Radamel Falcao García celebró su cumpleaños número 38, marcando un momento especial tanto para él como para el universo del fútbol. Figuras de todo el ámbito deportivo y aficionados le extendieron sus felicitaciones, reconociendo no solo su excepcional carrera futbolística, sino también su integridad como persona.
El Tigre destacó en toda su carrera por ser un jugador determinante en todos los clubes por los que pasó y la selección Colombia no fue la excepción. El artillero con su persistencia y talento se convirtió en el ariete más importante de la historia del balompié nacional.
En el seleccionado nacional, Falcao tuvo que vivir todos los ámbitos posibles. Las victorias, las derrotas e incluso las lesiones lo posicionaron como uno de los máximos héroes tras la casaca Tricolor. En las eliminatorias al Mundial del 2014, su éxito con Colombia comenzó a brillar, pero luego recibió uno de los golpes más duros en su carrera.
El Chassela, el 2014 y la Copa de Francia son las peores pesadillas del Tigre
Era un momento de gloria para Falcao que brillaba en el ámbito internacional con sus destacadas actuaciones. Había llevado a la tricolor a la ansiada clasificación para la Copa del Mundo después de 16 años de ausencia, y su éxito en el terreno de juego lo había llevado a conquistar la Copa del Rey con el Atlético de Madrid, además de ser reconocido en el equipo ideal del año por la FIFA. Todo parecía ir sobre ruedas para el delantero.
Sin embargo, el 22 de enero de 2014, en un partido aparentemente insignificante por la Copa de Francia contra el modesto Chassela, el destino de Radamel y de toda una nación cambió de manera irreversible. Tras anotar un gol, una barrida del defensor Soner Ertek provocó una lesión devastadora en la rodilla izquierda del ariete cafetero, rompiéndole el ligamento anterior cruzado de su rodilla.
Esta lesión resultó ser un golpe devastador que lo dejó fuera del Mundial de Brasil, un torneo al que había contribuido tanto a clasificar. A pesar de sus esfuerzos por recuperarse a tiempo, la decisión de no participar en la cita orbital fue más dolorosa que la propia lesión para Falcao y para todo el país.
Fue un momento insólito y amargo, donde el héroe que había guiado a su país a la gloria se vio obligado a presenciar desde la distancia la destacada actuación de la tricolor en el Mundial, una experiencia que, sin duda, dejó una marca imborrable en la historia del fútbol colombiano.
Su primer gol en un Mundial, la cúspide en su carrera
El estadio de Kazán en Rusia retumbaba con el clamor de los aficionados, y en medio de ese bullicio, Radamel Falcao se erigía como el protagonista indiscutible en el partido ante Polonia. Su papel como pivote, su entrega incansable por el equipo, eran apenas indicios de la grandeza que lo caracteriza. Y así, en un instante que quedará grabado en la memoria de miles, Falcao marcó su primer gol con la camiseta de Colombia en un Mundial.
La escena se desplegó ante los ojos de 50 millones de colombianos con una claridad sorprendente: una salida rápida del combinado nacional al minuto 69, un pase preciso de James con la zurda que encontraba su destino con la velocidad exacta. El balón se deslizó lentamente hacia el área rival, y allí, con maestría, Falcao detuvo, acomodó su cuerpo, remató y estalló en júbilo, todo en un instante eternamente fugaz.
“Anoté el gol con el que había soñado desde que era niño. Pero lo más importante es que conseguimos una victoria merecida, con esfuerzo, buen juego y la demostración de que tenemos un equipo capaz de llegar lejos en este Mundial”.
Ese gol que no solo soñó el niño, sino todo un país, luego de verlo en su punto más bajo de su carrera, quedó guardado en la historia de este deporte.