Durante el 26° Congreso de Tesorería de la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras de Colombia (Asobancaria), el gerente general del Banco de la República, Leonardo Villar, respondió algunas críticas que se le han venido haciendo a los miembros de la Junta Directiva del Emisor por no reducir de manera abrupta la tasa de interés, sino de a 25 puntos básicos tras cada reunión, lo que la tiene en 12,75%.
En la intervención que hizo, Villar aseguró que resulta difícil transmitir a la opinión pública la complejidad de los elementos que deben tenerse en cuenta pare definir los movimientos en la postura de la política monetaria y las razones por las cuales la reducción en las tasas se hace en forma tan cautelosa.
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Esto, en referencia a los calificativos que se les dio en las últimas semanas por mantener alto el tipo de intervención.
“Un prestigioso columnista del principal diario del país (Juan Lozano) se refirió a la Junta Directiva del Banco como un grupo de ‘adolescentes rebeldes’, cuyo “delay nos está causando graves perjuicios”. Con el respeto que le tengo a éste y a todos los columnistas, mi principal interés en esta intervención es tratar de mostrarles que las decisiones que tomamos en la Junta Directiva del Banco no responden a caprichos”, aseveró.
Además, agregó: “Debo decir, eso sí, que a mi edad sentí algo de satisfacción personal al ver que alguien que probablemente es de mi generación nos asimilara a mí y a mis colegas con personas de esa maravillosa etapa de la vida que es la adolescencia”.
Dilemas de la política monetaria y razones para la cautela
Villar también anotó que con la reducción observada en la inflación desde abril de 2023, la pregunta que muchos observadores se hacen es por qué tanta cautela de la Junta del Banco de la República para bajar la tasa de interés de política.
Por lo mismo, cuestionó si “¿se trata simplemente del capricho de adolescentes rebeldes, tal como lo sugiere el afamado columnista a quien me referí anteriormente? Creo sinceramente que no es así”. Ante esto, dio tres argumentos a favor de la cautela. El primero, explicó, tiene que ver con que, a pesar de la tendencia descendente de la inflación (8,35% interanual en enero de 2024), esta continúa fuertemente por encima de la meta.
“Otros países de la región que han bajado sus tasas de interés en el período reciente, tales como Brasil, Chile, Perú, Uruguay o Costa Rica, tienen niveles de inflación inferiores al 5% y en algunos de ellos se ubica ya dentro del rango meta”, explicó.
Precisó que esta es una situación muy diferente a la de Colombia donde, pese a la reducción reciente, la inflación se encuentra más de 5 puntos porcentuales por encima de la meta.
“No sobra recordar que Colombia se destaca actualmente como el segundo país con la inflación más alta de la OECD, después de Turquía, y el tercero en América Latina, después de Argentina y Venezuela”, agregó.
Dijo que el segundo argumento a favor de la cautela tiene que ver con las expectativas de inflación y la credibilidad en la meta del Banco.
Advirtió que si bien las expectativas han ido ajustándose a la baja, no todas ellas son consistentes con el logro de la meta en el horizonte de 12 a 18 meses anunciado por la Junta Directiva del Banco en noviembre de 2023.
Incertidumbre
El tercer argumento para la cautela se relaciona con la incertidumbre. El gerente general del Emisor aseguró que el riesgo de una reducción más audaz en la tasa de interés en el muy corto plazo es que ella pueda incrementar las probabilidades de tener que frenar o incluso a revertir más adelante el proceso de relajamiento de la política monetaria si llegaran a presentarse eventos sorpresivos que aumenten la inflación.
Indicó que los riesgos al alza sobre la senda de inflación requerida para cumplir con la meta de 3% antes de mediados de 2025 se hacen particularmente grandes ante un fenómeno de El Niño que podría ser más fuerte de lo previsto anteriormente y tener impactos mayores sobre la oferta de alimentos y los costos de la energía eléctrica.
“En condiciones de alta credibilidad en las metas de inflación del Banco de la República, choques de oferta como estos podrían tener un carácter puramente temporal y no requerir de respuestas de la política monetaria”, remarcó.
Sin embargo, anotó que en condiciones de credibilidad baja en las metas de inflación, tales como las que se vienen conformando tras varios años incumpliéndolas, la política monetaria tiene que estar particularmente atenta a que aumentos en precios de los alimentos o de los servicios públicos asociados con el clima no se conviertan en fuentes de presiones inflacionarias generalizadas.