Natalia Jaramillo: la primera científica en coordinar una expedición de Colombia a la Antártica

En entrevista con Infobae Colombia, Natalia Jaramillo contó cómo se ha enfrentado a situaciones de discriminación en el ámbito laboral, como cuando le intentaron robar un proyecto de investigación por el hecho de ser mujer. Sin embargo, su pasión por la ciencia la ha llevado a superar cualquier obstáculo

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Natalia Jaramillo lidera el Maptartic Dron Project, una iniciativa que busca fomentar el uso científico de aeronaves no tripuladas a la investigación geográfica en la Antártica - crédito Jesús Aviles/Infobae
Natalia Jaramillo lidera el Maptartic Dron Project, una iniciativa que busca fomentar el uso científico de aeronaves no tripuladas a la investigación geográfica en la Antártica - crédito Jesús Aviles/Infobae

Natalia Jaramillo Machuca es una mujer de ciencia, es historiadora de la Universidad Nacional de Colombia y piloto de aeronaves. Es geógrafa con gran experiencia en levantamientos cartográficos con Vehículos Aéreos No Tripulados (UAV), más conocidos como drones, en ambientes extremos.

Es una expedicionaria e investigadora, miembro del Programa Antártico Colombiano, que ha hecho parte de casi todas las expediciones de Colombia a la Antártida, donde no solo se ha dejado cautivar la belleza del Continente Blanco, sino también ha trabajado con esmero por un lugar que necesita con urgencia reducir la presencia de huella humana para conservar sus ecosistemas.

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Con su Maptartic Dron Project, que nació durante el verano austral 2016-2017 en el marco de la IV expedición de Colombia a la Antártida, Natalia ha realizado cartografía con drones para monitorear los efectos del turismo en la Península Antártica.

Su experiencia en formulación y desarrollo de proyectos en la Antártida, donde se integran historia y geografía para analizar fenómenos relacionados con la intervención humana en el continente, la llevó a ser la primera mujer en coordinar científicamente una expedición de Colombia en la Antártica. En este caso, de la edición X que zarpó desde el Puerto de Buenaventura en diciembre de 2023 y culminará en marzo del 2024, cuando el Buque ARC Simón Bolívar, embarcación en la que se subió Natalia, retorne al país.

La resiliencia de Natalia Jaramillo la llevó a encontrar un lugar en la ciencia, donde sus capacidades le permitieron ganar amplia experiencia y merecer el respeto de quienes en algún momento no creyeron en ella - crédito Natalia Jaramillo Machuca
La resiliencia de Natalia Jaramillo la llevó a encontrar un lugar en la ciencia, donde sus capacidades le permitieron ganar amplia experiencia y merecer el respeto de quienes en algún momento no creyeron en ella - crédito Natalia Jaramillo Machuca

En entrevista con Infobae Colombia, Natalia Jaramillo Machuca habló de sus inicios en la ciencia, de lo apasionante pero difícil del camino, de las batallas que enfrentó por las brechas de género en el ámbito laboral y de cómo logró, después de muchos años de arduo trabajo y dedicación, llegar a ser una de las grandes científicas colombianas.

Natalia cuenta que sus inicios no fueron propiamente en la historia o la geografía, campos que le llamaban la atención desde muy joven. Su camino comenzó como piloto de avión:

“Me metí a la escuela de vuelo, pero no duró mucho. Tuvimos una coyuntura económica en casa y me tocó parar la carrera allí. Mi papá me decía que mientras se recuperaba la situación, estudiara otra cosa, y así fue”.

Entonces, se inclinó por historia y terminó la carrera: “Me gustó, fue un encuentro distinto con las ciencias sociales y empecé a interesarme en la investigación”. Sin embargo, tiempo después volvió a retomar aviación y también se graduó como piloto.

Entró a una aerolínea y fue allí, en el ámbito laboral, donde vivió en carne propia la discriminación de género: “Fue horrible, pasaron muchas cosas fuertes y finalmente terminé renunciando porque no soporté la presión”.

Buscó entonces trabajo como historiadora y terminó siendo asesora de asuntos de cultura marítima en la Comisión Colombiana de Océano en 2013, donde tuvo sus primeros acercamientos con la Antártica.

Pero ahí no terminó su interés por el conocimiento. Decidió estudiar geografía, inclinándose por la cartografía y los drones, desde ese momento su proyecto de investigación en la Antártica se basó en el análisis del cambio de paisajes geográficos incluyendo sensores remotos.

“Ahí entendí que el conocimiento no es fraccionado, sino que uno lo puede juntar y hacer análisis muchísimo más completos desde las dos visiones: la humana y la científica”.

¿Contó con el apoyo de su familia al escoger la ciencia como camino de vida?

Mi papá y mi mamá siempre fueron abiertos con relación a lo que quisiera elegir para estudiar, claro que me advirtieron que no era un camino fácil. Y bueno, también es cierto que lo que a mí me ha interesado en la vida ha estado ligado a lo que se consideran profesiones tradicionalmente masculinas.

Por ejemplo, cuando yo elegí estudiar aviación era en muchas ocasiones la única mujer en el salón, ya hoy ha cambiado esa situación, pero en esa época todavía se notaba mucho el sesgo de género. Por cada 30 o 40 hombres en el curso de piloto, había una o dos mujeres.

¿Cómo fue enfrentarse al ámbito laboral siendo piloto de avión?

Fue mucho peor, enfrentar la competencia fue muy salvaje porque a mí como mujer siempre me tocaba justificar todo, tanto lo bueno como lo malo. Nuestro éxito como mujeres se lo atribuían a que le estábamos coqueteando al instructor; y nuestro fracaso, era una cuestión de falta de inteligencia, decían que éramos brutas o estábamos mal preparadas para ejercer.

¿Crees que esas dinámicas de discriminación de género todavía persisten?

Yo siento que hoy en día se han mitigado un poco, pero todavía se ven. Gracias a Dios yo tuve la fortuna de no enfrentarme como tal a la discriminación en mi entorno familiar, ni en el colegio o en la universidad; pero en el ámbito laboral la cosa fue completamente distinta.

Muchas mujeres que hemos intentado entrar a estadios considerados tradicionalmente masculinos, hemos evidenciado que hay una resistencia. Pero, no muchas veces es una resistencia violenta, que es expresada de frente; sino por medio de comentarios y chistes con doble sentido.

La Antártica: un lugar vetado para las mujeres hasta el siglo XX

Natalia Jaramillo y un grupo de mujeres científicas en la estación antártica Comandante Ferraz de Brasil - crédito @naztat25/X
Natalia Jaramillo y un grupo de mujeres científicas en la estación antártica Comandante Ferraz de Brasil - crédito @naztat25/X

La llegada de Natalia Jaramillo a la Antártica, como primera mujer en coordinar científicamente una expedición de Colombia al Continente Blanco, fue todo un descubrimiento para ella.

A pesar de que han paso muchos años desde que la exploradora noruega Ingrid Christensen pisó por primera vez la Antártica, en la década de 1930, abriendo camino para las mujeres en las misiones que habían estado dominadas exclusivamente por hombres; a Natalia se le dibuja una sonrisa cada vez que habla que lo que ha logrado siendo exploradora antártica.

“La Antártica era un lugar considerado no apto para las mujeres. Esta convicción estaba relacionada con el concepto de la vida militar y los mares, que eran espacios de concimiento al alcance solo de los hombres”, dijo Natalia Jaramillo.

A eso, se sumaban los imaginarios que rodeaban el estilo de vida militar en épocas pasadas: “Existían historias de que las mujeres daban mala suerte en los buques, por ejemplo. Estos conceptos llevaron a que las mujeres estuvieran vetadas de navegar y para hacerlo, muchas de ellas tenían que disfrazarse de hombres”.

Como científicas e investigadoras en misiones polares, las mujeres fueron reconocidas muy tardes. Según cuenta Natalia, hasta finales de la década de 1950 lograron tal reconocimiento sin considerar que el clima era hostil para ellas o, como se pensaba con anterioridad al siglo XX, que no tendrían la capacidad de manejar situaciones de crisis en las últimas latitudes del planeta.

“Afortunadamente, en la actualidad las mujeres ocupamos un lugar destacado en la ciencia. Sin embargo, se sigue evidenciando que las bases científicas están integradas, en su mayoría, por hombres”.

¿Cómo fue llegar a ser la primera mujer en coordinar científicamente una expedición de Colombia a la Antártica?

Hubo resistencia e, incluso, todavía la hay. Tomar el lugar de coordinar científicamente la expedición y ejercer las funciones que elllo demanda no fue fácil.

Yo he sido exploradora antártica desde hace 9 años. Mi primera misión la desarrollé en el marco de la II Expdición de Colombia a la Antártica. Casi todos los años estuve en las misiones salvo en 2020 y el 2021, posterior a la pandemia por covid-19. En el 2022 me vinculé al Programa Antártico Colombiano como asesora en asuntos científicos y la experiencia en ese cargo me acercó a la organización de las expediciones.

Hubo algunos cambios entre 2020 y 2022 que me ayudaron a llegar a la coordinación, pues antes esta función estaba a cargo de la Dirección General Marítima (Dimar), pero luego fue tomada por el programa al que pertenecía. Lo más práctico para el programa era que la misma persona que cumplía las funciones científicas se encagara de hacer la coordinación porque conocía todo el proceso de la convocatoria de proyectos; así llegué a ser coordinadora desde el 2022, liderando la XIX y XX Expedición de Colombia a la Antártica.

Después de ser una científica con gran experiencia y amplia trayectoria, ¿se sigue viendo enfrentada a situaciones de discriminación?

Hoy, con toda la experiencia que tengo me ha pasado de todo. Por ejemplo, me tropecé con hombres que por tener un título académico superior, en algún momento, intentaron robarme un proyecto de investigación.

Intentaron robarme el proyecto con el argumento de que yo no tenía la plata ni el conocimiento. Fue un enfrentamiento complejo, que afortunadamente tiempo después se resolvió a mi favor.

Estando en la coordinación de la expedición me sigo enfrentando a situaciones donde han cuestionado mi profesión, me ha dicho de frente que yo no soy científica. Dando asesorías basadas en mi experiencia también he visto cómo no he sido escuchada, pero llega un hombre a decir exactamente lo mismo que yo, y a él sí le dan la oportunidad y la credibilidad.

En otra ocasión sentí como si yo, por el hecho de ser mujer, no tuviera el derecho de equivocarme. Los errores normales que cualquier persona puede cometer en el proceso de aprendizaje, en mi caso, de volar una aeronave para la investigación científica, me los cobraron muy caros y me los siguen cobrando con comentarios que todavía escucho.

¿Qué tipo de comentarios son los que escucha?

He escuchado comentarios como “es que está regluda y por eso no puede”, cosas que no entiendo y ante las cuales, muchas veces nos quedamos calladas y terminamos cometiendo el error de normalizarlo.

Y hoy sigo escuchando términos como “la niñita esa que vuela drones”, con una infantilización de los roles que es extraña, pero que se sigue viendo. Y no es que vuele drones, trabajo y hago ciencia con eso.

“La ciencia es una opción para hombres y mujeres”: Natalia Jaramillo

Natalia Jaramillo hizo un llamado al modelo educativo para que desde las escuelas y colegios se promocione la ciencia como un “camino de vida” que puede ser ejercido tanto por hombre como por mujeres.

Además invitó a todas las niñas y adolescentes que sueñan con ser científicas para que no desistan en el camino, pese a lo difícil que pueda llegar a ser.

Para Natalia Jaramillo, las mujeres tienen las mismas capacidades que los hombres para desempeñarse y ejercer en el campo de la ciencia: "No desfallezcan" - crédito Licsa Gómez/Infobae
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