Recientemente desclasificados, una serie de documentos han salido a la luz, que revelan las tácticas de presión ejercidas por el presidente estadounidense Jimmy Carter sobre su homólogo colombiano Alfonso López Michelsen en la lucha contra el narcotráfico y la corrupción.
Estos documentos, que permanecieron en secreto hasta su publicación por la organización National Security Archive (NSA), detallan cómo en 1977, la CIA, siguiendo órdenes de Carter, entregó a López Michelsen una serie de archivos que implicaba a altos funcionarios colombianos en actividades ilícitas relacionadas con el narcotráfico.
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El dosier en cuestión señalaba a figuras prominentes, como el general Abraham Varón Valencia, el ministro de Trabajo Óscar Montoya Montoya, y el coronel Humberto Cardona Orozco, encargado de Indumil, la empresa estatal colombiana de armamento, como vinculados al comercio de estupefacientes. La intención de Carter era clara: instar al gobierno colombiano a adoptar una postura más firme y decidida contra el narcotráfico y la corrupción que lo rodea.
El informe, entregado el 21 de julio de 1977 por tres altos funcionarios de EE.UU. a López Michelsen, no tardó en filtrarse a la prensa. Pocos meses después, sirvió de base para un reportaje de la cadena CBS en 1978, que acusaba al entonces candidato presidencial Julio César Turbay Ayala de tener vínculos con el narcotráfico. Turbay Ayala, que falleció en 2005 a los 89 años, fue posteriormente elegido presidente y gobernó Colombia entre 1978 y 1982.
De hecho, los informes de inteligencia de Estados Unidos destacaron a Julio César Turbay como una figura prominente. Según los documentos, existían alegaciones de que Turbay, a través de su sobrino Aníbal Turbay Bernal, mantenía conexiones con narcotraficantes influyentes capaces de influir en la selección de líderes de las agencias encargadas de la aplicación de la ley en Colombia, en el evento de que Turbay asumiera la presidencia.
En cuanto al ministro de Defensa de la administración de López, el general Varón Valencia, los archivos desclasificados sugieren que había aceptado sobornos relacionados con narcóticos y contrabando. Por otro lado, Óscar Montoya Montoya, quien ocupaba el cargo de ministro de Trabajo, supuestamente había mantenido conversaciones sobre el tráfico ilegal de cocaína y café con un narcotraficante notorio. Estas acusaciones reflejan la complejidad y los desafíos que enfrentaba el gobierno colombiano en esa época en relación con el narcotráfico y la corrupción.
La implicación personal de Carter en este asunto fue tan directa que algunos de los documentos contienen anotaciones manuscritas del presidente, incluyendo una instrucción explícita para “no enviar helicópteros” militares que Estados Unidos había prometido a Colombia. Además, otro documento desclasificado por la NSA es un memorando del Departamento de Estado que menciona “posibles actividades de narcotráfico” de Alfonso López Caballero, hijo del presidente López Michelsen, que sirvió como embajador de Colombia en Rusia entre 2016 y 2022.
Estos documentos históricos no solo arrojan luz sobre las dinámicas de poder y la política exterior de EE.UU. durante la década de los setenta, también subrayan la complejidad de las relaciones internacionales en el contexto de la guerra contra las drogas, un tema que sigue siendo relevante en la actualidad.
La información clasificada, que emergió de las investigaciones llevadas a cabo por la DEA y la CIA, evidenciaba la alarmante rapidez con la que la corrupción y el narcotráfico se estaban propagando en Colombia. Los informes de estas agencias destacaban la urgencia de la situación. Con el fin de subrayar la gravedad del asunto ante el presidente López, el presidente Carter tomó la decisión de enviar a la primera dama de los Estados Unidos, Rosalynn Carter, en misiones diplomáticas. Su objetivo era establecer un diálogo firme sobre las futuras relaciones bilaterales y reforzar el compromiso conjunto en la lucha contra el narcotráfico, un tema de importancia crítica para ambos países.