Aunque a finales del 2023 hubo entusiasmo en el Gobierno Nacional por los buenos indicadores sobre la disminución de la tala de árboles y arrasamiento de la vegetación en la región de la Amazonía, nuevamente hay desazón porque las cifras tuvieron un revés entre enero y marzo.
“La deforestación en Colombia y la Amazonía se disparó en el primer trimestre con un aumento del 40 %”, según informó la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, el lunes pasado.
Durante la exposición del informe sobre Alertas Tempranas de Deforestación, la funcionaria resaltó que este aumento contrastaba notablemente con la tendencia a la baja observada en años anteriores en el país.
“Podemos estar en un pico histórico”, superando incluso las cifras de deforestación registradas en el primer trimestre de 2022, “un periodo que fue terrible”, comentó.
Muhamad expresó preocupación por las proyecciones para 2024, indicando que “Preveíamos que iba a subir la deforestación, pero no en los niveles que está subiendo”.
El alza de la deforestación fue atribuido parcialmente a la temporada de sequía exacerbada por el fenómeno de El Niño, y también a la presión ejercida por grupos armados en áreas rurales.
La ministra apuntó directamente al Estado Mayor Central (EMC), la principal fracción disidente de la antigua guerrilla de las Farc, acusándolos de obstruir la implementación de medidas de control y conservación del Plan Nacional de Desarrollo y de “impulsando la tala de bosques como mecanismo para presionar en las negociaciones de los acuerdos de paz” con el gobierno.
De acuerdo con el ministerio, el incremento de la deforestación se concentró en zonas de fuerte presencia del EMC, como los departamentos de Meta, Guaviare y Caquetá, donde, según Muhamad, “se está poniendo a la naturaleza en mitad del conflicto”.
La ministra no perdió la ocasión para reafirmar su respaldo a los líderes de las comunidades afectadas: “Quiero decirles a los presidentes de esas juntas comunales que cuentan con el apoyo del Gobierno, no los vamos a dejar solos”.
Por otro lado, el Ministerio de Ambiente mira con esperanza el inicio de la estación lluviosa, la cual anticipan se extenderá durante mayo.
El gobierno colombiano había anunciado el comienzo de la temporada de El Niño en noviembre último, desde cuando 354 municipios enfrentaron dificultades para el suministro de agua. En respuesta, según Muhamad, la Unidad de Gestión de Riesgo distribuyó más de 15 millones de litros de agua a las áreas y zonas rurales afectadas.
El Niño, caracterizado por el calentamiento de las aguas del océano Pacífico, puede resultar en sequías y en el incremento de las temperaturas a nivel mundial durante periodos extendidos.
En Colombia, este fenómeno ha agudizado las sequías y fomentado la aparición de incendios forestales, especialmente hacia fines de enero y comienzos de febrero, afectando incluso a los cerros orientales de Bogotá.
La falta de precipitaciones durante El Niño ha disminuido drásticamente los niveles de los embalses que proveen de agua potable a Bogotá y otras ciudades, llevando al alcalde de la capital, Carlos Fernando Galán, a anunciar que el próximo jueves comenzará un racionamiento indefinido en la ciudad.
En una entrevista con el periódico El Tiempo, Muhamad precisamente señaló que parte de la crisis con la escasez de agua por la que atraviesa la capital del país y conllevó a los racionamientos, también tiene que ver con la tala de árboles en el centro y norte del país.
“Hemos deforestado el 80 por ciento de los Andes. Estamos a punto de perder por deforestación la conexión entre los Andes y la Amazonía y la Orinoquía. Y eso genera que se baje esa humedad y esa capacidad de producción de agua. Y también hemos deforestado más del 80 por ciento del Caribe, donde hoy las sequías son tremendas”, afirmó la ministra.