La crisis hídrica en Bogotá ha llevado a la implementación de racionamiento de agua en diversos barrios y sectores de la ciudad, un fenómeno que ha alarmado a la comunidad ante el incremento de casos de tuberías rotas.
Según explicaciones del Acueducto de Bogotá, este problema se debe al proceso de cierre y restablecimiento del servicio, que provoca rupturas en el sistema de tuberías, el cual supera los 10.000 kilómetros de extensión y cuenta con diámetros que van desde los 10 centímetros (4 pulgadas) hasta los 2.20 metros. La situación se agrava particularmente en las zonas planas de la ciudad, donde las presiones del agua al volver a fluir generan el mayor número de daños.
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Ante la problemática, el Acueducto de Bogotá anunció el refuerzo de sus equipos técnicos, incrementando el número de comisiones para atender los daños principalmente durante la noche, buscando mitigar los efectos adversos del racionamiento.
Estas medidas intentan contrarrestar no solo el daño a la infraestructura, sino también el desperdicio de agua, que en momentos de escasez resulta aún más crítico. La EAAB (Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá) también hizo un llamado a la ciudadanía para reportar cualquier incidente a través de la Acualínea 116, con el fin de actuar de manera oportuna frente a las averías.
El racionamiento de agua, que se aplica alternando el servicio cada nueve días en diferentes zonas, ha levantado preocupaciones adicionales entre la población, no solo por la escasez del recurso sino también por los impactos económicos y domésticos que implica la reparación de las tuberías afectadas.
Este ciclo de suspensión y restablecimiento pone de manifiesto la vulnerabilidad de la infraestructura hídrica de la capital frente a cambios bruscos en el flujo y la presión del agua. “Al restablecerse el servicio, el flujo del agua y las presiones pueden generar roturas”, señalaron desde el Acueducto.
A pesar de los inconvenientes, el alcalde mayor Carlos Fernando Galán anunció una segunda ronda de racionamientos debido a los bajos niveles que presentan los embalses que alimentan a la capital del país, a pesar de las crecientes precipitaciones que se presentan en la zona centro de Colombia.
Y es que en los primeros días de la segunda fase de restricciones hídricas en Bogotá se ha registrado una disminución en el consumo de agua, aunque todavía no se alcanza la meta fijada. A fecha del 21 de abril, el consumo de la ciudad se situaba en 15,80 metros cúbicos por segundo, superando el objetivo de 15 m³/s establecido.
Pese a la reducción, los embalses del Sistema Chingaza, cruciales para el suministro de agua en la capital colombiana, presentan niveles críticamente bajos, con un 15,51% de su capacidad, lejos del umbral deseado del 20% para finales del mes de abril.
La administración de la ciudad, encabezada por el alcalde Carlos Fernando Galán, ha instado a los ciudadanos a intensificar las medidas de ahorro de agua, destacando el ahorro acumulado de 1,4 millones de metros cúbicos durante las primeras dos semanas de restricción.
Aun así, el mandatario advirtió que se requerirán esfuerzos adicionales para lograr un impacto significativo en el consumo. El 80% del uso del agua se atribuye a los hogares, señalando la importancia de modificar los comportamientos en la utilización del líquido en los quehaceres diarios.
Para hacer frente a la situación, la Alcaldía está evaluando diversas estrategias, incluidas las sugerencias de expertos, aunque ha mencionado la complejidad de construir un sistema paralelo al Chingaza debido a posibles repercusiones legales y ambientales. Asimismo, se están tomando medidas para diversificar las fuentes de suministro de agua de la ciudad mediante la ampliación del sistema hídrico del norte, lo que, aunque aumentaría significativamente el abastecimiento, también elevaría el costo del tratamiento del agua.