La Semana Santa representa para muchos días de reflexión y profundización en su espiritualidad. Para otros, constituye un período de descanso y oportunidad de vacacionar, mientras que hay quienes lo consideran una época de actividad laboral ordinaria.
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En el Congreso de la República se había programado que las plenarias tuvieran lugar como de costumbre los días martes 25 y miércoles 26 de marzo; sin embargo, resulta curioso que varios honorables senadores no lograron asistir a trabajar durante esos dos días, y, lamentablemente, pasaron la ‘Semana Mayor’ sin realizar ninguna actividad laboral.
Al parecer hubo una epidemia o bajas defensas en el Congreso porque seis senadores presentaron excusas médicas por diversas afectaciones médicas. Entre los ausentes resuena el nombre de la figura de oposición, María Fernanda Cabal, la senadora del Centro Democrático pese a su ‘estado de salud’ ha participado activamente en redes sociales cuestionado al Gobierno.
La lideresa senadora del partido Maís Aida Quilcue y el congresista Arturo García del Partido Libera fueron otros de los políticos que tuvieron que ausentarse durante toda la Semana Santa.
Por su parte en la bancada de Cambio Radical se evidenció el mayor brote de enfermedad, porque fueron 3 los senadores que presentaron excusas médicas: Didier Lobo, Carlos Julio González y Edgar Díaz Contreras.
Además de los seis congresistas mencionados anteriormente, Juan Pablo Gallo y Claudia Pérez también solicitaron permiso, uniéndose a Angélica Lozano en esta solicitud. Los tres senadores pidieron ausentarse desde la semana anterior hasta el domingo 31 de marzo. Como justificación para estos permisos, algunos de ellos señalaron la intención de visitar sus regiones para divulgar y socializar los avances logrados en el Congreso.
Entra tanto los congresistas Nadia Blel Scaff, Partido Conservador, y Miguel Henríquez Pinedo, Centro Democrático, solicitaron licencias no remuneradas.
El Congreso se pronunció sobre la polémica Milei - Petro
La reciente entrevista en CNN al presidente argentino Javier Milei, quien calificó al presidente colombiano Gustavo Petro como “terrorista, asesino”, ha desencadenado una serie de eventos diplomáticos tensos entre ambos países. La reacción de Petro fue solicitar el regreso a Bogotá de Camilo Romero, el embajador colombiano en Argentina, y ordenar la expulsión del embajador argentino en Colombia, Alejandro Dzugala. Esta situación ha generado una amplia solidaridad política hacia Petro desde distintos sectores en Colombia.
Iván Name, presidente del Senado, expresó su rechazo hacia los comentarios de Milei, enfatizando que el presidente colombiano representa la unidad y la soberanía de la nación, llamando a mantener la fraternidad entre ambos países.
En el Congreso, figuras como Humberto de la Calle han apoyado a Petro, destacando que, si bien las discrepancias entre presidentes son comunes e incluso necesarias, el insulto personal es inaceptable. David Luna, senador opositor, aunque criticó algunas posiciones de Petro, hizo un llamado a la serenidad, indicando que las relaciones diplomáticas requieren de una gestión madura.
Contrariamente, representantes como Andrés Forero y María Fernanda Cabal han mostrado posiciones más críticas. Forero consideró exagerada la reacción de Petro, mientras que Cabal respaldó a Milei, con quien ha mostrado afinidad política previamente. Este apoyo a Milei fue criticado por David Racero del Pacto Histórico, destacando que la decisión de Petro fue un acto de defensa nacional.
Otros políticos como el exalcalde de Medellín Daniel Quintero, Sergio Fajardo, y el alcalde de Bogotá Carlos Fernando Galán han señalado la importancia de la decencia y respeto en las relaciones internacionales, descalificando los insultos y la falta de respeto hacia la figura presidencial y, por extensión, hacia el pueblo colombiano.
Este episodio resalta la complejidad de las relaciones internacionales y la necesidad de manejar las discrepancias con respeto y madurez para evitar escaladas innecesarias que puedan perjudicar las relaciones entre países.