En sus vacaciones por el departamento de Antioquia, el creador de contenido bogotano Nicolás Pradilla, mejor conocido como el patas peludas, se encontró con un convento o claustro fuera de lo común, a su llegada al municipio de Jericó.
“Lo curioso”, según comentó en una video compartido a través de sus redes sociales “es que son monjas de clausura; es decir, viven en este lugar dedicadas a la oración y no salen”. Explicado de otra manera “viven en un claustro y solo pueden salir para situaciones muy específicas”.
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En el claustro, con ventanas rodeadas por rejas y una puerta que se mantiene cerrada casi en todo momento, las Clarisas entregan su vida a la adoración, olvidándose del mundo exterior, con el que apenas tiene contacto una de sus integrantes.
Según Pradilla, entre todas “designaron a una monja para que pueda tener contacto con el mundo exterior y venda vino”, su manera de solventar los gastos que genera la comunidad, sin tener que salir a la calle.
A su llegada, se vio obligado a esperar unos minutos y es que el Monasterio Santa Clara funciona entre las 9:00 a. m. y 11:45 a. m., en la mañana, y 3:00 p. m. a 4:4 p.m., en la tarde.
“Lo increíble es que allá adentro hacen, empacan y etiquetan el vino”, explicó, luego de tocar la puerta, dirigirse a una pequeña sala con la inscripción “Paz y bien” y realizar la compra a través de una pequeña ventanilla.
En su reseña, explicó que “el vino es de manzana y es de esos que hay que probar varias veces para procesar el sabor, pero, una vez está bien frío, la verdad es que aguanta mucho”, y quienes han tenido la oportunidad de conocer lo que hacen comentaron:
“Son las hermanas Clarisas, de Santa Calara de Asís”, “En realidad no es vino, porque el vino viene de la uva. Ella venden licor de manzana, que es el jugo de manzana fermentado”, “¿Vino con hielo? Es un pecado, un sacrilegio”, “El vino cuesta 25.000 pesos (poco más de 6 dólares y 5,80 euros al cambio de enero 2024)”, “Ese vino lo hacen por añejamiento, tipo chicha. La fruta la licuan y la vierten en un recipiente con tapa y lo dejan añejarse por un tiempo, luego lo filtran y ya está listo”, “Ellas veden el vino desde hace décadas. Es el monasterio de Santa Clara. Desde muy pequeño recuerdo tomar del vino que ellas hacían”.
Religioso se valió de un trancón a las afueras de Bogotá para recaudar donativos a su iglesia
La noche del 30 de diciembre, un sacerdote fue captado bendiciendo vehículos atascados en un congestionamiento en la Vía Indumil, corredor que conecta Bogotá con Soacha y otros municipios aledaños.
El religioso se valió del intenso tráfico decembrino característico de la temporada, en la que, se estima, más de 1,6 millones de vehículos dejaron la capital colombiana. El hecho fue documentado y compartido en redes sociales, generando reacciones divididas entre los internautas.
Entonces, las autoridades desplegaron un extenso operativo de tránsito en previsión de los altos volúmenes de tráfico durante las festividades decembrinas. Pero, la situación fue aprovechada por el clérigo para lanzar agua bendita a los carros atascados, al tiempo que recibía donativos de algunos conductores agradecidos por el gesto. Esta acción ha suscitado tanto muestras de reconocimiento como críticas por parte de quienes consideran el acto como un oportunismo para lucrarse con la fe de la gente.
En el material audiovisual difundido, se observó que el presbítero no había llegado a pie, pues junto a la carretera estaba estacionado su vehículo de color blanco, adornado con elementos religiosos y una prominente cruz.