La música siempre ha sido un conducto potente para el discurso político y social, un medio a través del cual artistas y bandas han canalizado su crítica hacia los sistemas de poder, provocando diálogo, reflexión y, en ocasiones, cambio. En Colombia, un país marcado por años de conflicto, violencia y desigualdad, la banda La Pestilencia ha utilizado su plataforma no solo para entretener, sino para comentar y criticar la situación sociopolítica de su nación durante más de tres décadas.
Durante una entrevista entre Infobae Colombia y Dilson Díaz, vocalista de la agrupación, conversó el papel de La Pestilencia no solo como músicos, sino como observadores y críticos del ambiente político de Colombia. Durante la trayectoria de esta agrupación, en paralelo, el país ha pasado por ocho presidentes, hecho que argumenta la idea de que las propuestas políticas no han estado a la altura de las necesidades reales del país.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Facebook.
“El cambio viene a través del ciudadano, desde el individuo y no a través de un líder político. Llevamos desde la presidencia de Belisario hasta el día de hoy y hemos planteado siempre que la solución no ha sido política, la solución ha sido sobre como individualmente cada persona aporte lo suyo para que el país llegue a un cambio significativo y real”, explica Dilson Díaz.
Sin embargo, mantienen la esperanza en la participación y el despertar de la juventud colombiana como fuerza de cambio real y relevante. Este optimismo no es ingenuo; está arraigado en la observación de una generación más consciente y activa, política y socialmente, misma que, como Dilson ha observado desde las tarimas que ha pisado, muchas otras bandas y agrupaciones nacionales han podido evidencia con la juventud colombiana.
“Siempre pensé que mi generación, una que pensaba distinto, iba a ser quien diera aportes valiosos al cambio del país y no fue así. Más allá de los personajes políticos de ahora, lo que está pasando actualmente es por una elección de la juventud. Por fin estamos sintiendo una reacción de la gente, esa gente joven, ahora está alerta”, sostiene Díaz.
Una persona que sea ajena al sentido contestatario de esta agrupación, perfectamente podría afirman sin temor a equivocarse que es una agrupación pro gobierno, pues dentro de los conceptos sociales de los sectores conservadores del país, “este man de rastas”, es la viva imagen de lo que satánicamente han denominado un mamerto promedio. En contra posición a esto, Dilson, junto con su agrupación, solo es un artista nacional más, hace memoria de realidades que no a todo el mundo le gusta ver y sus letras son el vivo ejemplo:
“Comencé a crecer y varios amigos míos murieron en el camino, unos por dinero, otros por poder. Muchos murieron entre balas o por estar parados en un sitio prohibido. No es el porqué, porque no hay historias que inventar, la descomposición social cada vez tiene más víctimas y a veces puede ser un conocido nuestro torturado y maniatado que encontraron muerto en el río. No destruyas para No destruyas para. En Colombia nada es cierto. Somos herederos de la mierda, somos herederos de la mierda. Somos la gran patria, somos la gran patria, la que olvida pronto y jamás recuerda”, esta frase corresponde a la canción El país del Sagrado Corazón, perteneciente al álbum Balistica, del 2001.
La Pestilencia se alinea con un movimiento cultural que busca paz en el país, una resolución al prolongado conflicto armado que ha fragmentado al país. En sus canciones, se posicionan tanto a favor como en contra de las fuerzas armadas, según el contexto, (en defensa del soldado pobre que es mandado como carne de cañón, como en su canción Soldado Mutilado o en contra de los soldados que ayudaron al paramilitarismo), pero siempre en favor del pueblo y de la comunidad por encima del individuo.
El impacto político de La Pestilencia se extiende más allá de sus letras y se manifiesta en su participación activa en el escenario cultural del país. Su presencia en eventos significativos, como el concierto en la Plaza de Bolívar, no solo es una demostración artística, sino un acto cargado de simbolismo político. Este espacio histórico, testigo de momentos claves en la política colombiana, se transforma con su música en un lugar de encuentro, reflexión y, potencialmente, catarsis para una sociedad en busca de dirección y curación.
“Nunca hemos sido promotores de un partido político, ni mucho menos y lo seguiremos haciendo, pero si está muy claro que la gente joven sí ha tenido una reacción y no quiere seguir con esos mismos estamentos políticos que han manejado el país. Está pendiente de ver los resultados de por quién votaron y si no se logran los resultados que el pueblo está pidiendo, pues entonces también tiene que dar una nueva reacción. Es eso lo que aplaudo”, analiza Díaz sobre la situación política actual del país.
A través de la música, proponen que es en el ejercicio del voto consciente y la participación ciudadana donde reside la clave para superar los estigmas del pasado y avanzar hacia un futuro más equitativo y justo. En una época donde la política tradicional a menudo falla en responder a las necesidades de la gente, bandas como La Pestilencia se convierten en vehículos cruciales para la expresión de la voluntad popular, un recordatorio de que el cambio, a pesar de los desafíos, es siempre posible cuando la comunidad se une en pos de un objetivo común.
Finalmente, Dilson incita a que la población colombiana se acerque al PazRock, festival por la paz que se llevará a cabo en la Plaza Simón Bolívar y en la que se tendrá un repertorio musical de bandas nacionales e internacionales, con sonidos folclóricos y contraculturales como el ska, punk y rap, con agrupaciones como Las Poker, The Casualties, Panteón Rococo y, por su puesto La Peste.