Enilce López pasó de ser una empleada doméstica hasta ser la principal líder de las apuestas en la costa Caribe. Su ascenso estuvo respaldado por el crimen y la complicidad paramilitar que le permitieron acaudalar poder y temor, en una maraña de mitos, impunidades y favores que enredan tanto a narcos como políticos, sobre los que siempre guardó silencio.
Enilce del Rosario López Romero nació en La Mojana, Sucre, en la vereda El Naranjo. Lo que se conoce de su juventud es que colaboraba como empleada doméstica y también para envasar aceite de contrabando traído de Venezuela, en Magangué, donde se radicó.
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Con el tiempo, el talento de Enilce para los negocios la llevó al que sería el primer paso de su fortuna. El empresario del chance Jesús María Villalobos Luna, dueño de Apuestas El Perro, la convenció de que vendiera los números del sistema de apuestas permanentes.
Ubicó su puesto en frente del antiguo teatro Habib y allí le llegó la suerte. En ese lugar conoció al esmeraldero Héctor Julio Alfonso Pastrana. Codiciosos y con hambre de dinero ambos emprendieron varios negocios en la ciudad puerto bolivarense, primero con una venta de helados, luego una casa de empeño, sin descuidar las apuestas que serían su gran músculo financiero.
Una vez formalizó un local para el negocio de chance, llamó a su empresa Apuestas El Gato, se dice que decidió el nombre por un gato que rondaba el lugar. Pero fue tal el éxito que tuvo que ella misma pasó a ser conocida como La Gata al destacarse como la principal empresaria de las apuestas en el Caribe colombiano, justo cuando las sucursales departamentales habían quebrado.
Para entonces seguía siendo una mujer desconocida públicamente, que reconocían sus vecinos gracias a su sobrina Wendy Vanessa López Romero. La Gata movió cielo y tierra para que fuera elegida Niña Colombia y años después creó una fundación en su nombre.
Hay una historia que trata de explicar el vertiginoso ascenso de López Romero. Mientras Gonzalo Rodríguez Gacha, el narcotraficante conocido como ‘El Mexicano’, huía del Bloque de Búsqueda en la persecución que le dio muerte en Tolú en 1989, pasó por la casa de La Gata en Magangué y le pidió que le escondiera unas canecas llenas de dólares.
Enilce López negó en declaraciones a los medios de comunicación que eso hubiera ocurrido, pero a pesar de que su esposo, dos de sus hijos y varios miembros de su empresa, terminaron presos, nunca aceptó los delitos que le fueron atribuidos por las autoridades.
Los vínculos de La Gata con políticos
Una vez se reguló el negocio del chance para que las apuestas fueran vigiladas y los departamentos licitaran públicamente a los administradores, López Romero decidió establecer vínculos con políticos para asegurar los contratos. Según Verdad Abierta, aportó a las campañas de gobernadores de Bolívar.
En 2002, La Gata aportó a la campaña presidencial de Álvaro Uribe. Su aporte lo hizo a través de Uniapuestas, la unión temporal que creó para hacerse con el lucrativo negocio del azar en cuatro departamentos del Caribe. La donación no fue polémica sino hasta varios años después cuando la recurrencia del nombre de Enilce López en los expedientes de la Fiscalía fue imposible de ocultar.
La campaña de Uribe Vélez aceptó el ingreso de los dineros, pero señalaron que nunca se reunieron con López y la verificación de la empresa no arrojó ninguna inhabilidad. Sin embargo, la revista Cambio señaló que desde 1989 el nombre de López Romero era mencionado por fuentes en Sucre, Magangué y Bolívar en relación con asesinatos, desapariciones y hasta masacres.
Sus vínculos con los paramilitares, que se negó a aceptar, vendrían desde 1996 cuando se autorizó la creación de una Convivir en Magangué. Esa estructura fue administrada en sociedad entre el esposo de La Gata Alfonso Pastrana y el poderoso hacendado Álvaro Botero Maya.
En 2003, se dice que Enilce López salvó la campaña de Libardo Simancas que afrontaba problemas económicos y la enemistad de los paramilitares que pedían votar por su contrincante. La ayuda de La Gata le permitió ganar las elecciones en ese año y tal fue el poder que ejerció que cacheteó en público al gobernador y se decía que era ella la verdadera mandataria.
En el 2004, apostó a su familia por los cargos regionales y llevó su hijo Jorge Luis a la alcaldía de Magangué en 2003 y a Héctor Julio Alfonso López a la Cámara de representantes en 2006, quienes lograron históricas votaciones para cada uno de los cargos y luego resultaron condenados.
López Romero fue capturada en 2006 por el delito de lavado de activos en su casa en Magangué. Siempre oculta de los medios y los lugares públicos, se conoció nacionalmente a la mujer altiva, vanidosa, de prendas vistosas y cabello rojizo a las que las Farc señalaba de ser la jefa paramilitar de Bolívar.
La justicia la señalaba de haber lavado dinero de Salvatore Mancuso Gómez y Armando Arturo Carbono D’Acunti. La Gata siempre negó el vínculo e incluso amenazó con lanzarse al Senado, porque señalaba que la investigación se trataba de una supuesta persecución política.
Sin embargo, desde su primera aparición pública, la vida de Enilce López pasó a desarrollarse entre la cárcel, la clínica y su casa. Durante su reclusión en la cárcel El Buen Pastor, su salud se deterioró. Las versiones de su enfermedad señalan que fue envenenada en prisión, mientras otras sostienen que cayó en depresión y dejó de comer hasta pesar menos de 40 kilos.
Fue trasladada a Santa Marta y posteriormente a Barranquilla en camillas, conectada permanente a oxígeno. En medio de sus quebrantos de salud que estropearon el avance de los procesos judiciales, solo fue condenada en dos. Uno por vínculos con el bloque Héroes de los Montes de María y el homicidio de Amaury Fabián Ochoa Torres, un cajero del peaje El Carmen.