Una controversia se ha generado en la Universidad de Antioquia tras las declaraciones del gobernador del departamento, Andrés Julián Rendón, que hizo pública la existencia de estudiantes que han prolongado su permanencia en la institución por más de 14 semestres, incluso superando los 20 años. Esta situación ha dividido opiniones entre el cuerpo docente y administrativo, resaltando diversas razones detrás de la prolongada estadía de algunos alumnos en la institución de educación superior de carácter público.
El rector de la Universidad de Antioquia, John Jairo Arboleda, explicó que la institución ofrece modalidades de estudio de tiempo completo y tiempo parcial, donde en esta última, los estudiantes pueden matricular un mínimo de ocho créditos, equivalentes a dos asignaturas por semestre. Esta flexibilidad permitiría a los alumnos adaptar su ritmo académico a sus necesidades personales y económicas. En respuesta a la situación, el programa Sin Carreta de Canal 1 decidió investigar más a fondo, recopilando testimonios de personas que han hecho de la universidad su segundo hogar por décadas.
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Entre los perfiles destacados se encuentra Carlos Posada, quien ha dedicado más de 40 años a su formación académica en la Universidad de Antioquia. Contrario a la percepción de inactividad, describió su experiencia universitaria como un estilo de vida, mencionando que la institución le ha permitido desarrollarse sin interrumpir la vida de los demás.
“En la universidad, a mí nadie me ha limitado a que no haga algo distinto a lo que yo hago, que es no perturbar a nadie más. Yo entro por una puerta, por cualquiera de las puertas de la universidad y ya uno aquí adentro (respiró profundo) paz mmmmmm…”, expresó el veterano aprendiz.
Sobre lo dicho por el gobernador Rendón, aclaró que tuvo familia, se casó, se divorció, fue padre y se retiró de sus estudios por tres años.
“¿Qué tiene? Yo, mira, yo estudié, trabajé, tuve familia, lo que tú quieras, estando acá. Tuve un hijo, me separé de la universidad tres años porque estaba matado con mi hijo, volví y aquí estoy. Terminé mi carrera como de cuarenta y miles de años, y aquí estoy”, agregó.
Finalmente, demostrando que las instalaciones del alma mater son su lugar favorito, confesó que le gustaría ser enterrado ahí: “y aquí estoy, y sigo viniendo y vendré, y cuando me muera, espero que también me entierren allá”.
Además de Posada, otros estudiantes como Ana Monsalve, una joven madre de 26 años que estudia enfermería y Julián Álvarez, un estudiante de 13 semestres, compartieron sus historias, evidenciando que la necesidad de balancear las clases con obligaciones laborales y familiares es una motivación común para extender su permanencia allí.
“Hay estudiantes que no tienen ni siquiera para comer, para sacar una copia, para los pasajes y les toca trabajar realmente, entonces no pueden con tanto, es demasiado esfuerzo, hay que mirar los casos puntuales”, sostuvo Monsalve, que fue madre joven, trabaja en una UCI y asiste a clases con su hija.
Por su parte, Álvarez, que ha tenido que intercalar sus estudios con el trabajo, detalló que está en octavo nivel, pero que si se habla de semestres ha cursado 13, pero que le faltan otros para poder culminar materias y las prácticas profesionales.
“Y todavía me falta para poder hacer las prácticas, porque precisamente venía de una vida en la que, pues estaba trabajando en diferentes fundaciones y entidades y no tenía la posibilidad de estar tiempo completo en la universidad”, aclaró.
Estos testimonios reflejan los casos de educación superior, específicamente en la Universidad de Antioquia, donde se enfrentan los desafíos de armonizar las exigencias académicas con las responsabilidades personales y laborales.