En el ámbito de la salud pública y la seguridad ciudadana de Colombia, el consumo de sustancias psicoactivas (SPA) ha experimentado una transformación notable en los últimos años, evidenciado no solo por la diversificación en el tipo de sustancias consumidas, sino también por un cambio en el perfil de los consumidores.
La Corporación Acción Técnica Social (ATS) y su programa Échele Cabeza, enfocados en la reducción de riesgos y en la mitigación de daños asociados al consumo de SPA, han desempeñado un papel crucial al abordar estas tendencias emergentes, particularmente con su enfoque en la sustancia conocida como ‘tusi’.
Ahora puede seguirnos en WhatsApp Channel.
Durante el 2023, se analizaron más de 12.000 muestras, de las cuales el 47% correspondieron a comprimidos de éxtasis y el 22% a cristales de Mdma, manteniéndose como las sustancias predominantes. Sin embargo, el ‘tusi’, ocupando el tercer lugar con el 12% de las muestras, ha ganado notoriedad.
Julián Quintero, investigador de la Corporación ATS, explicó para El Tiempo. “Es un coctel de diferentes sustancias, lo que ya de por sí implica un riesgo, uno de los datos que encontramos es que cerca del 10% al 15% por ciento de las muestras reportaron sustancias desconocidas, que no sabemos qué son”.
La preocupación crece al detallar su composición: un coctel de drogas que incluye componentes como ketamina, mdma, cafeína, catinonas, benzodiazepinas y, sorprendentemente, viagra. Tal mezcla incrementa exponencialmente los riesgos de intoxicación debido a la incertidumbre sobre las dosis exactas, los efectos esperados y, en particular, los peligros de interacciones adversas entre estas sustancias.
Julián Quintero, investigador de ATS, destaca la preocupación por el componente de benzodiazepina encontrado en el ‘tusi’, un ansiolítico que, combinado con alcohol, puede resultar tóxico o fatal. Esta mezcla de alcohol y benzodiazepinas es particularmente peligrosa y se ha asociado con casos de sumisión química, un riesgo que no solo compromete la salud inmediata de los individuos, sino que también plantea serias implicancias en términos de seguridad personal.
La evaluación de las tendencias de consumo ofrece perspectivasadicionales, revelando una evolución en el público objetivo de estos servicios de análisis hacia individuos más jóvenes y, específicamente, hacia un aumento en la participación femenina. Esta tendencia desafía los estereotipos previos sobre el consumo de SPA, sugiriendo una mayor conciencia y búsqueda de seguridad entre aquellos que optan por consumir.
Sin embargo, no solo es notable el cambio demográfico de los consumidores, sino también sus prácticas de consumo. Aunque algunas drogas como la cocaína se consumen con frecuencia semanal, el ‘tusi’ se consume con mayor regularidad, lo que propone una dependencia más intensa. Es particularmente preocupante que alrededor del 25% de los consumidores de ‘tusi’ podrían estar ingiriéndolo al menos una vez a la semana, una frecuencia que aumenta el riesgo de desarrollar una dependencia.
El trabajo de Échele Cabeza no solo revela las composiciones preocupantes de las SPA disponibles en Colombia, sino que también enfatiza la importancia de tomar decisiones informadas respecto al consumo. La recomendación, según el investigador Quintero, incluye no solo la abstención frente a dudas o factores de riesgo personales, sino también el análisis previo de las sustancias. Este enfoque proactivo podría evitar experiencias adversas y proteger la salud y bienestar de los consumidores.
Estos hallazgos, a la vez que preocupantes, son cruciales para entender la naturaleza cambiante del consumo de drogas en Colombia. El ‘tusi’, con su mezcla volátil de sustancias, emerge no solo como una SPA de consumo creciente, sino también como una señal de alerta sobre los retos que enfrenta la sociedad colombiana en su lucha contra el consumo de drogas. La necesidad de educar al público sobre los riesgos asociados, así como de desarrollar estrategias más eficaces de prevención y tratamiento, nunca ha sido más apremiante.
Este contexto refuerza la importancia de la labor de organizaciones como “Échele Cabeza”, cuyo trabajo no solo ayuda a prevenir intoxicaciones y sobredosis, sino que también contribuye a un entendimiento más amplio y profundo de las dinámicas de consumo de drogas en el país.