La diferencia del viaje en moto, al de bus o avión, según Santiago Pérez y su novia, Andrea Higuera, de Caminos sobre ruedas es que el destino deja de ser lo verdaderamente importante y se convierte en una más de la extensa lista de paradas que pueden llegar a disfrutar tanto o más.
Graduado de ingeniería civil, Santiago, trabajó un tiempo en los Estados unidos y, a medida que iba obteniendo ingresos, fue invirtiéndolos en emprendimientos colombianos. Primero importando cosas de China y, ahora, trabajando con productos para mascotas, que le permiten combinar su oficio como independiente con el amor por los viajes y, por supuesto, las motos.
Ahora puede seguirnos en WhatsApp Channel.
Pero su vida no siempre estuvo sobre dos ruedas, según comentó en entrevista para Infobae Colombia, creció “en una familia en la que las motos eran prohibidas. A mí me decían en la casa que si llegaba con una moto me la quemaban, por temas de seguridad, las motos estaban mal vistas, sobre todo en una familia sobreprotectora y conservadora como la mía. Sin embargo, siempre he sido muy independiente y me hacía falta la moto para trabajar”.
Fue así como su familia fue agarrándole confianza y una vez lo ayudó a crecer profesionalmente, decidió utilizarla como había soñado, durante tanto tiempo:
“Mi primer viaje en moto fue a los 17 o 18 años”, quizás a Rionegro o Envigado, pero no “empecé a recorrer Colombia, sino hasta los 20 o 21”, por Santander, La Guajira, Atlántico y el sur del país, que, poco a poco fue quedándose pequeño para Santiago y Andrea.
Desde entonces, no tardaron en organizar su primer gran viaje, fuera de Colombia y sus fronteras, en el año 2020, con rumbo a la Patagonia (Argentina), o como algunos locales suelen llamarla, el fin del continente americano, por el sur.
Ida y vuelta, recorrieron Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Brasil, sus primeros nueve países y un empujón sin precedentes para Caminos sobre ruedas, que fue ganando seguidores a pesar de su política de primero disfrutar y luego compartir en redes:
“Yo he sido poco de redes, el tema de la página” Caminos sobre ruedas, “fue iniciativa de mi novia, de Andrea, porque yo poco de eso, pero cuando empezamos a viajar por Colombia ella empezó a subir fotos y tuvo buena acogida, hasta que hicimos Suramérica y la página fue creciendo”, admitió.
Sus seguidores, probablemente, nunca sepan que está haciendo Santiago o en dónde está en tiempo real y es que, a diferencia de otros creadores de contenido, hace mucho decidió que lo suyo no era grabar todo lo qué pasa en el viaje, “lo que como, lo que veo o en dónde duermo, porque siento que al enfocarme en grabar todo dejaría de disfrutar del viaje y es la esencia de lo que estoy haciendo. Yo primero viajo, lo disfruto y después lo comparto”.
Además, la creación de contenido no es algo que, de momento, les genere ganancias o beneficios económicos, “los recursos de cada viaje son propios”. Pero, con eso y todo, lograron realizar dos grandes recorridos que pocos motociclistas se han atrevido a emprender.
Medellín - Ushuaia, en el archipiélago de Tierra de Fuego (Patagonia argentina) y Medellín - Alaska, ubicado a 1.676 kilómetros de la tierra de la libertad, pero adquirido de manos del imperio ruso en 1867. Sus dos rutas más extensas, con apenas tres años de diferencia, del 2020 al 2023.
Su primer gran hazaña les tomó 70 días, luego de verse obligados a apurar el paso, por cuenta de la pandemia de la covid-19 que, de regreso los obligó a confinarse en Perú. En sus palabras, se quedaron “encerrados en pandemia”, pero esto no los detuvo. Desde entonces fueron “ahorrando el otro gran viaje, esta vez hacia el norte. Estuvimos armando, ahorrando, calculando y pronosticando toda la ruta hasta que pudimos cumplirlo el año pasado”.
Se refiere al viaje a Alaska, también documentado por Infobae, que duró, en total, 173 días; los cuales distribuyó de la siguiente manera: una semana por país de Centroamérica (Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y Belice) un mes para México y el resto para Estados Unidos y Canadá.
Durante casi seis meses, aprendieron que acampar, el clima y la incertidumbre son parte de la aventura. Su cronograma fue establecido antes de tomar carretera, pero, debido de las maravillas con las que iban encontrándose, decidieron ser algo más flexibles: “No era una camisa de fuerza”. Y los gastos estaban cubiertos, desde que establecieron el tiempo, las comodidades y los lugares por los que iban a viajar.
El recorrido hacia Tierra de fuego les enseñó a viajar ligeros: “Cinco o seis camisetas, ropa interior, etc. Pero la ropa es el 15% del equipaje. Llevamos carpa, colchonetas, las almohadas, el sleeping, un equipo de comida, provisiones, comida, herramientas para la moto, neumáticos, aceite, guayas, frenos, todas las llaves en caso de una varada y tecnología, un computador, una cámara y un dron”, todo esto en solo tres o cuatro compartimentos.
Una experiencia que han buscado compartir con otros motociclistas, en su primera excursión guiada a California, bajo la única intención de compartir su mantra:
“No solamente disfrute el viaje cuando legue a Alaska o Ushuaia, yo disfruté el viaje, desde que salí de Medellín y hasta que completé los 50 mil kilómetros. Viajar en moto es un disfrute, conocer a tiempo completo es un disfrute, tener que hacer el recorrido es un disfrute y tener la libertad de irte, parar y devolverte por donde quieras, a la larga, es un disfrute”.