En un video publicado en sus redes sociales, con cerca de 32 mil seguidores, el extranjero Andrés Dielingen compartió lo que según él es un “review honesto” de vivir en el Coliving Unique Mine, de la localidad de Usaquén.
El suyo es un relato aterrador que incluye “prepagos, narcotráfico” y amenazas entre arrendatarios. Al momento de alquilar, los propietarios lo venden como si fuera el mismísimo Brickell (centro financiero de Miami), pero en Bogotá: “Piscina, gimnasio, turco, rooftop, business center”.
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Una idea que, por supuesto, le resultó atractiva a Dielingen en su llegada a la capital colombiana y a los demás habitantes de la torre que, con 18 pisos, ofrece cerca de 225 a 250 unidades.
Al principio, junto a él, había otras diez personas viviendo en el lugar, pero con el tiempo “la vaina se vino abajo. Las tipas que los gringos conocían en Tinder los robaban y les desocupaban el apartamento”.
Los robos, incluso, se extendieron a las zonas comunes. Se registraron robos “en el turco, en el businees center a alguien le robaron una computadora y vainas similares siguieron ocurriendo dentro de los amenities (salones de usos múltiples)”.
Pero todo fue tendiendo a peor: “Prepagos empezaron a operar en el edificio; es decir, montaron una red de turismo sexual en el edificio. Operaban ahí, entonces, eran 8 o 9 prepagos en cada habitación y lo que hacían era que metían tipos y yo me di cuenta estando en el restaurante, al ver el casting completo sentándose”.
El grupo o red de prostitución, según Dielingen, estuvo en Unique Mine cerca de dos meses. Pero, incluso, habiéndose ido seguían registrándose escenarios sexuales desaforados que lo obligaban, continuamente, a llamar a portería para pedir que sus “vecinos” se controlaran.
“Claro, a ti te venden esta experiencia de que es un lugar para ejecutivos, para tener tus reuniones de trabajo, pero es una mentira. Todos los espacios se fueron deteriorando, empiezas a tener este tipo de experiencias y en la habitación de al lado, alguien alquiló por dos o tres meses y” mantenía relaciones sexuales a altos volúmenes casi que a diario.
“Eso era lo que yo tenía que escuchar viernes, sábado y domingo, a las 2 de la mañana, a las 5 de la mañana, ni Porn Hub se atrevió a tanto. La vaina fue tan repetitiva que un lunes como a las 4 de la mañana empezaron y yo llamé a seguridad para que bajaran el ruido, pero me tocaron el timbre, me amenazaron a muerte, me dijeron que me iban a reventar a tiros, en fin”.
En ese momento decidió que era momento de irse, pero tan pronto como dejó en claro su intención de dejar la torre, comenzaron a intentar abrir su apartamento, para robar las pertenecías que guardaba en su interior.
Pasó “no una, sino dos veces y lo más heavy de todo esto es que yo me comuniqué con seguridad y me dijeron que estuviera tranquilo, que era alguien borracho, como si yo tuviera que aceptar su explicación y quedare tranquilo”.
“Yo empecé a vivir con ciertas comodidades, pero con el tiempo comencé a ser permisivo con algo en lo que no tenía que ser permisivo, era mi casa y me sentía incomodo, me sentía ansioso y no podía dormir”, hasta que se mudó de Unique, un lugar que ofrecía un gran concepto, pero se fue al piso “con el tipo de gente que empezó a utilizar o el fin con el que lo hacían, porque no había un control” sobre lo que ocurría en el edificio o a quien arrendaban.