Un reciente informe de inteligencia de la Policía Nacional, al cual tuvo acceso La W, revela minuciosamente las operaciones del ELN (Ejército de Liberación Nacional), y destaca sus métodos para adquirir financiamiento, ejecutar operaciones de información y llevar a cabo una “escalada terrorista”.
Estas actividades, según el documento, buscan fortalecer las capacidades militares de la organización, socavando la legitimidad de las autoridades y entorpeciendo los esfuerzos de paz del Gobierno.
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El dosier señala que el ELN está diseñando una estrategia de financiamiento a través del desvío de recursos estatales. Esta maniobra tiene como fin la ampliación de sus facultades militares, con especial énfasis en el adiestramiento y el proselitismo armado.
A ello se suma la participación creciente del grupo en actividades ilícitas, como el narcotráfico y la extorsión, acciones que presuntamente buscan recaudar fondos necesarios para sus operaciones militares y propagandísticas.
La información recopilada en este informe subraya la complejidad y multifacética naturaleza de las operaciones del ELN. A través de la explotación de recursos estatales y el incremento de su presencia en economías ilegales, el grupo no solo persigue fortalecer su estructura y capacidad de combate, sino que también busca erosionar la percepción pública sobre la efectividad y legitimidad de la respuesta estatal frente a sus actividades. La meticulosa documentación de estas estrategias subraya la urgencia de abordar tanto las dimensiones militares como las financieras de la insurgencia, en un contexto donde la paz sigue siendo un horizonte esquivo.
Estrategias de manipulación
Según el informe obtenido por La W, el ELN está implementando estrategias de manipulación y desinformación con el objetivo de erosionar la confianza de la ciudadanía en las instituciones estatales y en la legitimidad de la fuerza pública.
Estas operaciones incluyen la propagación de noticias falsas y campañas difamatorias a través de redes sociales y otros medios de comunicación, cuyo fin es desestabilizar la percepción pública hacia las autoridades.
Las tácticas empleadas por el ELN van más allá de la esfera digital. Se ha registrado un incremento significativo en las acciones terroristas, que abarcan desde ataques a la infraestructura hasta secuestros y asesinatos.
Lo más preocupante es que estas actividades no solo buscan sembrar el terror entre la población, sino que también apuntan a debilitar el tejido social mediante la influencia y manipulación de líderes comunitarios en diversas regiones.
Esto se traduce en una estrategia para fortalecer sus filas y atentar contra la estabilidad del país. “El ELN está invirtiendo recursos del Estado para ejercer influencia y manipulación sobre líderes sociales en diferentes regiones, con el fin de utilizarlos como instrumentos para sus actividades terroristas y minar el tejido social”.
La situación se agrava al considerar la posición del grupo armado frente al gobierno. El ELN parece estar aprovechando las iniciativas de paz y diálogo del gobierno para robustecer su estructura y expandir su influencia, lo que demuestra una clara intención de “aprovecharse de la buena voluntad del gobierno para fortalecerse y llevar a cabo un plan de fortalecimiento terrorista en los centros de poder del país”. Esta dualidad de acciones, por un lado, participar en conversaciones de paz y, por otro, aumentar sus operaciones terroristas, plantea un desafío severo para la estabilidad del país y la confianza en el proceso de paz.
Expandir la influencia
Además, el informe revela la manipulación del proceso de paz para fortalecer sus capacidades militares y expandir su influencia en los centros de poder del país. Este grupo, conocido por sus tácticas insurgentes, ha aprovechado las negociaciones y acuerdos de cese al fuego con el gobierno para reorganizarse y consolidarse, reduciendo así la presión militar sobre sus estructuras. “El ELN ha utilizado el proceso de paz como un medio para ganar tiempo,” refleja una preocupación creciente sobre las verdaderas intenciones del grupo.
Asimismo, evidenció cómo el ELN ha sacado partido de los recursos y programas del gobierno destinados al desarrollo social y económico de las regiones más afectadas por su presencia. La implementación de proyectos comunitarios y la participación en programas gubernamentales han permitido al grupo no solo obtener beneficios económicos sino también infiltrarse en áreas estratégicas. “A través de la implementación de proyectos comunitarios... el grupo terrorista ha obtenido beneficios económicos,” señalan fuentes, exponiendo una táctica de doble filo que beneficia al grupo a corto y largo plazo.
Este enfoque estratégico se extiende a su plan de infiltrarse en instituciones gubernamentales, organizaciones sociales, y movimientos políticos, buscando ejercer influencia y obtener información privilegiada que pueda facilitar sus operaciones terroristas. “El ELN ha diseñado un plan estratégico para fortalecerse en los centros de poder del país,” subraya cómo el grupo aspira a debilitar las estructuras del Estado y alcanzar un mayor control territorial, imponiendo así su agenda política y socavando los pilares de la democracia del país.
La situación plantea interrogantes sobre la eficacia de los procesos de paz y las estrategias de integración social dirigidas a grupos insurgentes. La manipulación de estas oportunidades por parte del ELN subraya la importancia de reevaluar y fortalecer las medidas de seguridad y desarrollo social, garantizando que beneficien realmente a las comunidades afectadas y no se conviertan en herramientas para los fines de grupos terroristas.
La revelación de estas estrategias por parte del ELN pone de manifiesto la urgencia de una respuesta coordinada que no solo se enfoque en el aspecto militar sino también en la infiltración política y social del grupo. La lucha por la paz y la estabilidad en las regiones afectadas exige un compromiso inquebrantable y una visión clara para desmantelar las estructuras que permiten a grupos como el ELN perpetuar su influencia y poder.