En una nueva dinámica compartida a través de sus redes sociales, con más de quinientos mil seguidores, el creador de contenido colombiano conocido como El Opita visitó una bodega con precios estandarizados para comparar paquetería que jamás llegó a su destino.
Según explicó, en “Bogotá hay un sitio donde venden todo tipo de paquete misteriosos, esos paquetes que se le pierden a uno o que nunca aparecen. A mí hubo varios que no me llegaron... quién sabe, quizá y me los encuentro por acá”.
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En total, tomó cuatro paquetes de 5.000 pesos (1,20 dólares al cambio de febrero del 2024) y uno de 15.000 pesos (3,80 dólares al cambio de febrero del 2024) que, según explicó vienen sellados y “uno no sabe qué llevan dentro, pero con el tacto nos podemos hacerse a una idea”.
El primero, sin embargo, jamás llegó a identificar que era; el segundo fue un juego de pestañas postizas: el tercero un case para iPhone 13; el cuarto un case para iPhone, aunque esta vez 11, y el último una blusa traslúcida para dama con unos lentes sin filtro solar.
“Haciendo un balance, nos cobraron 5.000 pesos por un objeto que se consigue en el mercado por 200 pesos. Se supone que son paquetes perdidos y hay cositas que no valen nada, porque al comprar por Internet puedes encontrarte con artículos gratis por los que solo pagas el envió. 35.000 pesos nos costó todo lo que compramos”, pero, los objetos en su interior, o al menos los que encontraron en los paquetes de 5.000, parecían tener un costo mucho más bajo, explicó.
Sin embargo, los distintos objetos encontrados en el único paquete de 15.000 pesos que adquirieron durante su experiencia, mereció la pena; ya que, no solo parecían tener un costo superior, sino también, venían en conjunto.
Semanas antes, El Opita se atrevió a comprar todo lo que vendedores ambulantes le ofrecieran en la playa por 10 minutos:
En un experimento social de mediados de enero del 2024, llevado a cabo en las playas de Santa Marta, El Opita, un reconocido creador de contenido colombiano, tomó la decisión de adquirir todos los productos y servicios que le fueran ofrecidos por los vendedores ambulantes en el lapso de diez minutos.
Esta actividad, realizada durante su estadía en la capital del departamento del Magdalena, tuvo lugar específicamente desde las 11:20 a.m. hasta las 11:30 a.m., tiempo durante el cual once comerciantes se acercaron para ofrecerle una variada gama de productos, desde alimentos hasta accesorios y servicios.
La iniciativa de El Opita no solo pretendía evidenciar la variedad de ofertas disponible en las costas del Caribe Colombiano, sino también dar a conocer la experiencia de interactuar con la gran cantidad de comerciantes que diariamente se esfuerzan por ganarse la vida en este popular destino turístico.
Es bien conocido que, para muchos visitantes, especialmente los extranjeros, el alto número de vendedores puede resultar abrumador y, en ocasiones, incluso llegan a registrarse competencias por los clientes entre ellos mismos.
Sin embargo, su experiencia fue positiva, y encontró artículos de todo tipo, dentro de los cuales se incluyeron collares, varias bebidas de tinto, mariscos, churros, helados, frituras, caramelos y hasta un bafle de música. En total, el monto gastado ascendió los 78.500 pesos.
Cabe destacar que esta experiencia no solo resultó llamativa por la cantidad y variedad de productos ofrecidos, sino también por los precios considerados accesibles en comparación con otras ciudades costeras, aspecto que generó reacciones positivas entre los seguidores de El Opita.
Este tipo de actividades destacan el papel de algunos de los vendedores ambulantes en la economía local de destinos turísticos como Santa Marta, así como la calidez y diversidad cultural que Colombia ofrece a sus visitantes y El Opita, a través de su experimento, proporcionó una ventana a esta dinámica social y económica.