Piedad Córdoba Ruíz es recordada como una de las fichas políticas más importantes en el país, desde sus inicios en el Partido Liberal, durante su trayectoria política en el movimiento Poder Ciudadano, como congresista de la República e incluso su postura frente a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) durante y después de la firma negociada del gobierno de Juan Manuel Santos la catapultaron en el panorama político nacional.
El sábado 20 de enero, la clínica Conquistadores en su natal Medellín confirmó su fallecimiento debido a un infarto, llama la atención que la política colombiana estaba a contados días de cumplir sus 69 años y que durante los últimos años registró varios ingresos a clínicas y hospitales por variados malestares en su estado de salud.
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Durante su trayectoria generó amores y odios como es habitual en el panorama estatal, pero luego de su muerte se generaron varias preguntas, una de las más sonadas relacionada con el futuro que tendrían las investigaciones que se generaron en su contra cuando aún vivía.
La exsenadora estaba siendo investigada por delitos como enriquecimiento ilícito, peculado a favor de terceros y falsedad en documento público.
Uno de los casos más sonados fue el relacionado con la Finca Hotel Agroecológica Ari Ari. Esta propiedad está ubicada en lo más profundo del departamento del Meta, está vinculada a la controvertida exsenadora del Pacto Histórico, y enfrenta una situación incierta que ha captado la atención incluso de la Corte Suprema de Justicia.
Por lo que Revista Semana se aventuró hasta el corazón del Meta para investigar esta finca, cuya extensión de sabana presuntamente fue adquirida con fondos provenientes de los negocios entre la exsenadora y Álex Saab, el testaferro de Nicolás Maduro. Sin embargo, con el fallecimiento de la excongresista, los secretos detrás de estas transacciones parecen haber sido sepultados con ella.
La finca abarca 144 hectáreas y se encuentra en la vereda La Tigrera de Puerto Lleras, ha sido descrita como un oasis de excentricidad en medio de un entorno rural dominado por la presencia pasada de las Farc. Sin embargo, su futuro se ve ensombrecido por las investigaciones judiciales y las disputas familiares.
El acceso a la finca es todo un desafío, con una carretera polvorienta y sin pavimentar que se interna en el terreno. A pesar de los intentos de Córdoba por mejorar la vía, la muerte la sorprendió antes de lograr su objetivo. El complejo turístico, que alguna vez fue promocionado como “el secreto mejor guardado del Meta”, permanece cerrado al público, con sus puertas bloqueadas y un futuro incierto.
El negocio no cuenta siquiera con el registro único de turismo que le permitiría operar legalmente. A pesar de los esfuerzos de la hija de Piedad Córdoba por mantener viva la ilusión de su madre, la apertura del hotel sigue siendo una promesa incumplida, sumado a esto, la llegada de la pandemia de coronavirus retrasó aún más los planes.
La incertidumbre sobre el destino de Ari Ari se agrava por las disputas entre los herederos de Córdoba y su pareja sentimental, Luis Pérez Olaya. Mientras los hijos de la exsenadora -Natalia María Castro Córdoba; Juan Luis Castro Córdoba; Camilo Andrés Castro Córdoba y César Augusto Castro Córdoba- reclaman su parte de la finca como herencia, Pérez Olaya continúa al frente de la organización del predio, aunque se mantiene en silencio respecto a su futuro.
La finca, que alguna vez fue un sueño ambicioso de Piedad Córdoba, ahora enfrenta un panorama sombrío. Sin la presencia de la exsenadora y con las investigaciones judiciales pendientes, su destino parece estar en manos de la Justicia, que deberá decidir el curso de acción más adecuado para esta propiedad envuelta en misterio y controversia.