Algunos seguidores de América de Cali ondearon una bandera con la cara del narcotraficante Miguel Rodríguez Orejuela, hermano de Gilberto y uno de los máximos inversores económicos que ha tenido el club vallecaucano en su historia. Este hecho ha sido apoyado por algunos sectores, que le permiten a Miguel ser reconocido como una parte importante de la institución.
Otros hinchas mostraron su descontento y aseguraron que esto no representa al club. La realidad es que no es la primera vez que pasa y que dejan en alto el nombre de uno de los hombres que más daño le hizo al país junto a su hermano y que fueron marcados como dos de los ‘traquetos’ más reconocidos de Colombia. La historia del país no podrá borrar la mancha de estos personajes que desangraron la economía y la sociedad.
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La respuesta de algunos hinchas
Las palabras de muchos fue en rechazo a lo que venía mostrando el video. “Hasta cuando vamos a superar el tema y dejar de adular al narcotráfico”, aseguró Gustavo Hurtado en la publicación.
Otros le reclamaron a la persona que publicó el video y aseguraron que “Ahí es dónde tiene que salir a hablar, a reclamar”, aseguró Stiven Nieto.
Esta imagen sobre los hermanos Rodríguez Orejuela no es nueva y se ha visto en diferentes escenarios que han permitido que el contexto del fútbol colombiano entienda que por más negativos que fueron estos personajes, influenciaron en gran parte a los equipos más grandes del fútbol profesional colombiano.
¿Cuál fue la influencia de los Rodríguez Orejuela en América de Cali?
Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela son conocidos por haber inyectado capital ilícito en los principales equipos de fútbol del Valle del Cauca: el América de Cali y el Deportivo Cali. Este fenómeno no fue exclusivo de estos clubes, extendiéndose a otros equipos importantes durante las décadas de 1980 y 1990.
Los hermanos Rodríguez Orejuela, hacia finales de los setenta y durante los ochenta, infiltraron sus recursos provenientes del tráfico de drogas en la industria deportiva. Fue tanto el impacto que tuvieron en los hinchas, que muchos los siguen y adulan, aún habiendo pasado los años de su historia dentro del fútbol.
A pesar de los intentos de Gilberto por convertirse en accionista mayoritario del Deportivo Cali en 1979, fue con América de Cali donde su hermano Miguel logró una influencia significativa, elevando el perfil del club con inversiones que facilitaron la contratación de jugadores destacados.
Paradójicamente, esta intervención culminó en una serie de victorias para el América de Cali, posicionándolo como un competidor dominante en el fútbol colombiano durante ese periodo.
Más allá del escenario deportivo, esta situación subraya las complejas relaciones entre el narcotráfico y el fútbol en Colombia. Durante esas décadas, figuras notables del fútbol como Anthony “El Pipa” de Ávila, expresaron públicamente su gratitud hacia los hermanos Rodríguez Orejuela, destacando el poder e influencia que estos ejercieron sobre el fútbol nacional.
La relación entre el narcotráfico y el deporte no se limitó al América de Cali y el Deportivo Cali, sino que también involucró a otros equipos y figuras criminales, evidenciando un fenómeno ampliamente difundido dentro del sector deportivo colombiano.
A lo largo de los años, los clubes han trabajado por desvincularse de estas influencias perniciosas, enfrentando desafíos para limpiar su imagen y finanzas. El caso del Deportivo Cali, el América de Cali, y otros equipos resalta las duraderas consecuencias de la relación entre el fútbol y el narcotráfico en Colombia, un legado que sigue generando debate y reflexión dentro de la sociedad y el mundo deportivo del país.