Pasó lo que todos sabíamos iba a pasar, lo que, además, Maduro y su corte de mafiosos anunciaron a cuatro voces y que los únicos que no se dieron por enterados fueron los funcionarios americanos, Juan Gonzalez, de la Casa Blanca, y Brian Nicholls, del Departamento de Estado, encargados de la política hacia Venezuela. El tribunal de papel que obedece órdenes de la cleptocracia hizo lo suyo y no habilitó a María Corina Machado para las supuestas elecciones que se van a dar este año.
Esa errática política exterior, que viene de Obama, pues son los mismos funcionarios, dejó a los Estados Unidos como un país que no tiene credibilidad entre sus aliados y al que sus rivales le perdieron el temor. La tímida reacción ante la invasión rusa de Crimea solo le abrió las puertas a la invasión de Ucrania unos años después y la normalización, sin contraprestación alguna, con Irán lo empoderó hasta el punto que hoy estamos a las puertas de una guerra en el Medio Oriente.
No sé si es inocencia o una incapacidad generalizada en materia de política exterior del más grande poder del mundo. El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, pocos días antes del ataque de Hamas a Israel dijo, en un evento público, que “hacía décadas que el Medio Oriente no estaba tan seguro”. ¿Qué pensar? Ni idea, pero asusta, y hoy quienes defendemos la libertad y la democracia nos sentimos cada vez más solos.
Ni hablar de cómo manejan América Latina. No es casualidad la crisis migratoria que tienen, el crecimiento de la influencia de China en la región, ni la capacidad de Rusia y de Irán de crear disrupción a lo largo y ancho del continente. Venezuela no se salva, y lo que hemos visto con esta administración es todo un caso de estudio de cómo no manejar una crisis política.
Lo primero que hicieron fue acabar con el gobierno interino de Juan Guaidó en Venezuela. ¿Cuál fue la razón?, era una exitosa política de Trump. Tenían un gobierno paralelo reconocido por 60 países que podían utilizar e incluso negociar. No, lo entregaron a cambio de nada. Segundo, les dieron los recursos que necesitaban a cambio de unas promesas que ya están incumpliendo, dándole liquidez a un régimen mafioso y criminal sin contraprestación alguna; es más, liberaron unos criminales asociados al régimen como incentivo ,que tampoco sirvió de nada.
Es tan poca la credibilidad o el temor frente a los Estados Unidos de la mafia venezolana que ante el anuncio de la reactivación de las sanciones (ya veremos si cumplen, lo que no creo), Delcy Rodríguez respondió amenazando con suspender los vuelos de repatriación de deportados. Un chiste de respuesta si no pusiera sobre el tapete la verdadera razón por la cual Gonzalez y compañía actúan como están actuando.
Con los enredos de Estados Unidos en Ucrania y en Israel, donde sí han actuado como potencia y líder mundial, a diferencia de lo que hacen en la región, la orden para los subalternos es ‘tengan a Maduro tranquilito’. En año electoral, y con la migración como uno de los grandes temas de la elección, necesitan ser cautelosos. No importa si sacrifican a María Corina y tampoco importa la libertad en Venezuela, lo que importa es la reelección de Joe Biden. Delcy, que es mafiosa pero no bruta, se los canta clarito cuando pone el tema de los vuelos de repatriación sobre la mesa.
No es que los vuelos sean la gran solución al problema, pero la migración ilegal sí lo es y la política de Biden hacia Venezuela de relajación de sanciones y de diálogo con la mafia criminal de Maduro y compañía que debía quitarle presión a la huida masiva de venezolanos de su país no funcionó; fue y es un gran fracaso.
María Corina logró unir a la oposición venezolana y a los gobiernos del continente que, con excepción de Brasil y Colombia, condenaron su inhabilitación del proceso electoral. No sé si Estados Unidos escuchará ese mensaje contundente o se pondrá del lado de Petro y Lula pero lo cierto es que María Corina, a pesar del riesgo que corre hoy, tiene la sartén por el mango. No debe aceptar de los americanos la recomendación de ceder a su candidatura, como le van a decir. Debe, por el contrario, incrementar la presión dentro y fuera de Venezuela.
Gonzalez y Nicholls van a jugar a lo mismo, pero Blinken, a pesar de su tremenda ocupación ahora, ha sido mucho más claro en el tema. María Corina debe buscar interlocución directa con el Secretario de Estado y con los gobiernos del continente que la apoyaron. Es hora de movilizar a los exiliados venezolanos para que muestren ese apoyo y, de paso, respalden a los gobiernos que se pusieron del lado de la democracia.
Maduro y su mafia no van a ceder, pero ahora, de nuevo, están a la defensiva. Bajar la guardia y entregar un milímetro en este momento sería un error. Es hora de presionar adentro y afuera. Si bien la pregunta de fondo es con quién va a jugar Estados Unidos, la respuesta del futuro de Venezuela no puede depender de la respuesta. Animo María Corina estamos contigo.