Por un error del jefe de meseros de un reconocido restaurante de comida asiática, la comensal Isabella Cortes estuvo a punto de quedarse lavando platos o peor, tener que lidiar con las autoridades, al encontrarse con una cuenta que superaba su presupuesto en el norte de Bogotá.
“Yo nunca suelo hablar mal de las experiencias negativas que he tenido comprando algo, o al visitar un restaurante u hotel, pero me pasó algo el viernes que me dio tanta piedra y dije: yo tengo que contar esto, porque parece que los restaurantes costosos tienen todos la misma maña”, indicó en un video-denuncia compartido a través de sus redes sociales.
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Al visitar este tipo de establecimientos con cierta frecuencia, Cortes ya se encuentra habituada a que, al pedir una botella con agua, los meseros opten por llevar a su mesa la más costosa del catálogo de bebidas.
“Uno ya sabe a qué se atiene al ir a ese tipo de restaurantes, pero esta experiencia en particular del fin de semana me hizo enojar bastante, porque ocurrió en uno de mis restaurantes favoritos”.
El incidente, según explica, ocurrió el viernes 5 de abril cuando quedó de cenar junto a un familiar en un restaurante cuya experiencia Kaiseki, implica pedir varios platos al centro de la mesa para compartir.
“No suele haber platos principales, sino la experiencia está diseñada para pedir cuatro o cinco entradas y así las compartas”. Al visitar con frecuencia el establecimiento, es el mismo jefe de meseros quien suele atenderla y esta vez no fue la excepción. La llevó a su mesa, le ofreció la carta y tomó el pedido.
“Mi prima y yo empezamos a pedir varios platos para compartir, pero ninguno era un plato principal… pedimos varias entradas”, entre esas, una con pulpo, que habría estado detrás del supuesto malentendido.
“Había dos tipos de pulpo. Uno se llamaba Pulpo Crunch, costaba 50.000 pesos y estaba entre las entradas. Y el otro era un plato fuerte con pulpo, que costaba 170.000 pesos. Entonces, cuando el jefe de meseros vino a tomar la orden yo hice el pedido”.
Él repasó plato a plato lo que debía traer a la mesa, pero olvidó mencionar el famoso pulpo, que Cortes se vio obligada a recordarle, haciendo énfasis en que se trataba del “pulpo de la entrada”.
“Nos trajeron la comida, incluido el pulpo y como yo nunca había pedido pulpo, no sabía que pulpo me habían traído. Asumí que si había pedido el pulpo Crunch y dos veces le mencioné (al jefe de meseros) cuál era, pues me estaban trayendo el pulpo Crunch, entonces nos lo comimos”.
Al recibir la cuenta el total marcaba 600.000 pesos y cómo suele hacerlo revisó cada plato, sobre todo porque, en esta ocasión, el valor superaba ampliamente lo presupuestado: “me gusta asegurarme de que todo este bien y que no me hayan metido golazos de más, porque ya me ha pasado anteriormente”.
Al leer la factura se encontró con el plato fuerte de pulpo y no con el pulpo Crunch o de entrada que habían pedido, entonces, decidió llamar a uno de los meseros para explicarle lo sucedido, a lo que él le preguntó cómo se veía el plato que llegó a su mesa.
La descripción coincidía con la del plato fuerte de pulpo, así que se vio obligado a validar lo ocurrido con el jefe de meseros, pero este jamás regresó a la mesa. “Volvió a la mesa y me dijo que había hablado con el jefe y que efectivamente era un error. Que era cierto que yo había pedido el pulpo curnch, pero que, al pasar la orden, el jefe de meseros se equivocó y pidió el otro pulpo”.
Contrario de lo que podría pensarse tras haber admitido su error, la repuesta del restaurante fue: “El plato se trajo a la mesa y ustedes se lo comieron”. Cortes trató de negarse, explicando nuevamente la situación, pero ellos insistieron: “Señorita, necesitamos que por favor pague”.
A Cortes no le quedó de otra que pagar la cuenta, pero antes de retirarse compartió su inconformismo con lo ocurrido e hizo un llamado a evitar este tipo de comportamientos, pues, algunos comensales podrían ir con el dinero justo y quedarse en ceros ante una situación de este tipo.