En medio del caos y el ajetreo que se puede vivir a diario en las calles de Bogotá, una emotiva relación entre Huger Herrera, un conductor del Sistema Integrado de Transporte Público (Sitp), y Lulú, su perra de apoyo emocional, captaron la atención y el afecto de los ciudadanos.
El informe realizado por City Tv cuenta la historia de esta canina criolla rescatada después de ser abandonada en un bus del sistema. La mascota lleva cuatro años compartiendo su vida con Huger, marcando un antes y un después en la manera en que el hombre enfrenta sus días tras el trágico fallecimiento de la esposa e hija en un accidente de tránsito.
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La historia de Huger se remonta a una tragedia personal que cambió su vida. Cuatro años atrás encontró en Lulú, una cachorra abandonada en uno de sus recorridos, no solo una mascota sino una gran fuente de apoyo emocional. “Me la dejaron en una ruta. Tenía como un mes de nacida, la encontré y la adopté”, relató con cariño el hombre para el medio citado anteriormente.
Esta relación se ha fortalecido con el tiempo, donde Lulú no solo acompaña a Huger en su hogar, sino también le asiste en su labor como conductor, llegando a interactuar con los usuarios del Sitp de formas significativas. El ejemplar de raza criolla, ha demostrado una conexión especial con el hombre ayudándole a enfrentar crisis emocionales y contribuyendo a su bienestar general: “Desde que llegó a mi vida, ella cubrió todas las necesidades de esos seres queridos. A veces tengo crisis y es ella la que me saca de la casa”.
La presencia de este animal en el trabajo del operador de Sitp se ha vuelto un tema de conversación entre los usuarios del sistema de transporte, muchos de los cuales reconocen los beneficios psicológicos que los animales de apoyo emocional pueden ofrecer, especialmente en entornos urbanos retadores como lo es la capital colombiana. Su historia resalta el impacto positivo que puede tener una mascota de compañía en la recuperación y el soporte emocional de las personas tras experiencias traumáticas.
Adicionalmente, lo interesante de este caso es cómo Lulú ha trascendido su rol de compañía doméstica para convertirse en una parte activa de la jornada laboral de Huger, incluso hasta el punto de “colaborar” con él disuadiendo a pasajeros que intentan evitar el pago del servicio. “Alguien se vuela el torniquete y ella está pilas, rabiosa, ladrándole”.
Este comportamiento ha generado respuestas positivas de la comunidad de usuarios del Sistema Integrado de Transporte, quienes ven en ella un recordatorio del vínculo especial que puede existir entre humanos y animales, y cómo este puede ser un pilar en el soporte emocional y en la superación de adversidades.
“Me encantan los animalitos y no me parece que porque los encuentran en un busa la gente se enoja; yo sí estoy de acuerdo que los animales puedan ir en el transporte y más si de compañía”, declaró una de las usuarias para el medio bogotano.
La singular historia de Huger y Lulú, más allá de humanizar el día a día del sistema de transporte de Bogotá, da muestra de la importancia del apoyo emocional y el impacto que un animal puede tener en la recuperación personal. “Es una perra que Dios me mandó para que cubriera ese rol como de hija, porque yo me entretenía dándole tetero, ella se fue acoplando a mi y ahorita somos inseparables”, concluyó el conductor.