Una nueva modalidad de paseo millonario quedó registrada en redes sociales tras la denuncia de la bogotana Érika Salazar, quien luego de tomar un taxi en la calle se llevó el mayor susto de su vida.
“Hago este video para que mis amigos, mis allegados y las personas que me conocen no cometan el mismo error que yo cometí. Siendo 11 de febrero, en el Carulla de la 85, cogí un taxi en la calle, por estupidez... no quise seguir esperando a que la aplicación me contactara con alguno de sus conductores”, explicó en medio de la impotencia y el llanto.
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Por su ubicación, en plena zona rosa de la ciudad, la app de transporte que suele utilizar se demoró más de lo esperado en contactarla con uno de sus vehículos y Erika pensó que sería buena idea tomar uno de los taxis que esperaban estacionados en la calle.
“Entonces cogí un taxi en la calle. Todo iba normal, yo iba hablando con una amiga por celular mientras llegaba a la casa, le estaba enviando audios, contándole una situación que recién había atravesado, cuando, de un momento a otro, cuando prácticamente estábamos llegando a la casa, salió una segunda persona del baúl del carro”.
El trayecto, como explicó en un video que en cuestión de horas logró alcanzar las seiscientas mil interacciones en la plataforma de entretenimiento TikTok, el viaje transcurrió en aparente normalidad, pero de un minuto a otro pasó a enfrentarse al conductor y a su cómplice, escondido en el mismo vehículo en el que se desplazaban.
“Son de esos carros que prácticamente están pegados; es decir, que no tienen división entre el baúl y el asiento trasero, de esos en los que se levanta el asiento y se accede al baúl. De ahí salió una persona, me tapó la boca, me cogió el cuello y me dijo una infinidad de groserías”, detalló.
Presionada por ambos delincuentes, su primer impulso fue tirar el celular por la ventana, evitando así que accedieran a sus cuentas bancarias o se quedaran con el dispositivo. y fue entonces que, también, decidieron deshacerse de ella.
“Yo reaccioné abriendo la puerta y botando el celular. Entonces ellos empezaron a gritarse (entre sí): boten a esa piro&%#@, boten a esa gonorr$#%@. Pararon el carro y me botaron”.
Cayó del carro, que apenas se orilló y bajó la velocidad para poder abrir la puerta y, ya en el suelo, como pudo se reintegró y caminó hasta su casa para realizar la denuncia y advertir a sus conocidos sobre esta nueva modalidad:
“A lo que yo voy es que, gracias a Dios, a mí no me pasó nada y gracias a Dios estos manes no estaban armados, porque no se sabe que me pudieron haber hecho. No me pasó nada, quedaron pequeñas cosas, dinero en efectivo, pero cosas al fin y al cabo”.
Sugiere que, de no haber tomado su medio de transporte en la calle, las cosas pudieron haber sido muy diferentes, pero “aprendió” esta lección de la peor manera, aunque, dice sentirse con suerte, pues, pudieron haber tomado represalias contra ella:
“Todo es por la irresponsabilidad mía de tomar un carro en la calle. Entonces, amigos, familiares, conocidos, por favor, nunca jamás cojan un carro en la calle ¡Nunca!”.
Su llamado, entonces, es a no generalizar al gremio, pero sí a tomar el mayor número de previsiones para evitar ser víctima de este o cualquier otro delito en los taxis que operan en la ciudad: “Cuidado con los taxistas. No quiero generalizar, pero el gremio se está convirtiendo en un gremio criminal desde mi experiencia, que puedo decir que fue traumática y no trágica, gracias a Dios”.