La creencia popular de que la vida pasa por los ojos de una persona antes de que muera podría tener fundamentos científicos gracias a un descubrimiento accidental, realizado por un grupo de neurocientíficos en Estonia, al sur del Mar Báltico.
Así lo habría compartido con sus más de dos millones de seguidores el médico colombiano y también creador de contenido Alberto Negrete, tras revisar a fondo el estudio compartido en la revista científica Frontiers in Aging Neuroscience sobre este fenómeno.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Facebook.
“El 22 de febrero del 2022 pasó algo que nos hace pensar que este mito puede ser cierto, cuando un equipo médico decidió hacerle un electroencefalograma a un paciente de 87 años para entender el origen de su condición”.
EL hombre, de identidad desconocida, fue diagnosticado en su adultez con epilepsia, pero las últimas semanas sus atauques parecían estar fuera de control. Por ese motivo decidieron someterlo a una serie de exámenes para actualizar su tratamiento.
“Mientras realizaban la prueba, el paciente tuvo un paro cardiaco y murió instantáneamente. Lo que no esperaban ver era cómo después de fallecer sus ondas cerebrales siguieron mostrando actividad, pero no eran hondas normales”.
Nunca antes el cerebro de un hombre había sido monitoreado al momento de su muerte y lo que los médicos encontraron aquel día los llevó a pensar que algo, hasta ahora desconocido, ocurre con la mente.
“Pasaron a tener el patrón que normalmente se observa durante el sueño profundo y cuando se hacen procesos de memoria. Entonces, puede que sí, puede que veamos la vida pasar frente a nuestros ojos antes de morir”, preciso Negrete, al invitar a sus seguidores a crear buenos recuerdos.
¿Qué encontró el estudio sobre las ondas cerebrales y su comportamiento en la muerte?
Según explicó el coautor del estudio, el Dr. Ajmal Zemmar, en la publicación de Frontiers in Aging Neuroscience, el equipo analizó 15 minutos de ondas cerebrales para entender el comportamiento de su cerebro antes, durante y después del deceso.
“Medimos novecientos segundos de actividad cerebral alrededor del momento de la muerte y establecimos un enfoque específico para investigar qué sucedió en los treinta segundos antes y después de que el corazón dejara de latir”.
Fue así como lograron entender que el cerebro no se apagó tras la muerte del paciente, sino, por el contrario, demostró cambios que los llevaron a pensar que algo podría estar sucediendo en su interior.
“Justo antes y después de que el corazón dejara de funcionar, vimos cambios en una banda específica de oscilaciones neuronales, las llamadas oscilaciones gamma, pero también en otras, como las oscilaciones delta, theta, alfa y beta”.
Dichas oscilaciones son similares a las que el cerebro registra con actividades cognitivas como el pensar en viejos recuerdos o tratar de desarrollar una idea: “A través de la generación de oscilaciones involucradas en la recuperación de la memoria, el cerebro puede estar reproduciendo un último recuerdo de eventos importantes de la vida justo antes de morir, similar a los reportados en las experiencias cercanas a la muerte”.
Y es que, si bien, no existe un método científico que permita a los investigadores descubrir qué es lo que el paciente vio, sintió o pensó antes de la muerte, sí hay un claro indicio de qué algo ocurrió en su cerebro.
“Estos hallazgos desafían nuestra comprensión de cuándo termina exactamente la vida y generan importantes preguntas posteriores, como las relacionadas con la donación de órganos”, pero también, nos permite entender que, aun con los ojos cerrados, nuestros seres queridos “están listos para dejarnos descansar, pero sus cerebros pueden estar reproduciendo algunos de los mejores momentos que vivieron en sus vidas”.