El coronel de la Policía en retiro y exgobernador de Santander Hugo Aguilar asistió a una audiencia única de verdad para dar sus aportes a la construcción del relato sobre el conflicto armado en Colombia y así someterse a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Durante su declaratoria, el exmandatario habló de las dinámicas del paramilitarismo y su papel dentro de la violencia en la región de Santander y Cesar, donde los milicianos de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) usaban caimanes para que devoraran a sus víctimas y no dejar evidencias de los crímenes.
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En su relato, Aguilar habló específicamente del grupo Autodefensas Campesinas de Santander y Sur del Cesar (Ausac), al mando de Guillermo Cristancho, alias Camilo Morantes, quien tenía un lago con un lagarto que se comía a las personas que asesinaban los paramilitares.
“En la vereda Rosa, la finca Gorgona, que hoy en día fue parcelada y hay cultivos de palma, en un comienzo fue de Luis Ramírez, alias Puntilla, y ahí había un lago y los cadáveres de la gente que asesinaba se los botaban a los cocodrilos que tenían en el lago y otros los sepultaban”, declaró Hugo Aguilar.
Lo expuesto por el coronel (r) Aguilar ya había sido revelado por un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica denominado Violencia y estigmatización social en el sur del Cesar y en la provincia de Ocaña, en el que se detalló los métodos sanguinarios del frente Héctor Julio Peinado Becerra en los territorios mencionados, donde se precisaba el uso de caimanes para desparecer a las víctimas.
Infobae Colombia tuvo acceso a las más de 1.100 páginas del documento que da cuenta de los vejámenes y torturas que impartían los paramilitares entre 1999 y 2004, años en los que tuvieron como centro de desaparición de víctimas dos cuerpos de agua a parte del que mencionó el exgobernador de Santander. El primero estaba ubicado en el municipio de La Esperanza y el otro en zona rural del municipio de San Martín, en la finca Villa Oliva.
“Eso mucho comentaban. Inclusive que estaban ya tan enseñados a comer la carne humana o cuando sentían, dizque sentían los pasos del que los alimentaba y ellos se “embollaban” porque creían que era comida que le llevaban. Y de los desaparecidos, muchos familiares dicen que algunos los trajeron para ahí, que los trajeron ahí. Había un defensor de derechos humanos que comentó eso y que era difícil, decía él, un biólogo como que era, difícil de llegar a rescatar restos porque el caimán dizque trituraba hasta el cráneo, todo, según la versión de este defensor de derechos humanos. Pero si ese cuento era muy conocido”, relató uno de los lugareños en un taller con el Centro de Memoria Histórica.
La versión de los lugareños fue confirmada por un paramilitar desmovilizado, que estaba bajo el mando del comandante alias Pica Pica, a quien oyó varias veces decir que llevaba alimentos (víctimas de los paramilitares) para los caimanes que tenía en el municipio de San Martín.
“Decían los otros que por ahí en eso de San Martín pa’ abajo, decían que tenían una fosa común y que por allá había un caimán, yo no sé qué. Iban a llevar a la gente y se la echaban al agua, se la comía. Porque el mismo Pica Pica ese decía: ‘Este me lo llevo yo pa’l caimán’”, relató el desmovilizado, cuya identidad fue reservada por el Centro de Memoria, en una entrevista otorgada al Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad.
En el documento expuesto por el Centro de Memoria Histórica se recopilan los testimonios de lugareños y de exparamilitares, quienes coincidieron en la violencia sistemática que ejercieron los milicianos para torturar y desaparecer víctimas en aguas infestadas de caimanes.