El impacto de Gabriel García Márquez a nivel internacional como uno de los artífices del realismo mágico es innegable. El que fuera Premio Nobel de Literatura en 1982 por Cien años de soledad era una figura solicitada con frecuencia para que su obra fuese adaptada a la televisión o el cine. Esa demanda le permitió al nacido en Aracataca protagonizar una singular foto con algunas de las figuras más destacadas del deporte y el entretenimiento del siglo XX.
La historia transcurre justamente en 1982, unos meses antes de que Garcia Márquez fuese honrado con el premio por parte de la Academia de Estocolmo. Por esos días hacía frente a las críticas mixtas que recibió la adaptación que hizo el director italiano Francesco Rosi a Crónica de una muerte anunciada, estrenada el año anterior.
Ahora puede seguirnos en WhatsApp Channel y en Google News.
Durante una visita a Roma, Garcia Márquez se encontraba departiendo con Salvo Basile, actor y productor italiano que se radicó en Colombia desde 1968 y reconocido por su trabajo en telenovelas como Señora Isabel o Café, con aroma de mujer. Durante la charla dio la casualidad de que pasó por allí Sergio Leone, el director de cine responsable de dar forma al spaghetti western con su celebrada trilogía del dólar. Por esos días Leone se encontraba inmerso en las grabaciones de la que es considerada como su obra maestra, Érase una vez en América.
Según recordó Basile en una nota especial que hizo para El Universal, Leone “de puro chismoso que era” le hizo señas para que invitara a Gabo a cenar con él. Recordó que el interés del director no era gratuito, pues “hacía tiempo que Sergio estaba buscando a Carmen Barcells [agente literaria del colombiano] para negociar los derechos de Cien Años de Soledad”.
Tras consultar con el autor, este habló con su esposa Mercedes Barcha y según contó Basile “organizamos una comida a la cual todo Cinecittá quería ser invitado”. Y no exageraba. Resultó que entre los invitados se encontraban Robert De Niro, el dirigido de Leone en Érase una vez en América, y el boxeador triple campeón de los pesos pesados, Muhammad Ali.
A partir de aquí las versiones sobre lo que ocurrió para que confluyeran los destinos de cuatro de las figuras más importantes del siglo XX en un mismo espacio varían un poco. Por ejemplo, una entrevista muy difundida que brindó el escritor y periodista Gianni Minà sobre esa cena menciona que había una especie de teléfono roto entre varios de los involucrados:
“Me enteré que Robert De Niro, estaba en Roma para filmar Érase una vez en América, la película de Sergio Leone, y una noche me llamó. Me preguntó —Gianni, ¿cómo estás? ¿Qué estás haciendo hoy?—. Respondí —Estoy con Muhammad Ali esta noche, vamos a cenar—. De Niro saltó y dijo: —¿Con quién estás? quiero decir, ¿vas a cenar con Muhammad Ali y no me lo dices? Ese es mi ídolo de todos los tiempos. Voy a cenar contigo esta noche, Gianni—”
En su relató Minà explicó que luego de un rato Leone lo llamó enfadado y le dijo que De Niro no podía asistir porque “tenían una reunión importante para definir algunas escenas de la película”. El periodista respondió que se trataba sólo de una cena con Muhammad Ali y que De Niro iría también, a lo que Leone respondió —¿Qué? Quiero decir, ¿tú y Robert van a cenar con Muhammad Ali y no me han dicho nada?—.
Fue así como Leone se sumó al plan, pero faltaba un invitado en la mesa, y así lo narró Minà:
“En ese momento me preparé y, una vez que estaba listo, estaba a punto de irme, pero el teléfono volvió a sonar. Fue el ganador del Premio Nobel Gabriel García Márquez, quien estaba en Roma para cenar con Sergio Leone y De Niro, pero acababa de enterarse de que la reunión se había cancelado porque había una cena con Muhammad Ali”
Si el plan original se disolvió para seguir uno nuevo, o si todo fue parte de la cena que organizaron Leone, Basile y Gabo no parece estar muy claro. Lo que sí parece concreto es que la cena tuvo lugar en Checco il Carettiere, restaurante ubicado en el barrio romano de Trastevere. En el relato de Basile se menciona que estuvieron inicialmente contemplados “Gabo, Mercedes, dos médicos amigos de ellos, Robert de Niro, Dalila di Lazzaro, Sergio Leone y Salvo Basile”. Muhammad Ali llegó más tarde.
El propio Basile remarcó que debido a las limitaciones con el italiano de García Márquez y De Niro, la conversación terminó siendo “digna de la más clásica ‘comedia a la italiana’. El colombiano trataba de defenderse en dicho idioma, Leone “hablaba unas cuantas palabras de español de vaquero”, mientras que De Niro hizo gala de lo que llamó “su italenglish mafioso”.
Leone habría aprovechado la oportunidad para hacer su jugosa oferta para concretar la cesión de los derechos de Cien años de soledad, pero el colombiano se negó y según explicó Basile “le dijo a Leone que mientras él viviera no iba a ceder los derechos a nadie, ni siquiera a [Akira] Kurosawa, que ya lo estaba anunciando”.
En ese momento de la noche llegó Ali acompañado de Minà, lo que permitió que la tensión por la negativa de Gabo se disolviera por el resto de la noche. Minà recordó que “pasamos toda la noche haciendo preguntas a Muhammad sobre su carrera y sus peleas. Nos lo contó todo. Yo, De Niro, Márquez y Sergio Leone escucharon: todos éramos niños otra vez”.
Por su parte, Basile en su relato reveló que fue él mismo quien tomó la fotografía que quedó para la posteridad:
“Toda la atención se volcó sobre el más grande de todos los tiempos. Hubo abrazos y fotos, la mejor está colgada en un lugar de honor en el estudio de Gabo en San Ángel: es de todos lo que estaban en la mesa, sin mí, que fui el fotógrafo”
Para darle un cierre a su relato, el colombitaliano que una vez salieron del restaurante “al único que le pidieron autógrafo fue a Gabo, y me llené de orgullo como colombiano y como italiano”.