El 17 de febrero, en El Fogón del Valle, en el restaurante de Tatiana Wandurraga, una santandereana que vive en España hace dos décadas, esperaban a un misterioso comensal. Una semana antes los llamaron para hacer una reserva sin nombre. En el turno de las 8:00 p. m., llegaron varios escoltas, vieron el lugar, revisaron que todo estuviera en orden y entró el rey Felipe VI. El misterio estaba resuelto.
El restaurante está en Vielha, en el Valle de Arán (Lérida), cerca a los Pirineos; en su carta ofrecen productos locales y comida colombiana, “un poquito de todo”, contó Wandurraga a Caracol Radio, el ocho de marzo, para después dar detalles del ilustre comensal que llegó a sus mesas: “Fue una grata visita. La verdad, no la esperábamos, pero, pues encantados, muy contentos de haberlo atendido”.
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La sorpresa fue mayúscula cuando vieron entrar al rey, no tenían ni idea de que era a nombre de Felipe VI que estaba reservada la mesa: “Fue una reserva hecha con una semana de anterioridad a nombre que no era dicho, porque era del rey y nada fue una semana con anterioridad. Cuando llegaron al restaurante y vimos entrar el rey, fue una sorpresa para todos”.
La santandereana no estaba cuando llegó don Felipe, estaba trabajando en el otro negocio que tienen en Vielha junto a su marido, Marius Costel, un rumano que la enamoró y se volvió su socio. Cuando se conocieron, Wandurraga ya tenía el restaurante y Costel un pub, y ahora manejan ambos negocios. Primero llegaron los nueve amigos del rey, luego llegó el monarca. “Es o no es”, se preguntaba el personal de El Fogón del Valle, que llamaron a la colombiana para ponerse al frente del servicio: “Yo estaba en otro negocio que tenemos, estaba trabajando en el otro negocio y me he venido, vamos, rapidito”.
“En el momento yo no estaba, estaba mis chicos, los que trabajan conmigo, cuando él llegó... primero llegaron los que venían con él a comer, seguidamente llegó él y todos decíamos «es o no es». O sea, no nos caía en la cabeza que fuese él. Cuando nos dimos cuenta de que era él, porque han entrado sus escoltas, nos han informado que era el rey, pues nada, ha sido un cliente más. Hemos tratado de atenderlo como a todos nuestros clientes, de la mejor manera, que vayan bien atendidos, han sido igual atendidos ellos”, explicó la mujer a Caracol Radio.
Ese día estaba lleno el restaurante, pero el rey y sus amigos fueron los primeros en llegar.
“Cuando llegó el rey, no tenía todas las mesas, todavía, del comedor, todas las reservas. Ellos fueron los primeros en llegar, llegaron en el turno de las 8 de la noche. Claro, no tenía todavía todas las mesas, ellos eran los primeros en el comedor, después, seguido de ellos, llegó la mesa de 10 y una mesa de 15 y claro primero, pues entraron sus escoltas a mirar un poco la zona, el movimiento, avisaron que ha venido el rey y tratamos de tener un poco de discreción. Sí que es verdad, que había algunos en la barra que se querían tomar foto con él y eso, pero, claro, no estaba permitido, pues porque él tenía que estar también tranquilo. Iba a comer”.
La única foto que se conoce del rey en el restaurante la publicó Wandurraga en las redes sociales de su negocio.
¿Cómo fue la cena?
Según contó la bumanguesa, fue todo un festín, pidieron todo lo de la carta, chuletones, longanizas, morcillas de Burgos, ensaladas, postres y unas cuantas botellas de vino, una que la casa le ofreció al rey y su nueve amigos, que “se fueron superllenos”
“La verdad es que comieron muy bien, han comido todo lo de carta, han comido chuletones, han comido longaniza, morcillas y ensaladas. Nuestros postres. Han sido muy encantadores. El rey es bastante encantador, también. Es de pocas palabras, pero la verdad son muy amables. Venía con nueve amigos. Tomaron vino, también. La verdad, que cenaron muy bien. Se fueron superllenos, aparte de que se comieron todo, o sea, no dejaron nada. Eso es lo bueno”.
Wandurraga insistió en que el rey fue atendido como un cliente más y que pagó todo lo que pidió, excepto, claro, la botella de vino que le invitó el restaurante: “Se le ha pasado la cuenta normal, como a cualquier cliente. Sí que es verdad que hemos tenido el gesto de invitarle una botella de vino, pero la cuenta ha sido... lo que se ha consumido, se ha pasado su factura”.