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Mientras autoridades y organismos de emergencia trabajan para controlar la conflagración de llamas en más de 900 municipios, varios políticos de oposición han utilizado la coyuntura para criticar al Gobierno nacional y al presidente Gustavo Petro por su gestión en medio de la emergencia ambiental.
Entre los cuestionamientos de los sectores derechistas y las explicaciones por parte del oficialismo, el debate ha suscitado dudas respecto a si el Estado tiene culpabilidad en los estragos ambientales producidos en el marco del fenómeno de El Niño.
El equipo periodístico de Infobae Colombia se comunicó con Max Henríquez Daza, un meteorólogo con un amplio recorrido profesional -incluyendo la subdirección del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), la presentación de la sección La Meteo y miembro del World Wide Weather, dio su opinión sobre las responsabilidades y facultades de los actores involucrados en la prevención y protección de espacios naturales.
El académico, periodista ambiental, investigador y escritor resaltó que lo ocurrido en los diversos departamentos del país no es nuevo, ya que El Niño es un fenómeno meteorológico que ocurre entre cada 3 y 7 años:
“Hoy en día el fenómeno de El Niño no causa sorpresa a ninguno de los meteorólogos, sorprende a los medios de comunicación, a las autoridades generalmente, porque no es un tema que ellos manejen en el día a día. Este fenómeno se presenta cada 4, 5 años y cuando se presenta hay sequía, y como consecuencia da los incendios forestales”.
El ex subdirector del Ideam resaltó que las consecuencias de El Niño (sequías, incendios) y La Niña (deslizamientos, inundaciones) ya están estudiados y parametrizados por los meteorólogos colombianos que a lo largo de su carrera han documentado el paso de los fenómenos climáticos en el país.
“Los incendios forestales siempre se dan con el tema del fenómeno de El Niño, el problema está es cuando se acaba el fenómeno de El Niño porque se olvida, se olvidan los incendios forestales. Dentro de tres o cuatro años pasarán los mismos incendios forestales y las personas se lamentarán y reprocharán, porque se han presentado hace 10, 15, 20 años, toda la vida se han presentado”.
Otro de los puntos señalados por el reconocido meteorólogo fue que el actual Gobierno no tiene la culpa de los incendios, es más, indicó que “no hay Gobierno que controle eso (incendios forestales)”, ya que son situaciones ocurridas por los fenómenos climático, pero afirmó que la política ha tenido un impacto en la prevención y respuesta de estas emergencias, ya que, aparte de no prestar la respectiva atención a las alertas emitidas, toman decisiones desacertadas -como reducir presupuesto para instituciones como el Ideam-: “Es costoso un servicio meteorológico para cualquier país, pero si no se asume pues hay consecuencias”.
Max Henríquez Daza fue enfático en señalar que lo actualmente observado ya se había previsto y que no es un exclusivo e inaudito, sino que, por el contrario, ocurre cíclicamente, evidenciando la falta de efectividad y acción de los distintos gobiernos.
“Soy muy crítico con la gestión del riesgo en Colombia, ya que es una tarea pendiente. El problema de los incendios forestales es algo previsible; por ejemplo, siempre se incendian los cerros orientales y con el fenómeno de El Niño, en lugares como Santander, Boyacá y la Sierra Nevada de Santa Marta, los incendios se han repetido a lo largo de la historia”.
Finalmente el meteorólogo señaló como propuesta la creación de un Instituto Nacional de Alertas en Colombia, una entidad encargada de unificar en una sola plataforma las alertas de diversa índole: hidrológicas, relacionadas con crecientes de ríos; meteorológicas, vinculadas con las precipitaciones; oceánicas, enfocadas en fenómenos como El Niño y La Niña; sísmicas, para terremotos; volcánicas, en caso de erupciones; y tsunámicas.
De acuerdo con Henríquez, la función principal de este instituto sería coordinar y emitir todas estas alertas, operando con autonomía e independencia de otros ministerios. Así mismo subrayó la importancia de la ciencia y lo nocivo que puede llegar a ser reducir el presupuesto para estas áreas esenciales, lo cual puede poner en riesgo la capacidad del país de manejar y responder a emergencias naturales.