Flagelante revela los secretos de su oficio: paga favores a santos azotando su espalda

En la Semana Mayor se congregan en Santo Tomás (Atlántico) los flagelantes, un grupo de personas que paga ‘mandas’ infringiéndose dolor

Guardar
En Santo Tomas (Atlántico) es
En Santo Tomas (Atlántico) es tradición que las personas se flagelen en semana Santa - crédito Charlie Cordero

En medio de las celebraciones religiosas de Semana Santa, los devotos realizan prácticas que se ciñen a las tradiciones heredadas de sus antepasados, una de esas es la de los flagelantes, personas que acompañan la procesión del viacrucis con la cara y las piernas tapadas con un manto blanco, y con la espalda descubierta para recibir los flagelos que sufrió Jesús en su camino a la cruz.

A las personas que se dedican a realizar esa práctica se les llama flagelantes y uno de los sitios emblemáticos del país para verlos es el municipio de Santo Tomás, en el departamento del Atlántico, donde anualmente se reúne un grupo de personas de distintas partes del país para participa en el viacrucis y recibir los flagelos de Jesús en sus espaldas.

Todos los Viernes Santos, decenas de flagelantes recorren el camino a la cruz y se laceran la espalda con siete bolas de cera que cuelgan de látigos que ellos mismos azotan contra su cuerpo por una razón: pagar mandas, es decir favores que le pidieron a santos u otras figuras religiosas a cambio de una penitencia, que en este caso es ser flagelante.

Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Facebook.

Los flagelantes pagan favores en
Los flagelantes pagan favores en los viacrucis - crédito El Universal / Colprensa

En diálogo con El Heraldo, Mauricio Cerpa, uno de los flagelantes de Santo Tomás, contó cuáles fueron sus motivaciones para llevar a cabo esa práctica en dos períodos y cómo se prepara para realizar su peregrinación mientras se infringe dolor.

“Primero fue una manda de 7 años por una hermana que iban a operar, la operaron (era) de corazón abierto, y en menos de 24 horas la abrieron nuevamente. Yo le pedí a Jesús de Nazaret que, si ella se salvaba de esa operación, salía bien, me flagelaba 6 años, pero como hay que terminar en par, yo pagué esa manda durante 7 años”, le dijo el flagelante al medio atlanticense.

Mauricio Cerpa relató que ser flagelante es una tradición que se h mantenido en su familia por tres generaciones, las cuales llevaron a cabo esa práctica religiosa durante más de tres décadas y que él extenderá algún par de años más.

Los flagelantes guardan tradiciones de
Los flagelantes guardan tradiciones de sus antepasados - crédito Charlie Cordero

Como dice uno acá, esto de pronto lo lleva uno en la sangre, porque mi abuelo se flageló 17 años. Después tuve un tío que se flageló 7 años. Y ahora continúo yo”, le dijo a El Heraldo.

El devoto atlanticense pagó su primera manda entre 2007y 2014 para que su hermana saliera bien librada de sus afecciones cardíacas; sin embargo, se vio obligado a ofrecer otra peregrinación debido a que a su esposa le descubrieron cáncer de garganta.

Volví otra vez a renovar el año pasado porque mi esposa tenía cáncer de garganta. Gracias a Dios, le pedí a Jesús de Nazaret que se mejorara mi compañera y ahí está evolucionando con buena salud”, relató.

En su segundo año pagando la manda por su esposa, Mauricio Cerpa se convirtió en el protagonista de un documental que registra el paso a paso de la preparación de los flagelantes de Santo Tomás y cómo afrontan las procesiones del Viernes Santo.

Según cuenta Cerpa, su acondicionamiento físico inicia desde el Domingo de Ramos, cuando arranca un ayuno de una semana para adaptar su cuerpo a la falta de alimentación y energía que deberá soportar en el viacrucis.

Desde que llega el Domingo de Ramos, yo desayuno tipo 10, 11 de la mañana, para acostumbrarme al organismo, porque yo lo hago en ayunas”, dijo.

Los flagelantes de Santo Tomás
Los flagelantes de Santo Tomás son acompañados por la comunidad en su recorrido - crédito Charlie Cordero

El Jueves Santo el flagelante intensifica sus oraciones y peticiones a Dios, prepara sus túnicas blancas y las disciplinas, que son los látigos con las bolas de cera que azotarán su espalda en el camino a la crucifixión de Jesús, recorrido que hará acompañado de un devoto, que es su mano derecha y tiene como misión indicarle dónde golpean las bolas de cera y limpiarle el sudor y la sangre si llega a lacerarse.

Así, Mauricio Cerpa cumple año tras año con la manda que hizo a cambio de la buena salud de su esposa y perpetúa la herencia cultural y religiosa de sus antepasados flagelantes.

Guardar