Conmoción hubo entre el periodismo en Colombia cuando se supo que Alejandra Murgas estaba siendo acosada por un exmilitar desde hacía varios meses. Comenzó como un simple chiste, pero la situación se intensificó al punto de comenzar a recibir presiones en su lugar de trabajo por parte del sujeto. Por fortuna, no llegó a ser agredida físicamente.
El hombre identificado como Alfredo Navas Alvis ha perseguido a la presentadora, así como otras representantes de Caracol Televisión como Lucía Fernanda Yánez y Katrina Melguizovsk durante al menos cinco meses. Denuncias fueron puestas por las profesionales de la comunicación ante las autoridades competentes.
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El indicado estuvo al servicio de las Fuerzas Armadas por más de veinte años y llegó al rango de sargento viceprimero. A pesar de sus honores militares, tendrá que asistir a un centro reeducativo mientras cumple lo señalado por la justicia. También cuenta con una orden de alejamiento en su haber, dado a que intimidó a las mencionadas reporteras.
“Desde vigilancia me decían que hacía que hablaba por teléfono conmigo, decía que yo le había pedido que me viniera a recoger, que él me estaba esperando porque yo le solicité que viniera a recogerme”, expresó la barranquillera en su momento.
También relató otra experiencia que la llegó a asustar en gran manera. “Básicamente estoy por cumplir cinco meses desde que este señor ha estado siguiéndome y acosándome, porque para mí es un evidente acoso desde el momento en el que yo tengo que cambiar mi rutina. Ya no puedo salir por la entrada normal, no tengo tranquilidad a la hora de llegar. Viajé a un cubrimiento que tenía en Barranquilla de eliminatorias y allá llegó a uno de los puntos de transmisión a la Plaza de la Paz, por supuesto hubo un altercado porque trató de seguirme hasta el vehículo donde yo me movilizaba”, agregó.
Asimismo, comentó en diálogo con Bravíssimo que las acciones no se han detenido, lo cual la ha preocupado ya que hizo todo lo que estaba a su alcance. “Aún soy víctima de acoso. No tengo claro qué tipo de acoso es, pero para mí está claro que es acoso sexual. Él se hace pasar por mi pareja […] El tema no ha acabado. No pudimos detener eso acudiendo a todas las herramientas legales que tenemos en el país”, siguió diciendo.
También señaló que no se siente totalmente respaldada con las decisiones que se han tomado en su favor, deseando que pudiera hacerse algo más. “Tengo medida de protección, pero si vamos a lo pragmático eso es un papel, que me permite cierta seguridad. Pero este señor no se ha detenido, sigue el hostigamiento, sigue llamando, sigue apareciendo y tiene que haber un paso más para poder darle fin a esta pesadilla”, expuso en el magazín.
No obstante, le han explicado que la intimidación no ha presentado connotación sexual, por lo que no le han dado la gravedad necesaria al asunto. “En mi situación lo que pasa con lo que establece el código penal es que su pretensión sexual no era clara. La jueza apeló a la violencia de género para imponer la medida”, aclaró.
Dio una reflexión sobre otras mujeres que pasan por situaciones similares y miró con reojo las determinaciones que muchas veces se tienen desde el poder público. “Muchos de los delitos de la violencia de género parten de la concepción que tiene el hombre de la apropiación de la mujer. Eso es muy peligroso y lo hemos normalizado. Tenemos que atacar todos los frentes y es importante hacer pedagogía para cambiar esa forma de ver la vida y relacionarnos”, concluyó la atlanticense.