De uno de los departamentos del Caribe colombiano que resisitó el conflicto armado desde la década de 1980, ”Jerónimo”, como fue llamado quien para entonces no había cumplido la mayoría de edad, tuvo que salir de su casa por la violencia que se vivía en su región.
Pese a que él había desaparecido del círculo familiar, viviendo en las calles por muchos años, la esperanza de volverse a encontrar con su madre y sus tres hermanos menores permaneció viva hasta el último momento.
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Su madre, quien relató cómo fue enfrentarse a la zozobra de saber si “Jerónimo” estaba vivo, tampocó se rindió en su búsqueda. Cuenta que no se despegaba un solo minuto de los noticieros para obtener alguna información que condujera al paradero de su hijo y, pese a que muchos le decían que no contemplara más la idea de encontrarlo con vida, ella insistía: “En ningún momento pensé que mi hijo estaba muerto. Siempre pensaba si comería (...) Siempre, de rodillas, todas las noches oraba por él”.
Estaba tan convencida de que estaría de nuevo con Jerónimo, que en 2007 llegó a la Regional Magdalena de la Defensoría del Pueblo donde inició la ruta de atención como víctima del conflicto armado. Recibió asesoría psicológica y jurídica permanentes y, a partir de octubre de 2019, la Defensoría junto con la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) la contactaron para ayudarla en su misión.
Cuando “Jerónimo” logró salir de la situación de violencia en la que se encontraba, llegó hasta el municipio de Madrid (Cundinamarca) donde para sobrevivir se dedicó a la venta ambulante de dulces. Sin embargo, presentó un deterioro en su estado de salud que lo llevó en varias oportunidades a estar internado en hospitales y centros médicos.
“Ya después que cogí la calle para mí fue durísimo, porque enfrentar la calle no es bonito porque la he vivido en carne propia. (...) Es algo durísimo, pero solo supervivencia, eso es lo que me ha tocado siempre. (sic)”, dijo “Jerónimo”.
Fue gracias a una funcionaria de la Alcaldía de Madrid, que identificó mediante sistemas de información de atención a víctimas que a él lo estaba buscando su familia, contactó a la UBPD e informó del posible hallazgo.
A su vez, la Unidad de Búsqueda contactó a la madre para articular con la Regional Magdalena de la Defensoría del Pueblo las acciones que pudieran producir la plena identificación de “Jerónimo”, ya que una primera foto tomada fuera del hospital y enviada a los familiares no permitió su identificación inmediata. La calle y las experiencias vividas produjeron drásticos cambios en su rostro y cuerpo, como también en la memoria de su madre.
Así las cosas, científicos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses analizaron las muestras biológicas de “Jerónimo”, las de su madre y sus hermanos, que fueron tomadas en Santa Marta y Barranquilla. Pocas semanas después se estableció que, efectivamente, eran sus familiares. La búsqueda de más de 30 años había culminado.
“Es un esfuerzo de Estado. El Sistema Nacional de Búsqueda precisamente tiene como objetivo que nosotros reconozcamos que la búsqueda puede ser enriquecida por todos y por todas, que cada entidad, aunque no lo parezca, puede aportar un granito de arena para que una persona pueda volver, después de tantos años, a reencontrarse con su familia”, indica Sol Alonso Parra, coordinadora del equipo Bogotá-Cundinamarca de la UBPD, que trabajó de manera articulada con su similar del Atlántico.
Por indicación de la Defensoría del Pueblo, esa entidad seguirá brindando el apoyo a la familia; y la Alcaldía de Madrid seguirá acompañando a “Jerónimo” en su recuperación, pues toda la familia decidió quedarse a vivir en este municipio.