Después de las devastadoras consecuencias que dejó el incendio forestal en el Páramo de Berlín, en el departamento de Santander, que devoró más de trescientos hectáreas de este ecosistema vital, han surgido las inquietudes por la quema de miles de frailejones que resultan vitales para la producción de agua en el país.
Aunque muchos expertos han señalado que el daño ambiental es incalculable, pues estas especies de planta solo logran crecer un centímetro por año, otros han concordado en que no todo está perdido y, a pesar de la crítica situación, existe la posibilidad de que cientos de frailejones vuelvan a la vida antes de lo presupuestado.
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Y es que después de cinco días en los que el páramo ardió y que solo pudo ser controlado con la cooperación de la comunidad y los cuerpos de bomberos y el Ejército Nacional, la recuperación de esta zona podría ser un ejemplo del poder de la naturaleza que se aferra a resurgir de sus cenizas.
Según expresó la bióloga Jasmilly Benavides Céspedes, de la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (Cdmb), aunque el voraz incendio arrasó con la vegetación, aún quedan frailejones en pie, aunque a simple vista parezcan consumidos por las llamas.
De hecho, la experta comentó a Vanguardia que gracias a la fuerza de los vientos, las fuertes llamas se provocaron en la parte alta del páramo; es decir, en muchas zonas el incendio se provocó por encima de los frailejones, lo que generó daños externos a las plantas, más no incineraron su funcionalidad interna. La bióloga denominó el páramo como “una sala de cuidados intensivos”, con cientos de pacientes con quemaduras grado tres.
Sin embargo, reconoció que el proceso de restauración de estas áreas impactadas no será inmediato y requerirá de condiciones específicas para ser exitoso, además de una planificación para la restauración del ecosistema.
“Lo primero es construir un plan de acción en pro de la recuperación del ecosistema, entre las autoridades locales, nacionales y regionales. Este debe incluir el impacto sobre el ecosistema y sus especies, para luego generar un monitoreo que lleve a una restauración y recuperación del sitio” señaló la bióloga al medio citado.
En pocas palabras, Benavides expresó que el mayor trabajo estará a cargo de la propia naturaleza, pues jugarán factores importantes como el clima, la humedad, la radiación solar y el terreno serán determinantes en este proceso. Además, señaló que las condiciones, aunque generan esperanza, son críticas y requiere también de la ayuda de las instituciones y comunidad para no visitar el lugar del incendio.
“Ya no es momento de ir a realizar visitas, ni hacer imágenes. Al pisar el suelo este se puede compactar”, indicó la experta, pues un pisado frecuente podría generar daños irreparables.
Según las estimaciones de la profesional, la especie de frailejón más afectada fue la Espeletiopsis santanderensis, que alcanza una altura de entre 20 y 30 centímetros. Sin embargo, destacó que el terreno afectado de esta especie fue de 50 hectáreas, mientras que 250 hectáreas más correspondían a vegetación de páramo.
Más allá de los frailejones, la experta indicó que el ecosistema del páramo depende de una variedad de especies, incluidos arbustos, musgos y pastos, que juntas forman una red de vida interconectada esencial para la recuperación post-incendio.
La presencia de arbustos, por ejemplo, es vital para proporcionar sombra a los frailejones más jóvenes, protegiéndolos del sol directo y permitiéndoles crecer robustos y saludables. Del mismo modo, los musgos desempeñan un papel clave en la formación de turberas, almacenes naturales de agua que sustentan la vida incluso en los tiempos más secos.
Por su parte, el Gobierno nacional ya hizo presencia en el sitio y anunció un plan de recuperación de la mano de equipos interdisciplinarios, con el fin de reducir el impacto a al menos 250 municipios que se abastecían con agua del páramo.
“Nuestra presencia aquí tiene como objetivo ir a conocer la dimensión del daño porque el plan contempla también atender el incendio sino también los procesos de restauración de las áreas afectadas, en este caso las áreas de páramo y de bosque alto andino que hay allí. Sabemos que es una extensión amplia compuesta por ecosistemas conservados y por zonas degradadas”, señaló la viceministra de Ordenamiento Ambiental del Territorio, Tatiana Roa Avendaño.