El auge de los carteles de narcotráfico en Colombia hicieron que parte de una generación pensara que el negocio ilícito era el más efectivo para conseguir dinero, uno de esos casos fue la vida de Juan Carlos Ramírez Abadía, más conocido como Chupeta, que fue una de las piezas claves en el juicio contra Joaquín El Chapo Guzmán.
Debido a las múltiples cirugías a las que se sometió con el objetivo de cambiar su rostro y no ser reconocido por las autoridades, Ramírez Abadía es conocido por su cara en algunos aspectos desfigurada; sin embargo, en el punto alto de los rezagos del cartel de Cali y el nacimiento del cartel del Norte del Valle, fue considerado uno de los capos más vanidosos.
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Durante el tiempo que comandó una de las subestructuras criminales más peligrosas de Colombia, se declaró enemigo público de los informantes, debido a que la presencia de autoridades internacionales en el país hicieron que varios capos terminaran entregándose y delatando a sus socios, entre ellos Andrés López, autor del libro El cartel de los sapos, que luego fue llevada a la televisión en una serie que recibió el mismo nombre.
A pesar del odio que tenía por los “sapos”, llegando al punto de ordenar la muerte de al menos 35 integrantes de la familia Fómeque por la traición de El Quimico y Tocayo, Chupeta terminó convirtiéndose en uno.
En 1996 se entregó a las autoridades y debido a su colaboración con la justicia fue dejado en libertad en 2004, luego de varios años de estar fuera del radar de las autoridades, fue encontrado en Brasil en un operativo que no iba dirigido contra él, o al menos eso afirmaron las autoridades en un principio.
El narco tuvo que ser identificado por su voz y sus huellas dactilares —debido a que por las cirugías era totalmente diferente a la persona de la que se tenían registros en Colombia—, años más tarde el general (r) Óscar Naranjo, afirmó en el libro El general de las mil batallas que Chupeta había sido encontrado por la ayuda de una de sus amantes.
Tras ser capturado fue extraditado a Estados Unidos, en donde fue condenado a 20 años de prisión por los múltiples cargos en su contra, esto se debe a que tomó la decisión de nuevamente colaborar con la justicia y revelar secretos de sus socios.
Por fuera de las afirmaciones sobre El Chapo, Chupeta también fue responsable de evitar un secuestro que hubiera provocado una crisis en Brasil, ya que Folha de Sao Paulo afirmó que el capo informó a las autoridades que Luiz Fernando da Costa alias Fernandinho Beira Mar, capturado en Colombia en 2001, tenía un plan para secuestrar al hijo del entonces presidente de Brasil, Lula Da Silva.
De acuerdo con la versión entregada por el colombiano, el capo brasileño buscaba mantener secuestrado al hijo de Lula Da Silva hasta que aceptaran negociar con él y poder salir libre, pero este plan no pudo ser ejecutado debido a la confesión de Chupeta, que antes de ser extraditado a Estados Unidos, pedía a cambio de esta información que su pareja fuera trasladada a otra cárcel.
Dentro de las revelaciones de Ramírez Abadía estaba que Fernandinho tendría hasta 200 fotos que describían la rutina del hijo del presidente, pero Chupeta dejó de hablar debido a que las autoridades no cumplieron con su parte del trato; sin embargo, tras llegar a Estados Unidos volvió a ser informante.
“Esta asombrosa e imprevisible cooperación no borra los crímenes, pero demuestra que trató de enmendarse por haberlos cometido”, destacó el juez Brian Cogan, que fue el encargado de condenar a Chupeta en agosto de 2023.