Yeison Jiménez se ha vuelto un referente de la música popular a pesar de su corta edad. Mientras una generación dorada del género conformada por estrellas como Darío Gómez, Luis Alberto Posada o el Charrito Negro ya va de salida, otra camada de voces comienza a generar gran impacto entre quienes disfrutan este estilo. En sentido, el oriundo de Manzanares (Caldas) crece profesionalmente de forma acelerada.
En Spotify, por ejemplo, acumula alrededor de 2,7 millones de oyentes cada mes. Además, ya ha realizado con éxito giras en Estados Unidos, Europa y otros países de Latinoamérica. En Colombia, prepara un nuevo tour, del que ya ha vendido gran parte de las entradas. Como en Bogotá, donde agotó la boletería para tres fechas en el Movistar Arena.
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Sin embargo, no todo ha sido fácil, ni color de rosa para el artista, debido a que ha tenido que tocar fondo en más de una ocasión para saber lo mucho que le importa su carrera musical, haciendo los sacrificios necesarios para poder alcanzar el éxito.
Recientemente, en una entrevista con Los 40 Colombia, dio algunos ejemplos. Una de las anécdotas que relató, la cual lo marcó por completo, fue cuando estuvo en Aruba para dar un concierto y terminó consumiendo drogas, lo cual estuvo a punto de dañar su presentación.
En el diálogo con la emisora, detalló primeramente que desde hace mucho tiempo ha estado totalmente limpio de sustancias psicoactivas. A su vez, agregó las razones por las que pudo mantenerse al margen a pesar de las tentaciones del entorno en el que creció.
“Yo llevo como 15 años alejado de todo lo que tenga que ver con drogas. Estuve en ese mundo porque era un pelao’ de barrio. Probé muy poco porque nunca experimenté nada chévere con eso. De hecho, la marihuana medaba taquicardia. Solamente probé dos drogas y ninguna de las dos me conectó, gracias a Dios”, comenzó diciendo.
Asimismo, relató que todo se puso complicado cuando estaba a punto de irse al lugar al que iba a presentarse en la isla. Minutos antes, le ofrecieron fumar. Haber aceptado marcó un antes y un después para él, por lo que recuerda en sus palabras.
“El tema es que íbamos a cantar en Aruba y todo estaba vendido, huevón. 4.500 personas en Aruba es chimba porque se trata de uno. Llegó un negrito colombiano y prendió un bareto. Yo estaba muy prendido y le digo, venga me echo un plón, me eché dos plones y hasta ahí me acuerdo. Me tuvieron que vestir, me tuvieron que dar suero, me llevaban yogur. Yo me acosté y sentía que la cama me daba vueltas. Yo decía qué es esto tan hijueputa. Me suben al carro y me dicen tienes que cantar ya”, añadió.
Aunque estaba muy preocupado por cómo iba a salir el show, decidió seguir adelante con su responsabilidad. Al comienzo, no estaba en sus cinco sentidos, pero logró sobrellevarlo.
“Cuando me subí a tarima yo me acuerdo que yo miraba a la gente y la gente se movía como las olas del mar. Como a la cuarta canción, de más que sudando, volví. Dios mío, fue tan horrible que dentro de mí yo decía: Señor, te juro que nunca más vuelvo a tocar esa mierda. Yo no entiendo cómo hacen los reguetoneros”, expuso.
En la misma conversación, indicó que se ha esforzado mucho por hacer buenas conexiones y que, episodios como el antes mencionado, pudieron haber dañado su reputación. “Me quiere todo el mundo, los buenos, los malos, los de la costa, los de Cúcuta, los de Pasto, los del Cauca, los del Valle, los de Antioquia, todo el mundo me adora”, concluyó.