Dolor y algo de vergüenza sintió en su último recorrido guiado por Bogotá la creadora de contenido Stefanny Díaz, mejor conocida como La Rolita, luego de que la polución, la basura, la delincuencia y la ocupación opacaran algunos de los mayores atractivos de la ciudad.
“Yo me traje a una amiga y le di un tour por varios destinos de Colombia: Santa Marta, Medellín, Cartagena, La Guajira y cuando llegamos a Bogotá (emocionada) le dije: acá sí sé cómo es la movida, venga le muestro mi ciudad, yo (me sentía) toda orgullosa, yo sabía por dónde era, yo vivo en La Macarena”, detalló, al inicio de su relato.
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Lo que sería una salida a comer terminó convirtiéndose en un momento de incomodidad, tanto para ella como para su amiga, luego de que se en encontraran con una Bogotá distinta a la que tenían en mente al comenzar su recorrido por el corazón de la ciudad:
“La llevé a comer y le dije que nos devolviéramos caminando, porque el sector era bastante bonito. Está el Parque Nacional, están las casitas de la (calle) 39, a mí me parece muy bonito y pensaba que le iba a gustar, mi barrio es muy chévere”.
Sin embargo, la mayor parte del trayecto se vieron obligadas a correr por la sensación de inseguridad y por la falta de espacios amigables con los turistas o, simplemente, con quienes aman salir a caminar por la ciudad.
“Cuando íbamos pasando por el Parque Nacional, ella se queda mirándome y yo no lo podía creer. Sí, no es la primera vez que esto pasa, pero yo nunca había visto que (las comunidades indígenas) se tomaran todo el parque, además, todos los edificios aledaños estaban destruidos, grafiteados, las ventanas rotas y mi amiga me pregunto: ¿siempre es así?”, admitió, con algo de nostalgia por la Bogotá de antaño.
El problema, sin embargo, iba más allá de la apariencia. A pesar de estar justo a un lado de uno de los mayores pulmones de Bogotá y la entrada a distintos senderos que conducen a los cerros orientales, en el ambiente se sentía la contaminación:
“Pero no es solo eso, me dijo que estaba muy bonito y todo, pero que sentía la polución en la boca, aria la boca y sentía la polución (...) subimos hacia la (calle) Quinta que es donde yo vivo y todo estaba lleno de basura. Yo adoro Bogotá, pero verla así me parte el alma”, lamentó.
Puede que el suyo sea un tema de percepción y no de fondo, pero aún así, otros locales se mostraron de acuerdo e, incluso, quienes no llegaron a nacer en Bogotá, pero sí vieron en la ciudad durante varios años, dijeron sentirse acongojados por su situación actual:
“Cuando dijo Parque Nacional, inmediatamente pensé: todo mal”, “Eso pasa en todo el mundo, yo vivo en Francia y el vandalismo, la suciedad y la polución se sienten mucho, más que caminar por la calle 13 (de Bogotá)”, “Yo en el 2018 iba al Parque Nacional en mis horas de almuerzo, después que lo tomaron los indígenas esa zona parece irrecuperable”, “Nací en Bogotá, pero viví mucho tiempo en Tunja, luego trabaje 10 años en Bogotá, me fui del país y regresé de paseo, pero Bogotá ya no es la misma”, “¿Por qué les ofende ver a alguien preocupado por su propia ciudad? Independientemente de la situación en el Parque Nacional, Bogotá está destruida”, “La verdad es que el Parque Nacional ya no es lo mismo”, “Da guayabo cuando algo así pasa”, se lee en algunos de los comentarios a la publicación de La Rolita.