Por lo general las vías del territorio nacional suelen ser lugares plagados de historias alrededor de figuras fantásticas o paranormales que se manifiestan para enseñar, exhortar o tan solo asustar a los desprevenidos conductores que transitan por allí.

Sin embargo, la mayoría de ocasiones estos fantásticos relatos se limitan a ser solamente historias, pero en esta ocasión una cámara de seguridad habría registrado la supuesta manifestación de una entidad fuera de este mundo.

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La insólita grabación habría ocurrido en el departamento de Antioquia, más exactamente en la vía que conecta a Urabá con Medellín, allí se registró como en medio de un montón de elementos de construcción y ante la llegada de un vehículo de transporte turístico se movió varios centímetros un maletín vial.

En el material audiovisual compartido desde la red social Facebook por el usuario La Chiba de Urabá se aprecia que no hay nadie delante ni detrás del maletín que finalmente queda obstaculizando la flota.

Así mismo en las redes sociales se generó un debate respecto a la veracidad del video y de ese tipo de fuerzas, mientras que algunos internautas aseguraban la activa presencia de seres mitológicos y paranormales en aisladas carreteras, otras personas resaltaron que lo ocurrido pudo haber sido una corriente de aire que corrió el maletín vial.

“En ese punto hay muchas corrientes de aire es normal que los maletines por estar vacíos los mueva fácilmente”.

En los sombríos misterios de una Bogotá vibrante y enigmática, circula una historia que trasciende la rutina diaria de los más de 2 millones 900 mil pasajeros que recorren la ciudad en el sistema de transporte público TransMilenio. Detrás de las críticas por sus altos costos, los retrasos, el acoso y la inseguridad, se esconde una narrativa que yace en el terreno de lo paranormal, alimentando el imaginario popular y el misterio en las redes sociales: la del bus fantasma G66.

La citada ruta G66, desconocida en los registros oficiales del sistema de transporte, es avistada por algunos en horas nocturnas, parando en estaciones indeterminadas y llevando a sus pasajeros hacia destinos inciertos. La esencia de esta leyenda, amplificada por el fenómeno de las creepypastas, radica en la inquietante desaparición de quienes osan subirse a este articulado.

La difusión de este relato tomó fuerza en plataformas como YouTube a partir de 2014, sugiriendo que estos susurros de ultratumba encuentran sus raíces en la capital colombiana casi una década atrás. Se dice que todo comenzó con la desaparición de un joven universitario, quien, tras una noche de festejos y encontrándose sin recursos ni manera de regresar a su hogar a las 2:00 de la madrugada, se topó con el G66 en la estación Avenida Jiménez. Este joven, quien pretendía retornar hacia el sur de Bogotá, nunca fue visto nuevamente tras su encuentro con el bus fantasma.

Los allegados del desaparecido, así como las autoridades, enfrentaron el estupor al percatarse no solo de la inexistencia de la ruta mencionada, sino de la imposibilidad física de que un bus de TransMilenio operase en el horario descrito. Lo inexplicable de este relato sembró las semillas de una leyenda que, con el tiempo, encontró eco en las profundidades de la internet, donde creadores y espectadores comparten sus propias interpretaciones y experiencias, algunas añadiendo detalles aún más espectrales como autobuses sin conductores o vehículos de un púrpura sombrío en lugar del reconocible rojo.

La ruta G66, aun siendo una invención, se ha arraigado en la cultura popular de Bogotá, transformándose en un testimonio vibrante de cómo las leyendas urbanas pueden reflejar, y a la vez esculpir, el alma de una ciudad.