Con el auge de la serie Griselda en la plataforma de streaming Netflix, que tiene como protagonista a Sofía Vergara, que interpreta a la narcotraficante Ana Griselda Blanco en los 70 y 80, se ha despertado la curiosidad sobre los últimos días de esta mujer, recordada por su participación en el mundo del narcotráfico, la acumulación de riquezas, la violencia y su enfrentamiento con la justicia.
Detrás de la ola de violencia que marcó se extendió hasta finales de la década de los 80, se encontraba una figura cuyo apellido coincidía con el color que le otorgó poder: Griselda Blanco, conocida también como La jefa, La madrina o La viuda negra.
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Aunque eclipsada por contemporáneos masculinos como Pablo Escobar o El Chapo, Griselda Blanco infundió más terror de lo que la historia le ha atribuido hasta ahora, especialmente durante la época dorada del narcotráfico entre Colombia y Estados Unidos.
Los primeros pasos de “La viuda negra”
Griselda, nacida Cartagena, en la costa Caribe de Colombia, en 1943, vivió una infancia marcada por la pobreza, lo que la llevó por caminos peligrosos desde temprana edad. Según su expediente delictivo, se involucró en actividades criminales a los 12 años, participando en el secuestro de un niño que, trágicamente, resultó en su muerte cuando la acomodada familia se negó a pagar el rescate.
Su vida delictiva continuó con la prostitución y pequeños hurtos, hasta que conoció a Carlos Trujillo, un hombre aficionado a la falsificación de documentos que la alentó a emigrar a Nueva York (Estados Unidos) a los 21 años. Aunque su matrimonio con este hombre fue efímero, el potencial criminal de este no fue suficiente para satisfacer la ambición de Griselda, que supuestamente ordenó su asesinato tras el divorcio.
Una vez en Nueva York, Griselda conoció a Antonio Bravo, su segundo marido y la persona que la introdujo al mundo del narcotráfico. La fusión de creatividad y estrategia entre La madrina y su esposo condujo a un intrincado sistema donde la cocaína viajaba desde Colombia hasta Estados Unidos a través de compartimentos secretos en la ropa interior de jóvenes mujeres.
Griselda y el ascenso de sicarios
En 1970, la pareja se trasladó a Miami, considerada entonces una “ciudad sin ley”. Los siguientes cinco años marcaron el apogeo del imperio de Griselda, con estimaciones que sugerían ingresos mensuales de hasta 80 millones de dólares. Su vida llena de lujos se tradujo en mansiones y fiestas hedonistas, consolidándola como la Reina de la cocaína y la persona más temida en el mundo del narcotráfico.
En 1975, Griselda enfrentó cargos de narcotráfico y regresó a Colombia, donde, con el asesinato de su exmarido Carlos Trujillo, ganó el apodo de La viuda negra. Durante su estadía en su país natal, se enfrentó a Pablo Escobar y el cartel de Medellín, siendo temida incluso por el propio Patrón.
El retorno de Griselda a Miami a finales de la década de los 70 la puse frente a adversarios que habían ganado notoriedad durante su ausencia. A pesar de este desafío, reanudó la fortificación de su imperio, destacándose particularmente después del éxodo del Mariel. Este movimiento masivo de cubanos, que zarpó desde el puerto Mariel en Cuba hacia los Estados Unidos entre el 15 de abril de 1980 y el 31 de octubre de 1980, le brindó la oportunidad de reclutar a numerosos recién llegados como sicarios o distribuidores.
La tensión con sus enemigos y la creciente vigilancia de la Administración de Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés) obligaron a la mujer a trasladarse a California en 1984. Sin embargo, un año después fue arrestada y llevada a Nueva York para enfrentar los cargos de narcotráfico que la acechaban desde 1975.
En 1985, fue declarada culpable y condenada a 15 años de prisión, pero su imperio continuó operando incluso tras las rejas. A lo largo de su condena, los fiscales intentaron agregar más cargos, incluso la pena de muerte, debido a su presunta participación en múltiples asesinatos. En 1998, Griselda Blanco se declaró culpable a cambio de una sentencia reducida.
La caída de una criminal: asesinato en Medellín
El 3 de septiembre de 2012, Griselda Blanco, conocida en su momento por introducir drogas en Estados Unidos avaluadas en 10.000 millones de dólares al año, encontró un final trágico a los 69 años de edad. La mujer, que una vez fue una figura temida en el mundo del narcotráfico, fue asesinada de dos disparos en la cabeza mientras se dirigía a la carnicería Cardiso, acompañada de su nuera embarazada.
Tras su liberación en 2004 por razones de salud, Griselda Blanco fue deportada a Colombia, donde eligió establecerse en la ciudad de Medellín. Aparentemente, buscaba una vida tranquila, alejada de la criminalidad que la había caracterizado durante décadas; sin embargo, la violencia y la muerte continuaron rodeándola, incluso en su retiro.
El modus operandi empleado en el asesinato de Blanco parece indicar que se trató de un ajuste de cuentas. Dos hombres a bordo de una motocicleta le dispararon de manera similar a la que ella había ordenado utilizar a sus secuaces durante su reinado en el mundo del narcotráfico.
“Nos sorprende a todos que no la hubieran matado antes porque se hizo de muchos enemigos”, dijo el exdetective de homicidios de Miami Nelson Andreu, que participó en las investigaciones de sus actividades, en 2012.