Como parte de su sección “mi primera vez” para redes sociales, el creador de contenido bogotano Fonse pasó un día trabajando como reciclador junto don Justo, un hombre venezolano de 44 años que encontró en la basura una nueva oportunidad de vida.
“Les puedo jurar que es el trabajo más duro que he hecho. Todavía no me puedo levantar de la cama”, admitió el tiktoker, a unos días de su experiencia como reciclador, cuando terminó de editar el video.
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Previo a iniciar la experiencia, Fonse y su instructor dieron sus primeras impresiones sobre el día de trabajo que estaba a punto de iniciar, bajo un sol poco frecuente en Bogotá: “Estoy nervioso, la verdad no sé qué esperar”.
Al peguntarle a son Justo, reciclador de oficio que aceptó enseñarle, por sus expectativas, este contestó: “Que no se vomite. Tiene que tratar de no inhalar los olores de la comida para que vaya a aguantar, porque, si no, no le va a dar tiempo de reciclar y va a pasar un mal día”.
Lo primero es “agarrar el carrito y salir a seleccionar los materiales”. Su jornada va desde las 2:00 de la tarde a las 8:00 de la noche y, con otros recicladores, se dividen el trabajo por sectores.
En el recorrido, Fonse no dudó en preguntarle de todo, como por ejemplo qué es lo más extraño que se ha encontrado y, con su respuesta, entendió por qué “la basura de uno es el tesoro de otro”, sobre todo en Bogotá, donde don Justo sacó fragmentos de oro y hasta dos millones de pesos en efectivo de un contenedor.
Sin embargo, “sí, desearía tener algo mejor, pero bueno”, con sus seis horas de trabajo, al día, logra reunir hasta 200.000 pesos, con los que sostiene a sus ocho hijos.
La carretilla pesa, “es un trabajo duro” y también peligroso, ya que, a pesar de tener permiso para ingresar a los shuts de basura que hay en la zona, realizan la separación de material sin guantes, ni tapabocas, arriesgándose a cortar sus manos, o contraer alguna enfermedad.
Según la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp), en Bogotá cerca de 24.998 se desempeñan como recicladores de oficio y al meno 110 se lesionan a diario.
“Las lesiones más representativas en la muestra se encontraron lesiones superficiales, lesiones profundas que afectan a nuestros tendones y a nuestros nervios. Adicionalmente, amputaciones, esguinces, quemaduras y hasta envenenamiento”, lamentó la terapeuta y líder del estudio sobre los riesgos que corren los recicladores en Bogotá para la Universidad Manuela Beltrán, Carolina Osorio.
Y es que hasta una hora pueden tardarse en separar los residuos de un conjunto residencial, pero, eso sí, nunca faltan a las jornadas de vacunación que ofrece el Distrito para protegerse y proteger a sus familias. Sin embargo, “la gente no ve lo importante que es este trabajo”.
Una vez termina el día, el reciclaje se organiza en pacas de gran tamaño y se cargan, a pesar de su peso, sobre la carreta: “Tengo un problema en la columna, pero no me afecta. Mantengo la mentalidad de que el problema no existe”, explicó don Justo, quien, luego guarda su vehículo artesanal en un parqueadero, que además es punto de encuentro con los demás recicladores y, al día siguiente, hace lo mismo.
Este oficio no tiene fines de semana, días festivos ni vacaciones, pero, como bien dijo Fonse, “los parceros van intactos”, o al menos eso intentan, a pesar de tener otros sueños y aspiraciones en mente: “Siempre me ha gustado la mecánica, la mecánica de motos, mecánica de carros y de maquinaria pesada”.