Colombia ha estado en un conflicto interno durante gran parte de su historia; sin embargo, pocas veces se ha enfocado lo que pasa dentro de la guerra respecto a las creencias que existen en algunas zonas del país, como lo son mitos, leyendas o en algunos casos acciones relacionadas con la brujería.
Con el objetivo de mostrar una cara más real de Colombia, Andrés Roa, director de cine que se caracteriza por mostrar la realidad de las periferias del país, preparó un filme de misterio sobre hechos desconocidos en un contexto de la guerra en los años 90.
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Se trata de Rapunzel, el perro y el brujo, que cuenta la historia de Wilson Herrera, un soldado conocido como “El perro”, que lleva más de 14 años secuestrado por la guerrilla y aprovecha un descuido de sus captores para escapar, pero se pierde en la selva hasta ser encontrado por una pareja que perdió a su hija por “los duendes”, seres mitológicos que se tiene la creencia se roban a los niños que no han sido bautizados.
En diálogo con Infobae Colombia, Andrés Roa reveló detalles de la película que se estrenará en las principales salas de cine el 22 de febrero.
¿Qué representa Rapunzel, el perro y el brujo en la vida de Andrés Roa?
“Es mi ópera prima, es una película en la cual vengo trabajando hace muchos años y pues es una satisfacción el hecho de poder haberla llevado a estar en cines, más hablando desde la región de donde vengo, desde cómo se hace el filme en el Quindío y como que hacer un proyecto que se destaque. Es muy satisfactorio para mí, para mi familia, para mis amigos también que están ahí en todo este proceso del cine de muchos años, poder regalarles estos es muy bonito, es un sentimiento bien bonito”.
¿Qué representa para el cine colombiano que la producción sea 100% del Quindío?
“Primero, el hecho de que estamos haciendo cine, estamos haciendo más cine en Colombia ahora y eso, no importa las producciones que van saliendo y ojalá siga así creciendo la industria. Para Colombia, que empecemos a ver el Quindío como un objetivo, como una locación y como un destino para ir a hacer sus producciones, uno de los objetivos que teníamos era poner al Quindío en el mapa para que la gente fuera a grabar, para que las productoras vuelvan a grabar allá. Desde hace muchos años se han gastado millones de dólares haciendo publicidad del turismo como una ventana de lo que es Colombia, muchas veces han usado también el departamento del Eje Cafetero para eso, entonces el significado para el cine colombiano es de que hay un departamento que se llama Quindío donde podemos hacer cine y donde podemos hacer cine de muy buena calidad y donde van a quedar las cosas muy lindas”, expresó Roa al respecto.
¿Desde la ambientación de la película, cómo se asocia al conflicto armado en Colombia?
“Eso es superimportante, a mí muchas veces me dicen que si la película es de guerra, no es de guerra, tiene un marco de la guerra porque es un marco real, porque es un marco que teníamos en Colombia en los 90, es el marco en el que yo crecí y yo quería que eso se sintiera en la película, más la historia, de esos entes y de estos mitos y estas energías que afectan la guerra también, porque hay algo muy chévere y es ese lado que no hemos escuchado mucho de la guerra, cómo a un soldado lo molestan las brujas en la noche o cómo a un guerrillero le esconden las cosas los duendes y eso fue historias que yo empecé a escuchar y me empecé a dar cuenta de esa contraparte de la guerra, que literalmente están peleando en un lugar que no es de ellos y este lugar es el monte, es de los mitos, de los animales, de la naturaleza y fue invadido para hacer estragos”.
¿Cómo fue trabajar con historias, mitos o creencias sin caer en el irrespeto?
“Siempre lo he dicho, la película toma mucho de los campesinos, de todas estas ideas, estas historias, hasta el término que estamos usando del subgénero del “asusto colombiano” es una forma de rendir un tributo a esta tradición oral que es muy latente. Es una tradición que viene desde hace muchos años, que todos crecimos escuchándola y lo que yo quería hacer era literalmente llevarlo a la pantalla grande; siempre que me estaban contando una historia de susto, como dicen ellos, me estaba imaginando la película, estaba imaginando cómo había pasado eso, cómo se había sentido esa persona. Tomar todos los elementos que tiene el cine para poder inflar y sacar una historia de nuestra imaginación y llevarlo a la pantalla grande. Creo que eso es una forma de mostrar respeto.
¿Qué tan difícil es hacer cine en Colombia desde el género del misterio?
“Yo creo que como todo es difícil, que hacer cine en Colombia es muy difícil, pero es posible, también pienso que es importante que nos quitemos esa pared que tenemos que hacer cine en Colombia es muy difícil, sí lo es, pero lo es difícil en todos lados. No depende tanto del género, creo que depende de la historia, si está bien hecha, sin importar el género te empiezan a poner cuidado. Muy complicado la parte pública, eso lo sabemos, no depender mucho de los fondos y de las becas que da el gobierno, porque, pues precisamente, eso hace que los procesos sean más largos, que los procesos sean más difíciles. También ver que hay una posibilidad por la parte privada que es muy difícil también de lograr, pero como que es para mí algo más tangible”.
¿Cuál es su sensación respecto a la película a una semana del estreno?
“A mí me gusta mucho, yo he visto las primeras películas de mis amigos y siempre salía con unas conclusiones de ahí, decía “yo no quiero que me pase esto, yo no quiero que la gente sienta esto” y lo que hice fue empezar a trabajar para que eso no me pasara a mí. La primera vez que vi Rapunzel con el sonido, con todo, hermano, fue increíble, porque como que cumplí todo lo que quería y la historia es muy chévere, también que es lo más importante. Muy feliz con el producto final, una película muy bonita y una película que me gusta mucho y que yo sé que a muchas personas va a gustar”, puntualizó el director.