Tras una meticulosa operación de seguimiento, Henry Loaiza Montoya, conocido en el mundo del crimen como el Alacrán o Junior, fue capturado en Guayaquil, Ecuador, y deportado a Colombia, marcando el cierre de un capítulo prominente en la historia del narcotráfico ligado al cartel del Norte del Valle.
Loaiza Montoya, con 44 años de edad, es hijo de Henry Loaiza Ceballos, conocido con el mismo alias de su hijo el Alacrán, figura destacada del cartel de Cali y quien fuera responsable de alrededor de trescientos asesinatos durante las décadas de los 80 y 90.
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Según informó el general William Villarroel, director de Investigación Antidrogas de Ecuador, el también conocido como el Alacrancito contaba con el apoyo de los Tiguerones, una organización criminal a la cual el Gobierno ecuatoriano había señalado como objetivo militar.
Esta banda se encargaba de la logística necesaria para la exportación de estupefacientes, incluyendo la custodia y el envío de la droga hacia Centroamérica y Estados Unidos mediante lanchas rápidas y semisumergibles.
Se estima que la red tenía la capacidad de enviar hasta cincuenta toneladas anuales de cocaína, producto que, se presume, era suministrado en parte por el frente Oliver Sinisterra de la Segunda Marquetalia, un grupo disidente de las Farc que opera en Nariño.
“Todavía tenemos una investigación en curso y por eso hay cierta reserva, porque debemos entender que no vamos sobre esta persona, sino sobre toda la estructura que enviaba droga desde Ecuador”, indicó Villarroel.
Además, el Alacrancito había adoptado una estrategia de bajo perfil para evadir a las autoridades, utilizando documentos falsificados a nombre de Juan Fernando Loaiza y sometiéndose a siete cirugías plásticas, incluyendo una cirugía bariátrica para cambiar drásticamente su apariencia física, un método anteriormente empleado por otros líderes del cartel del Norte del Valle.
Adicionalmente, se realizó varios tatuajes de gran formato en sus extremidades, los cuales finalmente contribuyeron a su identificación. Y es que la foto de una mano con un tatuaje en el que se veía el rostro de una mujer, que fue publicada en Instagram por la pareja sentimental del capo, fue clave para confirmar la identidad de Loaiza Montoya. “Este sujeto se encontraba huyendo de las autoridades colombianas en el vecino país de Ecuador donde se hacía pasar como un reconocido empresario”, indicaron fuentes de la policía.
Su vida delictiva y sus intentos por permanecer oculto comenzaron a desmoronarse cuando, desde 2010, empezó a figurar en los registros migratorios de Ecuador. La DEA y la Dirección Antinarcóticos de Colombia lo incluyeron en su radar en 2018, tras monitorizar despachos marítimos de cocaína procedentes de Buenaventura y Tumaco, así como de la provincia ecuatoriana de Esmeraldas.
Por su parte, La captura del comandante de la Segunda Marquetalia, Carlos Arturo Landázuri, alias el Gringo, en enero de este año en la provincia ecuatoriana de Imbabura, marcó un precedente importante en la lucha contra esta red criminal.
Entre tanto, La acción conjunta entre las autoridades de Colombia y Ecuador llevó al arresto de El Alacrancito el 1 de febrero, después de que la Corte del Distrito Sur de Florida emitiera una solicitud de extradición en su contra por cargos relacionados con el narcotráfico y la exportación de cuatro toneladas de cocaína.
Tras su deportación, Henry Loaiza Montoya será ubicado en el pabellón de extraditables de la cárcel La Picota en Bogotá, a la espera del procedimiento ante la Corte Suprema de Justicia para su extradición a los Estados Unidos. Su captura no solamente destaca la eficacia de las operaciones transnacionales contra el narcotráfico sino también la importancia de la cooperación y el intercambio de información entre distintas agencias de seguridad.