En medio de un acto social y acompañado por 1.425 combatientes del bloque Catatumbo Salvatore, el Mono, Mancuso se desmovilizó el 10 de diciembre de 2004 en lo que fue, hasta ese entonces, el desarme masivo de milicianos más grande en la historia de Colombia.
Con la frase: “El hombre que les habla sepultó al comandante victorioso de ayer. Ahora nace el amigo y el compatriota. Fui convencido por la creencia cristiana”, Mancuso entregó sus armas.
La desmovilización Mancuso marcó un precedente en el proceso de Justicia y Paz, que buscaba acabar con el paramilitarismo, pues el Mono fue un sanguinario e importante hombre dentro de lo que se llamó las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), ya que los hermanos Vicente y Carlos Castaño, fundadores del grupo armado, lo nombraron en su momento como el jefe del Estado Mayor de las AUC, uno de los rangos más relevantes dentro de la estructura criminal.
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Según el Tribunal de Justicia y Paz, el comandante paramilitar fue el promotor y líder de cuatro bloques: el Córdoba, que fundó y comandó en su departamento natal y que sirvió como modelo para la expansión del paramilitarismo; el de los Montes de María, reconocido por ser uno de los más sanguinarios y sádicos, con múltiples desplazamientos forzados, asesinatos selectivos y masacres, como la de El Salado, donde hombres de esa subestructura acabaron con la vida de más de cien personas con fusiles, motosierras y hasta jugaron fútbol con la cabeza de las víctimas.
Mancuso también fue líder del bloque Norte, que se tomó la costa Caribe colombiana y del bloque Catatumbo, en la ‘misión’ de expulsar a las Farc y el ELN de esa zona del país, donde masacraron a cientos de personas y las desaparecieron en hornos.
Fue justamente con esa última subestructura que Mancuso Gómez dejó las filas de las AUC junto con sus hombres y “1.114 armas, 1.335 granadas, 200 radios portátiles, once vehículos automotores, dos lanchas, ocho canoas, quince motores, 45 mulas y 56 inmuebles rurales”, de acuerdo con el informe de Justicia y Paz.
“Conmigo extraditaron la verdad”
En mayo de 2008, cuatro años después de su desmovilización, Salvatore Mancuso Gómez fue extraditado a Estados Unidos junto con otros doces comandantes paramilitares, solicitados por una corte por el delito de narcotráfico.
Mancuso Gómez fue llevado al país norteamericano junto con Diego Fernando Murillo Bejarano alias, Don Berna; Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40; Francisco Javier Zuluaga, alias Gordolindo; Hernán Giraldo Serna, Nodier Giraldo Giraldo, Eduardo Enrique Vengoechea; Ramiro, Cuco, Vanoy; Guillermo Pérez Alzate, alias Pablo Sevillano; Juan Carlos Sierra Ramírez, alias el Tuso; Martín Peñaranda Osorio, Edwin Mauricio Gómez Luna, alias el Mello y Diego Alberto Luis Arroyave.
Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, el comandante de cuatro bloques paramilitares fue responsable de la introducción de más de 100.000 kilos de cocaína a territorio norteamericano, por lo cual fue condenado a quince años de prisión, de los cuales pagó solo trece.
Sin embargo, Mancuso dijo en entrevista con Cambio, de El Tiempo, que su extradición no se dio porque había incumplido al proceso de Justicia y Paz, sino por sus testimonios que sacaron a la luz la parapolítica y enlodó a muchos políticos del país.
“Si a las autodefensas, que supuestamente eran amigas del Gobierno, y a Mancuso, el amigo personal de Uribe, les hacen esto, qué no le harán a las Farc que asesinaron al padre del Presidente (...) La verdad importante la tenemos los comandantes, con nuestro envío a Estados Unidos extraditaron la verdad”, sostuvo El Mono Mancuso.
El extraditado comandante indicó que la Administración estatal del entonces presidente Álvaro Uribe presionó para su extradición ante las confesiones y denuncias que hizo, así como ante el rearme de algunos paramilitares debido al incumplimiento de los acuerdos de desarme.
“El Gobierno se asustó con las actividades de algunos comandantes y porque estábamos reconstruyendo la verdad. Me di a la tarea de decirles a todos los que trabajaron conmigo que contaran la verdad y en un estrado conté algunas de ellas. Esa verdad preocupó a empresarios y dirigentes políticos y del sector gremial. Alguna presión hubo para que nos extraditaran a todos”, le dijo al medio citado Mancuso Gómez.