El proceso judicial en relación al asesinato del expresidente de Haití, Jovenel Moïse, ha marcado un nuevo hito tras las imputaciones recientes. Entre los acusados, destacan 17 ciudadanos colombianos, junto a figuras clave haitiano-estadounidenses como Christian Emmanuel Sanon, James Solage y Joseph Vincent. Además, el espectro de acusados se extiende a colaboradores cercanos al difunto mandatario, siendo Jean Laguel Civil y Dimitri Hérard, previos coordinador y jefe de seguridad de Moïse, respectivamente, implicados en el crimen. Otras figuras como el exagente de la Unidad Anticorrupción, Joseph Félix Badio, y exministros, Ardouin Zéphirin y Louis Edner Gonzague Day.
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El asesinato de Moïse en 2021 ha sido objeto de amplia cobertura debido a su complejidad y las implicaciones políticas que conlleva. “Existen cargos concordantes y pruebas suficientes para justificar su responsabilidad en los hechos que se les imputan”, dijo el magistrado a cargo, quien ha decidido remitir el caso a “un Tribunal Penal, reunido sin asistencia de jurado” para ser juzgados por una serie de delitos graves, incluidos asociación para delinquir, robo a mano armada, terrorismo, asesinato y complicidad en asesinato.
Entre los detalles más impactantes del caso figura la acusación hacia Martine Moïse, la viuda del exmandatario, implicándola en complicidad y asociación criminal para cometer el magnicidio. Esta involucración directa de un miembro de la familia de la víctima añade una capa de complejidad y emoción al caso, que sigue capturando la atención mundial.
Según testimonios recogidos en el proceso investigativo, la noche previa al asesinato, Marine Moïse habría estado presente en el Palacio Nacional por un lapso cercano a las cinco horas, elevando las sospechas sobre su posible participación. Por otro lado, Joseph Félix Badio, uno de los acusados, ha señalado la existencia de diversos grupos de poder interesados en la muerte del mandatario, apuntando a una trama política con tentáculos que se extienden dentro del círculo cercano de Moïse, incluida su propia esposa.
Las contradicciones encontradas en los testimonios de la ahora viuda han sido destacadas por las autoridades judiciales, que cuestionan la veracidad de sus declaraciones y sugieren una posible desacreditación de su figura en la investigación. Esta situación sitúa a Marine Moïse bajo un escrutinio intensificado, ampliando el espectro de sospecha y teorías en torno a quién pudo haber orquestado el magnicidio de Jovenel Moïse.
Así fueron los hechos
El asesinato del presidente haitiano, Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021, en su residencia de Puerto Príncipe, fue ejecutado por un grupo de mercenarios, principalmente colombianos, estos no solo terminaron con la vida de Moïse sino que también dejaron herida a su esposa, quien fue trasladada a Miami (Estados Unidos) para recibir atención médica el mismo día del suceso.
Entre los acusados se encuentran Joseph y Martine Moïse. Por otro lado, Charles es acusado de asesinato, intento de asesinato, posesión y porte ilegal de armas, junto con conspiración contra la seguridad interna del Estado y asociación para delinquir. Estas acusaciones han sido consolidadas en un auto de 122 páginas elaborado por el magistrado Voltaire, el cual ha sido enviado a un fiscal para notificar formalmente a los implicados.
De hecho inicialmente se arrestaron 44 personas, de las cuales 20 eran colombianos, (están imputados al menos 17)19 agentes de policía haitianos y cuatro individuos vestidos de civil. Los colombianos, detenidos en la operación, negaron conocer al responsable del asesinato y expresaron sus dudas sobre las lesiones de la primera dama durante el ataque.
El proceso ha revelado que el asesinato de Moïse fue, de hecho, planeado y financiado desde fuera de las fronteras de Haití, más precisamente en Estados Unidos. Esto ha llevado a la justicia estadounidense a declarar culpables a cinco personas involucradas en el complot.
“En definitiva, las acusaciones concordantes y los indicios de implicación de la ex primera dama en el asesinato son suficientes”, señala el texto del magistrado, subrayando la gravedad de las evidencias encontradas contra los implicados. A medida que el caso avanza, el presidente del Tribunal Supremo de Haití tendrá la responsabilidad de organizar un juicio que, se espera, arroje luz sobre los oscuros eventos que rodearon la muerte de Moïse y establezca responsabilidades de manera justa y conforme a la ley.
Como el proceso legal sigue su curso, el mundo espera respuestas. Los detalles expuestos por el magistrado Voltaire en su exhaustiva investigación de 122 páginas sugieren un panorama complicado y una red de complicidades que superan el simple acto del asesinato. A medida que la justicia haitiana e internacional se embarca en este complicado proceso, la esperanza de esclarecimiento y justicia para Moïse y su nación sigue viva.