Quienes asistieron al colegio entre el año 2000 y el 2014, probablemente se hayan cruzado con cuadernos que sin importar la cantidad de hojas o el trazado en su interior (rayado o cuadriculado) llevaban en frente a mujeres hermosas, con poca ropa.
“¿Se acuerdan cuando en los años 2000 y poco era algo normal llevar al colegio cuadernos de viejas en bola: las gemelas Dávalos, Natalia Paris, Laura Acuña”, y otras modelos de la época, se preguntó en un video reciente el tiktoker Bryan Chávez.
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Pues bien, durante años hicieron suspirar a los más jóvenes y habrían participado –aunque de manera indirecta– en su despertar sexual, al llegar a bachillerato. Una “transición” que, como dice el creador de contenido, los llevó cargar en su mochila carátulas con animales y caricaturas a llevar a la vista mujeres jóvenes con un físico envidiable.
Sin embargo, por dónde se le mire, la idea millonaria de algunas encuadernadoras hoy parece inaceptable, no solo por la cosificación de las mujeres, sino también por la manera en la que las nuevas juventudes conciben el cuerpo femenino.
Además, escándalos como el de Ana Sofía Henao, habrían terminado por sepultar esta “moda” y es que “la muy famosa modelo de nuestro adorado platanal tenía solo 16 años la primera vez que le ofrecieron ser portada de unos de estos cuadernos”.
Entonces, parecían cuadernos comunes y corrientes, útiles sin importar la asignatura y lo más importante, generaban cierto “estatus” entre quienes solían utilizarlos, año a año, con la llegada de un nuevo grado escolar.
“Si me lo preguntan es un poco perturbador. Tanto que ella llegó a decir que cuando estaba en la universidad se sentía incomoda porque, mientras estaba estudiando, algunos de sus compañeros y profesores tenían cuadernos de ella modelando, pero ¿quién no se va a sentir incómodo con eso?”, lamentó el también asesor en línea.
Y continuó: “En el año 2014 Norma sacó un comunicado anunciando que iban a dejar de poner a modelos en las portadas de sus cuadernos para poner a otros personajes como futbolistas o cantantes, argumentando que querían alentar a los niños a ser como otras personalidades influyentes de Colombia”.
Fue entonces cuando Maluma, J Balvin y James Rodríguez reemplazaron a las modelos en la línea comercial de esta y otras casas como “Scribe”, cambiando de lado la balanza pues, ahora eran las niñas quienes exhibían a celebridades masculinas, sex symbol de la época e intercambiaban afiches para tener en casa la colección completa.
O al menos así lo habrían admitido al cruzarse con el video de Chávez algunas adultas jóvenes que, para entonces, eran adolescentes descubriendo qué tipo de cuerpos y rostros masculinos preferían o buscaban en un posible candidato a primer novio.
“Yo tenía de Natalia París para religión”, “En mi casa teníamos los de Juan David Posada”, “Mi primo tenía la colección de cuadernos de Ana Sofía Henao, mientras los míos eran de Frutikas, Peluches, Rosita Fresita y Tinkerbell”, “Recuerdo bien que en el salón teníamos de Ferraris y de Ana Sofía Henao. Todos traían afiches, pero terminaron quitándonoslos porque el salón parecía taller de zapatero”, “Desde quinto y hasta octavo tuve cuadernos de modelos y me hacía la plata vendiendo los afiches”, “Mi papá por ahorrar me compraba cuadernos de modelos en vestido de baño y es algo con lo que aún lidio, me generó un trauma”, “Yo tenía cuadernos de Maluma”, “Mi pubertad fueron esos cuadernos”.
Los cuadernos con modelos, más que un recuerdo enterrado en el pasado, son un recordatorio, una ventana a un momento de la historia en el que era aceptable comprar y vender la imagen de mujeres con poca ropa a niños y adolescentes que tenía una percepción distinta del cuerpo.