En una jornada marcada por la lucha contra incendios forestales, tanto la capital colombiana como el municipio de Sopó, a unos 30 kilómetros al norte de Bogotá, vivieron momentos de emergencia el pasado lunes 29 de enero de 2024.
En los Cerros Orientales bogotanos, específicamente en el sector de El Cable, se activó un nuevo punto de incendio. Simultáneamente, en la localidad de Usme, se identificó otro foco de fuego, que en la mañana del 30 de enero se encuentra controlado en más del 90%. Mientras tanto, en Sopó, dos emergencias aumentaron la preocupación de las autoridades locales, una de ellas relacionada con el cableado eléctrico de una vivienda y otra con un incendio forestal que también se encuentra, en su mayoría, bajo control.
Ahora puede seguirnos en WhatsApp Channel y en Google News.
Luego del balance que se ha hecho habitual durante estos días de emergencia por incendios forestales, el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, anunció la posibilidad de establecer un puesto de avanzada en la localidad de Sumapaz, al sur de la ciudad. Esta medida busca anticiparse a posibles incendios en esa zona, donde la ubicación y distancia podrían dificultar una respuesta rápida y efectiva.
“Este es un problema que apenas está empezando. Tenemos una temporada muy compleja debido al fenómeno de El Niño. Vamos a trabajar para investigar cada caso, su origen y causas. Pero debemos prepararnos para una situación difícil que persistirá y se repetirá”, comentó el alcalde justo antes de anunciar las medidas preventivas en Sumapaz.
Galán continuó su intervención y expresó que “todos debemos contribuir con la prevención, estar listos y llegar rápidamente a cualquier lugar donde se active una emergencia”, haciendo un llamado a la colaboración y acción colectiva frente a la amenaza de incendios forestales.
La importancia de los páramos en el equilibrio de los ecosistemas colombianos
La preocupación de Galán se hace evidente luego de la conflagración que consumió alrededor de 400 hectáreas del páramo de Berlín, en Santander, y cuya restauración no estaría completa sino hasta en más de 50 años. Esa emergencia representó una pérdida en la flora y fauna del país irrecuperable, así como una pérdida en los recursos hídricos de Colombia.
Cabe recordar que el páramo de Sumapaz es el ecosistema más grande de este tipo en el mundo. Este páramo es hogar de miles de campesinos y residentes de Bogotá. Además, aproximadamente el 15% del agua que abastece a los departamentos de Cundinamarca, Meta, Huila y la capital del país tiene su origen aquí.
Este entorno alberga numerosas lagunas de origen glaciar y una diversidad considerable de especies de frailejones, así como flora y fauna, que contribuyen con más del 30% de la biodiversidad del país.
Así fue el incendio en el páramo Berlín, en Santander
El impacto devastador de las llamas en el ecosistema, especialmente en la emblemática especie de frailejones que habita en estos hábitats andinos, generó consternación. A pesar de los esfuerzos intensivos para contener la conflagración, que inició alrededor de las 6 de la tarde del 22 de enero, el fuego estuvo cinco días activo.
La comunidad local fue la primera en alertar sobre la emergencia, sugiriendo que las chispas de un transformador podrían haber desencadenado el siniestro. Las autoridades, incluyendo la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), Defensa Civil, Ejército Nacional, Policía y bomberos apoyaron las labores para terminar con las llamas. Sin embargo, factores como la dirección del viento y las temperaturas hicieron que la situación se complicara y se mantuviera por más de 100 horas.
Nicolás Mantilla, gerente del Refugio Piedra Parada, un hotel en la zona, señaló que los recursos disponibles eran suficientes para hacer frente al rápido avance de las llamas, que descendía por la montaña.
Mauricio Arias, residente del área afectada, expresó su tristeza y lamentó la pérdida del bosque nativo que han cuidado durante más de 20 años. La sensación de pérdida y la impotencia se reflejan en las declaraciones de los habitantes, quienes han sido testigos de cómo las llamas consumen su entorno natural.