En una entrevista con Blu Radio, Carlos Sánchez, exmiembro fundador del M-19 cuando era un adolescente, relató el episodio histórico del robo de la espada de Simón Bolívar, ocurrido el 17 de enero de 1974.
Sánchez, fotógrafo de cine y hermano de Pepe Sánchez, reconocido director fallecido de la televisión colombiana, compartió detalles sobre el suceso, y enfatizó que el acto no debía ser considerado un robo ni un acto de terrorismo, porque la espada reposa actualmente en custodia del Estado.
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Profundizando en el incidente, Carlos Sánchez destacó que la acción tenía la intención de devolver el simbólico objeto a la población. “La sacamos del estatismo y la pusimos en manos de la gente para que la gente la utilizara y la ordenara en su lucha”, expresó, con el propósito de esclarecer las motivaciones detrás del polémico evento. El hecho de que la espada se considere hoy un patrimonio del país ratifica, según Sánchez, que su intención nunca fue apropiarse de ella sino reivindicar su valor simbólico para el pueblo.
Así fue el robo de la espada de Simón Bolívar
Según Sánchez, la audaz sustracción de este símbolo de lucha fue llevada a cabo mientras él aguardaba en un vehículo cercano, y otro integrante de M-19 ejecutaba la acción. Sánchez ha implicado a su antiguo compañero de colegio, Luis Otero, como uno de los ideólogos detrás del hecho.
La trama del delito se habría gestado en un ambiente estudiantil, culminando en su forma definitiva dentro del M-19. Carlos Sánchez narra cómo la idea cobró vida durante una conversación en el transporte público post-escolar. “Creo que una cosa que tendría un impacto político muy interesante (sería) robarse la espada de Bolívar como un símbolo de lucha”, le habría expresado Otero en aquel entonces. Más tarde, la propuesta fue presentada al líder guerrillero Jaime Bateman, quien, al parecer, acogió la iniciativa con entusiasmo.
Aunque la cronología precisa del robo no ha sido esclarecida en su totalidad, el relato brindado por Sánchez aporta luz sobre los movimientos preliminares y la estructura de planificación que involucró a la agrupación insurgente M-19.
Este evento, que ha venido a captar nuevamente la atención del público, rinde testimonio de la volátil naturaleza política de la época y de cómo un objeto puede convertirse en un potente icono revolucionario. La espada de Bolívar, más allá del valor material, representa un legado de libertad en el imaginario colectivo, y su sustracción, un mensaje contundente que decenas de años después sigue latente.
A pesar de reconocer que los resultados históricos mostraron que la lucha armada no era el camino correcto, Durante el diálogo, defendió su postura ideológica, e hizo referencia a incidentes históricos como la toma del Palacio de Justicia, argumentando que otras fuerzas fueron responsables de las muertes ocurridas, especialmente de los magistrados.
En la conversación, Sánchez explicó que las acciones del M-19 fueron un reflejo de la época y que la juventud de entonces creía necesario involucrarse. En cuanto a la retoma del Palacio de Justicia, sucedida en 1985, Sánchez afirmó: “Eso fue un error gravísimo con el que yo de verdad no estuve muy de acuerdo”, y subrayó que la responsabilidad de la muerte de los magistrados recaía sobre la acción excesiva del ejército durante la retoma. Además, reiteró que el grupo armado no fue responsable directo de los asesinatos.
Sánchez también comparó la ideología del M-19 con las políticas actuales del presidente de Colombia, Gustavo Petro. Según él, hay una clara conexión entre el pensamiento del grupo subversivo en aquel entonces y el discurso del jefe de Estado. Incluso fue más allá al asegurar que si los líderes del M-19 estuvieran activos hoy en día, apoyarían las políticas implementadas por Petro.
“Sí (lo estarían apoyando). (El discurso) es parecido, actualizado. Porque si Petro no empieza a hablar de los asuntos urgentes de la ecología, nadie había hablado de eso. Empezaron a hablar porque habló Petro y porque vieron que era un problema real y que había que atenderlo”, expresó.