrica, sino también a aquellas encargadas de suministrar agua potable a la población.
A pesar de este escenario, los análisis recientes han otorgado el visto bueno al Gobierno de Gustavo Petro para reanudar las exportaciones de energía hacia Ecuador.
El reporte de XM también hizo énfasis en el papel crucial que han jugado las plantas térmicas durante el periodo de escasez hídrica. Mientras los embalses hidroeléctricos enfrentan una significativa reducción en su capacidad, las instalaciones térmicas han estado operando al máximo de su capacidad para asegurar la continuidad en el suministro energético del país, con una generación reportada de 31,5 GWh con corte al 1 de mayo.
Puntualmente en la capital colombiana, a pesar de las intensas precipitaciones, los embalses de Chuza y Tominé presentan una tendencia a la baja en sus niveles de agua, manteniendo así un panorama de alerta. Así lo indicó Alfred Ignacio Ballesteros, director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), al divulgar los informes de los sistemas Norte, Sur y Chingaza hasta el final del mes de abril. Aunque hubo algún incremento en las lluvias, estas no se han producido en las áreas de recarga hídrica que abastecen estos depósitos.
“Esta curva descendente significa que es más el agua que les estamos extrayendo que la que les está ingresando a embalses como Chuza y Tominé”, explicó Ballesteros, destacando la dependencia de estos embalses a las fuentes naturales de agua procedentes de zonas como la Orinoquía y la parte alta del río Bogotá, donde las precipitaciones han sido insuficientes.
Según el análisis técnico de la CAR, para que el nivel del embalse de Chuza se recupere, sería necesario un aporte continuo de al menos 30 metros cúbicos de agua por segundo, sin realizar extracciones, durante un lapso cercano a los 4 meses bajo condiciones ideales. Sin embargo, la situación actual dista mucho de ser favorable, especialmente por la ausencia de lluvias significativas en la cuenca de la Orinoquia, vital para la recarga del sistema Chingaza, lo que complica la expectativa de normalización del embalse para lo que resta del año.
Ballesteros enfatizó que es improbable alcanzar el objetivo de estabilizar en un 20% el sistema Chingaza, debido a la persistente escasez de lluvias en las zonas de páramo y subpáramo, esenciales para la recarga hídrica. Al cierre de abril, los niveles de agua en los embalses del Agregado Norte, compuesto por Neusa, Sisga y Tominé, se encontraban al 53,18%; el Agregado Sur, integrado por los embalses de Chisacá y La Regadera, reportaron un 49,70%, mientras que el sistema Chingaza mostró un crítico 16,29%.
Alfred Ballesteros insistió en la necesidad de gestionar cuidadosamente los recursos hídricos frente a la insuficiencia de lluvias en las fuentes naturales que surten estos sistemas, vitales para el abastecimiento de agua en la región.