La actividad de los vientos procedentes del noroeste y sureste ejerce una influencia predominante en el clima del territorio nacional, según explicaciones del Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (IDIGER). Este fenómeno da lugar a la formación de la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), caracterizada por su alta nubosidad y precipitaciones. La presencia de esta zona puede verse afectada por diferentes sistemas meteorológicos, impactando así en las condiciones climáticas diarias.
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Durante la primera mitad del año, la ZCIT se desplaza a través del país en una dirección de sur a norte, desencadenando la temporada de lluvias en las regiones andinas. Este período climático alcanza su mayor intensidad durante los meses de abril y mayo, influenciando de manera significativa el clima. Es este desplazamiento el que contribuye a la variabilidad climática y a las precipitaciones en los departamentos, siendo un factor clave para la agricultura, la gestión del agua y la prevención de riesgos asociados a desastres naturales.
La comprensión de estos patrones climáticos es esencial para la planificación y ejecución de medidas preventivas ante posibles fenómenos adversos. El conocimiento generado por el IDIGER sobre la dinámica de la ZCIT y su impacto en el clima local se convierte en una herramienta fundamental para las autoridades y la población.
La importancia de este estudio radica en su capacidad para ofrecer un pronóstico más preciso y adaptado a las necesidades específicas del país. Por ello, la labor del IDIGER es crucial en el fortalecimiento de las capacidades nacionales para enfrentar y adaptarse a las variaciones del clima de manera efectiva.
La influencia de los fenómenos climáticos El Niño y La Niña en el clima de Bogotá y de la región Andina ha sido analizada por IDIGER revelando un impacto significativo en los patrones de precipitación de la zona. Según el estudio, durante la segunda mitad del año, la oscilación de las condiciones climáticas de norte a sur, vuelve gradualmente a su posición inicial, lo que resulta en una considerable acumulación de lluvias durante los meses de octubre y noviembre, marcando la segunda temporada de precipitaciones del año.
El IDIGER explica cómo el fenómeno de El Niño produce una notable reducción de las lluvias afectando la distribución habitual de las precipitaciones. En contraste, La Niña tiene la capacidad de aumentar las precipitaciones en hasta un 40% en Bogotá y otras áreas de la región Andina. Este cambio en los volúmenes de lluvia evidencia la relevancia de estos fenómenos climáticos en la gestión hídrica y las planificaciones urbanas de estas regiones.
La proporción de lluvias
Bogotá se ubica en una de las regiones con menos precipitaciones anuales de Colombia, revela el análisis de IDIGER. Aunque la percepción común pueda sugerir lo contrario, la capital no se encuentra entre las áreas más lluviosas del país. Este hallazgo pone de relieve la importancia de una gestión adecuada del recurso hídrico en la región.
En contraste, el estudio identifica las áreas que más precipitaciones reciben a lo largo del año, siendo el oriente de Cundinamarca y el suroriente de Antioquia las zonas con mayor incidencia de lluvias. Esta información es crucial para el desarrollo de políticas y estrategias que busquen mitigar los efectos del cambio climático y la distribución desigual del agua en el territorio colombiano.
En qué zonas llueve más
En Bogotá, la distribución de las lluvias varía significativamente en sus diferentes localidades, y son los barrios San Cristóbal, Santa Fe y la zona oriente de Chapinero donde se registra un mayor número de días lluviosos, con precipitaciones entre 221 y 240 días al año. Este patrón de precipitaciones se extiende hacia el sur del Usme y Ciudad Bolívar, así como en gran parte de la región de Sumapaz. Por otro lado, las localidades como Usaquén, Suba, Engativá, Tunjuelito y Bosa presentan una menor frecuencia de lluvias, con registros que oscilan entre 161 y 180 días de precipitaciones anuales.
La variabilidad en la distribución de las lluvias a lo largo de la geografía de Bogotá es notable, con efectos tangibles en la vida cotidiana de sus habitantes y en la planificación urbana de la capital colombiana.
Este fenómeno meteorológico encuentra su punto álgido en los meses de abril y noviembre, los cuales se caracterizan por ser los más lluviosos del año. Los patrones de precipitación no solo definen el clima de la región, sino que también influyen en actividades agrícolas, gestión del agua y planificación de infraestructura, entre otros aspectos fundamentales para el desarrollo y bienestar de la población bogotana.
Este análisis detallado del comportamiento pluviométrico en Bogotá es esencial para comprender las dinámicas ambientales y climáticas de la capital, aportando datos clave para investigaciones meteorológicas y estudios de cambio climático a nivel local.
Además, proporciona información importante para el diseño de políticas públicas enfocadas en la mitigación de riesgos y adaptación a las variaciones climáticas que afectan a la ciudad y sus alrededores. La identificación de las zonas con mayor y menor frecuencia de lluvias es un paso crucial para mejorar la respuesta de la ciudad a los desafíos que plantea el clima.