En Colombia, un país marcado por décadas de violencia armada interna, la improbable historia de amor entre Catalina Suárez, una mujer uribista, seguidora acérrima del expresidente Álvaro Uribe Vélez, y Jorge Suárez, exguerrillero de las Farc e hijo de Víctor Julio Suárez Rojas, conocido como el Mono Jojoy, parece desafiar toda lógica política y social. Sin embargo, este romance es también un reflejo de un país que busca cicatrizar heridas después de más de 60 años de sangre y muertos.
El conflicto en Colombia, el más antiguo de América Latina, según cifras de la Comisión de la Verdad, dejó más de 7,5 millones de personas desplazadas, más de 450.000 homicidios, 120.000 desapariciones forzadas y 50.000 secuestros.
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BBC News Mundo quiso ir más allá y se adentró en el mundo personal y profesional de los protagonistas de este curioso, pero interesante caso de amor, que parecería prohibido, pero que al final logró condensarse en uno real. Catalina y Jorge representan un reflejo del proceso de paz que cambió la historia del país.
Jorge nació en 1984 en la selva, pero se crio en Bogotá. Es el hijo de uno de los comandantes más conocidos de la ya disuelta guerrilla Farc. Según relató al medio internacional, su infancia estuvo marcada por la lectura, la crítica política y el conocimiento temprano de su origen y del legado de su padre. Educado en el seno de una familia comunista, decidió unirse a la guerrilla a los 16 años, después de ser declarado objetivo militar por grupos paramilitares, en cabeza de Carlos Castaño.
Por otro lado, Catalina, criada en una familia de empresarios y de ideología conservadora, vio en Uribe una esperanza durante su presidencia (2002-2010). La lucha del gobierno contra las Farc y el fortalecimiento económico de su familia durante ese período dejaron una marca indeleble en su percepción política.
El proceso de paz entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia, que finalmente culminó en 2016 con la firma del acuerdo de paz, permitió que Jorge dejara las armas y comenzara una nueva vida en la sociedad civil. Este proceso fue un punto de inflexión en la historia de Colombia, pese a que en primera instancia ganó el No en el plebiscito diseñado para validar los acuerdos, lo que obligó al expresidente Juan Manuel Santos realizar ajustes en la propuesta inicial.
Una noche de 2020, Jorge y Catalina se encontraron en un evento de karaoke en Bogotá, sin imaginarse que sus vidas estaban a punto de entrelazarse. La chispa del amor surgió inmediatamente, pero sería su tercera cita cuando Jorge revelaría su identidad:
“Oye, Cata, yo te quiero contar algo”, le dijo Jorge. “Mi papá biológico es el Mono Jojoy”, continuó.
La confesión desconcertó a Catalina y a muchos de sus allegados, algunos aconsejaron alejarse, pero otros los respaldaron. A pesar de los temores y prejuicios, decidieron vivir su amor.
La pandemia de Covid-19 los empujó a la convivencia forzada, un desafío para cualquier pareja, más aún para una con diferencias ideológicas tan marcadas. Fue este encierro el que consolidó su unión.
La aceptación no fue inmediata, pero la familia de ella y personajes como el expresidente Uribe y el exguerrillero Pastor Alape, quien jugó un papel importante en los diálogos de paz, mostraron su apoyo. Uribe incluso llegó a decir: “Si tú lo escogiste, es porque es una muy buena decisión”, apoyó el expresidente al conocer la relación.
Actualmente, Catalina y Jorge están casados y lideran el proyecto #RespetoEnLaDiferencia, con el cual buscan promover la comprensión a través de la educación y testimonios vivenciales. Ambos mantienen su activismo político, pero han aprendido a respetar sus puntos de vista.
“En Colombia, si alguien piensa distinto es una amenaza. Pero lo importante es que uno puede pensar distinto y no usar las armas”, reflexionó Jorge. Y Catalina agregó: “Soñamos con que en todas las casas de Colombia se pueda vivir la política como en la nuestra, sin agresión verbal, sin juzgar al otro porque opina diferente o porque apoyó a alguien distinto”.
La historia de estos periodistas, contada a BBC, muestra cómo el amor puede ser un puente entre dos mundos opuestos, y aunque aún hay heridas del conflicto, también la esperanza de reconciliación y la construcción de una paz duradera en Colombia.